Luego de haber tomado distancia del Gobierno al decir que a la inflación no se la puede negar hablando de reacomodamiento de precios, el líder de la CGT, Hugo Moyano, buscó ayer quitarles dramatismo a sus palabras, para no terminar siendo funcional a los sectores que piden un enfriamiento de la economía. “No es algo que va a destruir al país. Cuando un país crece, tiene un poco de inflación. Lo peor que puede pasar es tener inflación cero o deflación, porque eso se termina pagando con puestos de trabajo”, afirmó.

La polémica con el Gobierno comenzó luego de que el ministro de Economía, Amado Boudou, negará el lunes ante Página/12 la existencia de un proceso inflacionario. El funcionario habló de “reacomodamiento de precios” para descartar una suba generalizada. Al otro día, Moyano fue consultado sobre el tema y remarcó que no se podía negar que hubiera inflación. “La única verdad es la realidad y se la puede ver en los supermercados”, afirmó parafraseando al ex presidente Juan Domingo Perón.

A partir de ese momento, el tema ganó lugar en la agenda de los medios de comunicación y varios analistas parecieron competir por ver quién proyectaba la suba más alta para este año. Incluso hicieron referencia a la falta de productos en las góndolas, como si se estuviera camino a una hiperinflación, poniendo como ejemplo alguna estantería perdida dentro de los hipermercados de Barrio Norte. También se agitó el fantasma de una supuesta ruptura del líder sindical con el Gobierno, algo que es añorado por la oposición.

“Yo no confronto ni con el Gobierno ni con nadie; digo la realidad que vivimos”, retrucó ayer Moyano, y luego le bajó el tono a la polémica generada por la suba de precios. “El otro día escuchaba cuando alguien decía que estábamos entre los primeros países con inflación del mundo, pero no decía que los países que habían tenido deflación o inflación cero lo pagaron con puestos de trabajo. ¿Qué preferimos: un poco de inflación con crecimiento o inflación cero o deflación con pérdida de puestos de trabajo porque no se puede consumir?”, se preguntó, e inmediatamente dio su parecer: “Lo importante es que los salarios se vayan adaptando”, dijo.

A las pocas horas, el jefe del bloque de diputados radicales, Oscar Aguad, calificó a Moyano de “muy ignorante” por su declaración. “La inflación condena a la gente a la pobreza, es el peor mal, el peor impuesto que puede tener una persona. No hay peor lacra en la sociedad que la inflación: destruye el salario y condena a la gente a la pobreza y a la marginación”, aseguró este legislador que durante 2008 apoyó los cortes de ruta llevados adelante por los ruralistas, que provocaron desabastecimiento y suba de precios.

Hoy la inflación seguirá siendo motivo de debate, cuando el Indec dé a conocer el índice de precios al consumidor correspondiente a enero. Los relevamientos privados de las consultoras Ecolatina y Finsoport arrojaron una suba para ese mes de 2,2 por ciento, mientras que Buenos Aires City, el centro de investigación conducido por la ex directora del IPC, Graciela Bevacqua, indicó que los precios subieron 2,3 por ciento. Ambos relevamientos son acotados y con un margen de error más alto en comparación con el Indec, pero el organismo oficial tiene un descrédito inédito debido a las reiteradas denuncias por supuesta manipulación de las estadísticas. Por lo tanto, el dato que hoy se difunda será mirado con desconfianza por amplios sectores de la población, sobre todo si la cifra es menor a la comunicada por los privados, tal como viene ocurriendo desde hace cuatro años.

La atención estará puesta en la variación que se le haya asignado al precio de la carne vacuna, el cual tiene una incidencia de 6,1 por ciento en el total de la estructura del IPC. Si el aumento relevado es del 10 por ciento, sólo ese producto justificaría una suba de 0,62 por ciento, pero los relevamientos privados indican que la carne trepó cerca de 25 por ciento y además advierten sobre aumentos en el precio de los lácteos y otros alimentos de la canasta básica.