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La lucha contra el empleo informal se convirtió en otro de los pilares de la administración Kirchner. El compromiso personal del jefe de Estado, encabezando el acto, y la elección del Salón Blanco de la Casa Rosada volvieron a ser las señales inconfundibles del carácter institucional que el Gobierno quiere darle a esa decisión de neto corte social. “Decir que devolver la dignidad mínima a los trabajadores dejará a otros sin trabajo es la teoría del absurdo, del miedo y del caos”, definió Kirchner desde el estrado.
La frase tuvo la intención de cruzar uno de los argumentos más utilizados por el sector empresario al resistir el blanqueo de los empleados “en negro”. El propio Alberto Alvarez Gaiani, titular de la UIA, manifestó ayer esos reparos (ver aparte).
“Tenemos que ser absolutamente severos y firmes en que se termine el trabajo en negro, que no sólo perjudica la calidad y la dignidad de los trabajadores argentinos sino que también permite que se contrate mano de obra esclavizada de otros países”, aseveró Kirchner en otro de los párrafos de su discurso en el mismo ámbito en que hace apenas un par de años se lanzaron las leyes de flexibilización laboral.
Precisamente, el jefe de Estado también se refirió a uno de los aspectos que el gobierno menemista y el de la Alianza enarbolaron cuando fueron gobierno: “Hay que terminar con la teoría perversa de que la falta de trabajo y de inversión es por los altos costos laborales”, disparó Kirchner. Y remató: “Tenemos que defender estas conquistas no como si fueran un hecho de vergüenza, sino con una realidad indiscutible a la que no se puede renunciar”.