La negativa argentina a aprobar la propuesta de modificación de la estructura de poder dentro del FMI fue acordada en el más alto nivel político con el gobierno de Brasil. La semana pasada, Argentina, Brasil e India encabezaron la avanzada contra el staff del Fondo, al oponerse al proyecto de su director gerente, Rodrigo Rato, de cambiar la estructura de funcionamiento interno del organismo. En concreto, el español propuso otorgar un aumento inmediato del voto de México, China y Corea del Sur. En principio, la administración Kirchner estaba de acuerdo, pero luego cambió de opinión y se unió a Brasil con el reclamo de una transformación más contundente.

“Para que el FMI recupere la credibilidad perdida tienen que hacerse modificaciones de fondo y no sólo arreglos cosméticos”, dijo el mexicano Ariel Buira, secretario del G-24, grupo del que participan Argentina y Brasil. Ese economista fue uno de los invitados estelares al seminario que Felisa Miceli organizó hace dos semanas para cuestionar el actual funcionamiento del FMI y proponer un cambio profundo.

Sin embargo, en un primer momento el gobierno argentino aceptaba que países como México, China y Corea del Sur tuvieran una mayor representación. No hay reparos a que esas naciones ganen peso dentro del organismo, pero se lo considera insuficiente. Así se acordó con el gobierno de Brasil.

Además del voto negativo de Argentina, Brasil e India, otros 33 países se abstuvieron frente a la propuesta de Rato. “Abstenerse es muy inusual y votar en contra es algo extraordinario”, apuntó Buira para reflejar el clima que reinó durante la votación del jueves último.

De todos modos, Rato se manifestó conforme porque obtuvo el apoyo del “90 por ciento del directorio”. El punto es que Estados Unidos, la Unión Europea y Japón tienen una representación equivalente al 55 por ciento de los votos y estuvieron de acuerdo.