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“Calma, compañeros, que no voy a hacer todo de golpe”, dice Lula

Lula se reunió ayer con 500 sindicalistas en San Pablo para explicarles que la implementación de cambios salariales y de la reducción de la jornada de trabajo demorará un tiempo.

El sindicalista, como presidente, le pide paciencia a los sindicalistas. Luiz Inácio Lula da Silva pidió ayer paciencia a los gremialistas brasileños y advirtió que los cambios que prometió para Brasil no se concretarán a corto plazo. “Las reformas se realizarán en forma sana y tranquila”, dijo ayer el presidente electo de Brasil ante 500 dirigentes sindicales que lo escucharon durante una hora. También dijo que llevará al Congreso los proyectos de reforma previsional, laboral y tributaria. Y que cada una de estas reformas será debatida en foros que reunirán a empresarios, trabajadores y jubilados. En lo económico, no hubo buenas noticias para Lula, que afrontará un año difícil cuando el primero de enero asuma la presidencia. Luego del fracaso del Banco Central para refinanciar títulos de la deuda interna que vencen este lunes, el dólar se disparó a 3,61 reales. Además, el riesgo país subió un 2,72 por ciento y se ubicó en los 1.661 puntos.
En su encuentro con los sindicalistas en la ciudad brasileña de San Pablo, Lula afirmó que considera “prematuro” el debate sobre el reajuste del salario mínimo –actualmente equivale a 55 dólares mensuales– que se realizará en mayo del año que viene. También se negó a comprometerse a conceder un aumento del 20 por ciento para el 2003, aunque dijo que lo hará “si es posible”, y lo mismo manifestó respecto a las demandas sindicales de una reducción de la jornada laboral. En su discurso, Lula apeló a que todos los sectores de la sociedad brasileña lleguen a un consenso. “Siempre hay una forma de hacer las cosas sin agredir a nadie. En la política, aprendí que nada se consigue con la fuerza”, indicó. De todos modos, aseguró que cumplirá lo que había prometido en su campaña presidencial: duplicar el poder adquisitivo del salario mínimo hasta el final de su mandato.
“No existe ningún ejemplo de una persona de mi origen, de mi historia, que haya llegado a la presidencia”, les dijo Lula a sus ex colegas, y les recordó brevemente su carrera política: tornero mecánico, presidente del Sindicato de Metalúrgicos de San Pablo y líder de las huelgas del final del régimen militar brasileño, entre 1975 y 1980. Ayer, Lula les dijo a los gremialistas que nunca se había imaginado llegar a ser el presidente de un país con la importancia que tiene Brasil. Un país con “una elite empresarial altamente moderna y que nunca permitió que los trabajadores tuviesen acceso a nada”. Y afirmó que quiere que “millones de brasileños que nunca tuvieron acceso a bienes materiales ni escolaridad, por más humildes que sean, comiencen a comprender que ellos también pueden llegar a donde yo llegué”.
Aunque Lula aclaró que no habrá cambios importantes a corto plazo, los dirigentes de la Central Unica de Trabajadores (CUT) y de la Fuerza Sindical, los dos sindicatos más importantes de Brasil, quedaron contentos con el encuentro. “Todo ocurrió como nosotros deseábamos y quedó claro que nada se hará como imposición desde arriba hacia abajo”, declaró el presidente de la Fuerza Sindical, Paulo Pereira da Silva. Mientras, el líder de la CUT, Joao Felicio, elogió la propuesta de Lula de propiciar un debate entre los distintos sectores de la sociedad brasileña. Después de la polémica que hubo alrededor del cambio de fecha para la asunción del mandato –Lula prefería que se hiciera el seis de enero y Cardoso, el presidente saliente, que se realizara el primero, como lo estipula la Constitución–, finalmente, el presidente electo asumirá su cargo el primero de enero del 2003.

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Lula explica a los sindicalistas que “las reformas se realizarán en forma sana y tranquila”.
 
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