Miércoles, 27 de agosto de 2008 | Hoy
ECONOMíA › CUESTIONAN SU POLíTICA
Por Fernando Krakowiak
¿La baja del dólar fue sólo para frenar la corrida contra el peso o también expresa una vuelta a la ortodoxia para combatir la inflación? En el Banco Central afirman que la política cambiaria es la misma de siempre y que lo único que cambió fue el contexto, dando a entender que el principal objetivo fue generar tranquilidad para detener la sangría de depósitos que se registró durante el conflicto con el campo. Sin embargo, el temblor pasó y el dólar quedó congelado en 3,05 pesos. Además, la autoridad monetaria también intervino en el mercado de futuro para dejar en claro que no habrá cambios significativos en la cotización durante los próximos meses. Esta jugada desató una fuerte interna dentro del Gobierno, pues algunos funcionarios creen que Martín Redrado aprovechó la incertidumbre que generó el lockout rural para enfrentar la inflación con la receta ortodoxa de dólar “bajo” y tasas altas, mostrándose ante el establishment financiero internacional como el principal garante de la “sensatez macroeconómica”. Las visiones heterodoxas afirman que esa salida es pan para hoy y hambre para mañana porque atenta contra el modelo productivo de los últimos cinco años, aunque el Banco Central niega que la pérdida de competitividad sea determinante.
Quienes no simpatizan con Redrado sostienen también que desde que desembarcó al frente de la entidad se encolumnó detrás de la política oficial, pero al mismo tiempo resistió los cambios que se quisieron introducir para modificar la matriz neoclásica que predomina en el organismo. A continuación se detallan algunos cuestionamientos:
- Modificación de la Carta Orgánica: en el artículo 3º de la Carta se establece que la misión primaria de la entidad es preservar el valor de la moneda. Ese objetivo se introdujo en 1992 para responder a los requerimientos del Plan de Convertibilidad y deja entrever una concepción ortodoxa que atribuye la inflación sólo a la emisión monetaria. El año pasado, la actual titular del Banco Nación, Mercedes Marcó del Pont, presentó un proyecto parlamentario para modificar ese artículo donde proponía que la preservación del valor de la moneda debía ser cumplida de modo consistente con las políticas orientadas a sostener el nivel de actividad y de empleo. La propuesta no era original, pues la vieja Carta Orgánica preveía algo similar e incluso la Reserva Federal de los Estados Unidos establece diversos objetivos, como la estabilidad de precios, el crecimiento y el pleno empleo. La coordinación del Banco Central con el Ejecutivo también está contemplada en Colombia, Honduras, Paraguay y Venezuela. Sin embargo, la iniciativa no prosperó y cerca de Marcó del Pont responsabilizan a Redrado. Desde el Central respondieron PáginaI12 que la propuesta no avanzó porque llegó dos meses antes de las elecciones, sin consultas previas y con escaso apoyo político.
- Regulaciones prudenciales de Basilea: los principales países desarrollados acordaron en 1988 en Basilea una serie de recomendaciones para incrementar la solidez y estabilidad del sistema bancario internacional, reemplazando las regulaciones macroeconómicas vigentes en cada país por un conjunto de disposiciones comunes de carácter microeconómico. El nuevo esquema consistió en la imposición de requerimientos mínimos de capital fijados mediante la calificación de los activos de las entidades de acuerdo con los destinatarios de los créditos, el tipo de operaciones, las garantías y el plazo de las financiaciones. Según sus críticos, esa lógica llevó a los bancos a racionar el crédito a las pymes, financiar al sector más concentrado y privilegiar los préstamos de corto plazo. Sin embargo, la regulación prudencial de Basilea continúa vigente e incluso hay una profundización porque el Banco Central ya estableció una hoja de ruta que marca el pasaje a Basilea II. En la entidad confirmaron el dato, pero negaron que esas pautas restringieran el crédito.
- Encajes diferenciales: los funcionarios que resisten a Redrado también le cuestionan no haber aprovechado el escaso margen de acción que brinda la Carta Orgánica para incrementar el crédito a los sectores productivos. El capítulo V prevé en su artículo 18 que el Banco Central podrá “establecer políticas financieras orientadas a las pymes y a las economías regionales, por medio de exigencia de reserva o encajes diferenciales”. Eso significa que se podría aplicar, por ejemplo, un menor encaje sobre los depósitos afectados a los préstamos a las pymes para abaratar la tasa de interés y generarle un mayor incentivo a la empresa para endeudarse. Felisa Miceli le propuso a Redrado avanzar en esa dirección cuando se desempeñaba al frente del Ministerio de Economía, pero finalmente abandonó su cargo y el mecanismo nunca se puso en práctica. Actualmente, el encaje depende del tipo de depósito y no varía según el destino que se le asigne al dinero.
- Metas de inflación: el Central no se maneja con metas de inflación sino con un programa que establece un piso y un techo de expansión monetaria, lo que le otorga mayor flexibilidad a su política de intervención. Sin embargo, algunos de los instrumentos que puso en marcha el ex titular del Central Alfonso Prat Gay, para implementar el régimen de metas, continúan vigentes. El informe de inflación que publica la autoridad monetaria y el Relevamiento de Expectativas de Mercado (REM) son instrumentos típicos para ese tipo de esquemas que impulsa la ortodoxia económica. Desde el Central, reconocen que no están en contra de las metas de inflación, pero remarcan que Martín Redrado considera que no es el momento adecuado para instrumentarlas.
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