ECONOMíA › LA TACTICA OFICIAL ANTE LOS PRECIOS Y SALARIOS

La concertación no escrita

 Por Raúl Dellatorre

El acuerdo entre el sindicato camionero y la federación empresaria del autotransporte de cargas fue exhibido ayer por el gobierno nacional –conferencia de prensa mediante– con la intención no dicha, pero indisimulable, de mostrarlo como “convenio testigo” para las demás ramas en discusiones paritarias. El 19 por ciento enunciado como aumento acordado funcionaría, así, como “pauta” a seguir en otras negociaciones. El hecho sucede a apenas 24 horas de que el presidente Néstor Kirchner declarara, en una planta automotriz, que “la inflación no la generan los trabajadores” con sus salarios y tan sólo 48 horas después de que desde la conducción económica se advirtiera que el Gobierno no quiere “acuerdos de aumentos salariales mayores al 16 por ciento para el año”.

Al presentar el acuerdo de los camioneros como caso testigo, el Gobierno está apostando a un diagnóstico que no es seguro que sea el correcto, según el cual el modelo de negociación sindical en distintas ramas sería hoy el mismo que el vigente 30 años atrás. Hasta mediados de la década del 70, todos miraban a la poderosa UOM de Lorenzo Miguel para ver qué firmaba en materia salarial. Patrones y sindicatos sabían que ahí estaba “la pauta” y que no podrían alejarse mucho de ella. Pero en todas las actividades, con variaciones mínimas en función de las tareas específicas en cada una, las condiciones de trabajo –duración de jornada, vacaciones, premios, francos, etc.– guardaban cierta similitud. Hoy no ocurre nada de eso.

Es más: la historia de las negociaciones de los últimos años difiere diametralmente entre distintos gremios. Mientras unos aún están lejos de haber recuperado la pérdida salarial por el impacto inflacionario desde el 2001, otros han cambiado condiciones de trabajo por salario en la mesa de acuerdos. El punto de partida ya no es el mismo para todos. Y la inflación actual no es el único ingrediente en la discusión salarial.

La Bancaria está a punto de anunciar un acuerdo salarial sobre porcentajes similares. Para la próxima semana se espera que firme el gremio de la alimentación. Logrando que Juan José Zanola y Rodolfo Daer firmen por porcentajes inferiores al 20, el Gobierno entiende que cumpliría su objetivo. Y esperará que otros gremios sigan esa pauta, inhibiéndose de pedir cifras superiores.

Hay dudas acerca de si gremios como Smata, por ejemplo, respetarán la regla. Frente a las automotrices, difícilmente se conformen con discutir la inflación proyectada. En cambio, es probable que reclamen incorporar en la discusión el fuerte aumento en la productividad del trabajo en las terminales, el aumento en las ganancias empresarias de los últimos dos años y la rápida recuperación en las ventas. Incluso, hay dudas acerca de qué es lo que “en plata” recibirán los camioneros. El 19 por ciento anunciado, en rigor, no se explicó sobre qué valores se calcula, y hay indicios que “por afuera” de ese porcentaje bien explotado mediáticamente, los choferes recibirán algún adicional que les representará un porcentaje de aumento más importante. Más cercano al 28 por ciento que reclamaban.

Una semana atrás, la ministra Felisa Miceli aseguraba que la inflación ya estaba bajo control. Esta semana, una alta fuente de su entorno les puso techo a los aumentos salariales, en una expresión que se ajusta a las facultades que la ley de Ordenamiento Laboral (25.877) le asigna al Ejecutivo –podrá negar la homologación de un convenio si considera que “afecta el interés general”–. Kirchner les habló a obreros y empresarios de las automotrices convocándolos a “trabajar en forma conjunta por un futuro mejor para el país”.

Desde el Gobierno, se está intentando meter los acuerdos salariales en la misma bolsa de los acuerdos de precios, como parte de una misma táctica para combatir la inflación. Algo así como una concertación social no escrita. Al propio Moyano se le escapó ayer en la conferencia que el aumento limitado de salarios de los camioneros era “una contribución a lapolítica del Gobierno”. Los fantasmas, como las brujas y las presiones, tampoco existen.

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