Miércoles, 24 de diciembre de 2014 | Hoy
ECONOMíA › OPINIóN
Por Raúl Zylbersztein *
El abastecimiento en la Argentina es un problema importante que retrasa la inversión y perjudica la competitividad de las pymes, condenando a la industria al atraso tecnológico y obstruyendo su industrialización.
La tecnología es cara. Esto se suma a la dificultad del acceso al crédito. Los bancos facilitan el leasing para comprar autos, pero difícilmente para maquinaria, en especial cuando se trata de pymes. Sin financiamiento, nadie puede gastar dinero en tecnología si no tiene asegurado de alguna manera el abastecimiento de la materia prima que ponga esa máquina a trabajar.
Los otros días, en charla con un colega textil y otro metalúrgico, hablábamos de nuestros temas cotidianos. Cuando llegamos al abastecimiento, contábamos para cuánto tiempo de trabajo tenemos stock. El metalúrgico fue la envidia, porque tenía para seis meses de trabajo con la materia prima actual. Yo sólo tenía para esa semana y estaba desesperado porque no se consigue cuero, debido al crecimiento de su exportación y faltante en el mercado interno. El metalúrgico estaba apretado financieramente. Yo mucho más líquido, pero a mí no me importa si tengo pesos, dólares o lingotes de oro, ya que lo que necesito es materia prima para trabajar y dar trabajo.
Esta realidad hace que el capital lo utilicemos para algo verdaderamente improductivo, como es el exceso de stock para cubrirnos de los vaivenes a que nos somete “la mano invisible del mercado” o, mejor dicho, la empresa concentrada de cada sector.
La eficiencia absoluta la llamaron Just in Time (justo a tiempo), donde el industrial invierte su capital en tecnología, ya que la provisión de mercadería la tiene en “tiempo real” con su producción, y lo mismo su proveedor y así toda la cadena productiva opera sin stocks, el llamado “stock cero”. Pero para lograr esto se necesita de proveedores seguros, y en Argentina eso escasea.
Los mismos que provocan la ineficiencia de las industrias pymes son los que las acusan de ser ineficientes ante la opinión pública y ante los funcionarios, para que no se les limite su poder y se le pongan reglas. “Para qué me vas a limitar las exportaciones de mi producto si estos tipos no tienen la capacidad productiva de procesarla, y además no exportan y no traen divisas al país como nosotros” o “¿te vas a arriesgar a que perdamos exportaciones y mercados externos por estos boliches?”. Estas frases no son exageraciones. Son argumentos que se vierten a diario en los despachos de los funcionarios por supuestas asociaciones de empresas, que generalmente son manejadas sólo por una o dos empresas.
Es por esto que, aunque las cámaras de los poderosos se atribuyan la representación de todo el empresariado y en muchos informes periodísticos estemos ninguneados, los empresarios pymes apoyamos la Ley de Abastecimiento como una esperanza de avanzar en una industrialización ágil y eficiente para todos.
El abastecimiento tiene que trascender a los gobiernos, porque los tiempos políticos y los de la inversión productiva son tiempos distintos. Los empresarios y trabajadores, que dependemos de ese abastecimiento para nuestro trabajo, defenderemos toda norma que busque nuestro abastecimiento en el ámbito que los que la quieran voltear propongan, sea en la Justicia o en las urnas.
* Secretario general de la Confederación General Empresaria (Cgera).
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