Miércoles, 27 de agosto de 2008 | Hoy
EL MUNDO › ASUMIó COMO SENADOR CON EL AVAL DEL PRESIDENTE DE LA CáMARA ALTA
Una vez más, los legisladores de Paraguay no le habían dado quórum para asumir la banca. El ex presidente juramentó en una sala vacía. Más tarde el Congreso lo deslegitimó.
El ex presidente paraguayo Nicanor Duarte Frutos juró ayer como senador en una sala casi vacía, a las apuradas. Por tercera vez en una semana la coalición oficialista de Fernando Lugo y la mitad de la bancada colorada se habían negado a dar quórum y permitir la asunción del ex mandatario. Según sostienen, la Constitución establece que los ex presidentes deben ser senadores vitalicios, no plenos. La diferencia no es poca. Los primeros no tienen voto ni cuentan para el quórum. La ceremonia de la mañana tuvo el aval del presidente de la Cámara alta, el oviedista Enrique González Quintana. No hubo negociaciones de último momento con el oficialismo ni protestas en los pasillos. La gente de Lugo prefirió esperar su turno y seis horas después convocaron una segunda sesión en la que declararon ilegal la asunción del ex presidente. Esta vez sí había quórum, pero la silla del presidente de la Cámara estaba vacía.
Duarte Frutos llegó al Congreso a eso de las diez de la mañana. Enfrente del edificio lo esperaban unos 150 simpatizantes, la mayoría funcionarios o empleados públicos. Lo recibieron con abrazos y palabras de apoyo. El ex mandatario se metió en medio de la pequeña multitud como para tomar fuerza antes de cruzar el cordón policial que rodeaba ayer el Congreso. Adentro, en la sala de sesiones del Senado lo esperaban los legisladores colorados que todavía le son fieles y toda la bancada del Unace, el partido encabezado por el ex general Lino Oviedo.
“Es un gran honor ser parte del Congreso nacional, del Senado, por decisión de la soberanía popular. Estamos acá para servir a la República, a la gobernabilidad, sin odio, para trabajar por nuestro pueblo sin odio ni rencores”, afirmó Duarte Frutos, con la mano derecha levantada. Los menos de veinte senadores que lo acompañaban aplaudieron con ganas, pero no lograron tapar el silencio de los cuarenta y tantos que no estaban. Terminado el trámite, la sesión se levantó. Nadie festejó.
“Los dejamos hacer porque el juramento no tiene validez. La sesión fue ilegal; no había quórum”, aseguró Carlos Filizzola, senador por la Alianza Patriótica para el Cambio, la coalición que llevó a Lugo a la presidencia. Con la confianza que da ser mayoría, el legislador recordó que la Constitución establece que sólo el pleno del Senado puede tomar juramento a un miembro.
Nada está por encima de la Cámara, sostiene el senador en diálogo telefónico con este diario, ni siquiera los fallos de la Corte Suprema o del Tribunal Electoral que autorizaron primero la candidatura al Senado del entonces presidente y después su asunción. “Los fallos demuestran una vez más la manipulación y la complicidad de la Justicia. El 20 de abril (fecha de la elección de Lugo) el país eligió empezar una nueva etapa. Una etapa en la que no se siga trasgrediendo la institucionalidad del país”, aseguró Filizzola.
Después de más de tres horas de debate, el oficialismo, el partido de izquierda Patria Querida y la mitad de la bancada colorada que responde al ex vicepresidente y rival de Duarte Frutos, Luis Castiglioni, anuló la sesión de la mañana. Según la resolución, la banca que ganó el ex presidente en las últimas elecciones seguirá siendo ocupada por Jorge Céspedes, el senador suplente que juró el 30 de junio pasado con el resto de la Cámara. En aquel momento Duarte Frutos no podía asumir su banca porque todavía ocupaba el sillón presidencial.
Más allá de lo que suceda con esa banca, la asunción de Duarte Frutos blanqueó su alianza con el oviedismo y dejó al borde del abismo la coalición que intentaba crear el gobierno de Lugo en el Congreso. “Está claro que la alianza con el oviedismo no ha funcionado. Hay que armar una nueva mayoría, quizá con los partidos que nos acompañan ahora, Patria Querida y los colorados disidentes”, adelantó Filizzola.
Mientras esta alianza se construye, el Congreso quedó sin mayorías claras. Los colorados, primera minoría, quedaron divididos por la mitad. El oficialismo se convertirá en la bancada más importante en las dos cámaras, pero tendrá que negociar en cada votación para conseguir los votos necesarios.
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