A través de una resolución que se publicará hoy en el Boletín Oficial, el Gobierno aprobó a través de la Unidad de Renegociación la obra de Hidrovía por la que se profundizó el calado de los ríos Paraná y De la Plata a cambio de la autorización de un ajuste tarifario del 40 por ciento, tanto para la carga internacional como para la de cabotaje. Esa misma norma prevé que se iniciará una renegociación integral de este contrato que desde su inicio, en 1995, fue retocado varias veces.

La concesión del grupo que integran en partes iguales Emepa, de Gabriel Romero, y la firma belga Jan De Nul tiene algunas particularidades. Una es que la tarifa para el flete internacional, que representa el 95 por ciento de los ingresos, está dolarizada, a diferencia de lo que ocurrió con el resto de los ingresos de las privatizadas que fueron pesificados. La empresa añade otro rasgo distintivo como el del buen nivel de satisfacción de los usuarios, empresas exportadoras que no se quejarían de pagar más por el peaje a condición de que el río tenga más calado.

En febrero del 2005, Hidrovía firmó un acta acuerdo con el Gobierno a través de la cual se comprometió a aumentar el calado de 22 a 25 pies para el tramo que va desde Santa Fe a San Martín y de 32 a 34 pies para el que se extiende desde esa localidad hasta la salida al Atlántico. La obra, concluida hace tres meses, demandó una inversión de 40 millones de dólares y su mantenimiento requerirá unos 27 adicionales cada año. Esa mayor profundidad permitirá a una misma embarcación cargar más peso, lo que redundaría en un beneficio adicional para los usuarios.

El concesionario cuantifica y enfatiza ese rédito adicional con un ejemplo. Con el nuevo calado, un barco granelero (la mitad de los 95 millones de toneladas que se transporta por la Hidrovía son granos) podrá aumentar la carga de 43,0 a 46,6 millones de toneladas. Esas 3600 toneladas adicionales le reportarían un beneficio equivalente a 110 mil dólares de ahorro, por acumular más cantidad en un mismo barco. Menos del 15 por ciento de esa ventaja iría al bolsillo del concesionario.

Desde el 1º de septiembre, la tarifa del peaje pasará de 1,65 a 2,25 dólares, para las embarcaciones que entran o salen del país, o pesos, para los barcos que se mueven entre puertos locales. El derrotero de este precio ha sido siempre ascendente desde los 0,96 centavos de dólar de arranque, que fueron subiendo paulatinamente.

Desde el primer momento esta concesión estuvo auxiliada con una subvención anual de 40 millones de dólares que el Estado dejó de pagar en el 2001. Como contrapartida, en el 2003 se le autorizó una suba que no habría llegado a compensar la pérdida del subsidio. Tema que, previsiblemente, formará parte de la agenda de renegociación.