Sábado, 8 de mayo de 2010 | Hoy
EL MUNDO › BROWN CEDIó LA INICIATIVA A LA OPOSICIóN, PERO NO DESCARTA UNA ALIANZA
Tras una elección en que nadie sacó mayoría propia, el problema es que el grueso del partido conservador se opone a la reforma del sistema electoral, punto de partida de cualquier negociación con los liberal demócratas.
Por Marcelo Justo
Desde Londres
Con un veredicto indeciso de las urnas, la negociación política tendrá que arreglar el entuerto. En una declaración cerca de las dos de la tarde, el primer ministro Gordon Brown cedió la iniciativa a sus adversarios diciendo que conservadores y liberales demócratas debían tener tiempo para negociar un gobierno de coalición, pero remarcó que si ese diálogo no prosperaba estaba dispuesto a formar una alianza propia. Unos 40 minutos más tarde, el ganador de los comicios, el conservador David Cameron, reclamó el derecho a gobernar y ofreció un lugar en un futuro gabinete a los liberal demócratas. “Queremos hacerles un amplia ofrecimiento a los liberal demócratas. Es hora de pensar en el futuro del país”, dijo Cameron. El diálogo está en marcha, pero su éxito es más que incierto.
Los resultados finales, que se dieron a conocer ayer por la tarde, daban 306 escaños a los conservadores (36 por ciento), 258 a los laboristas (29 por ciento) y 57 a los liberal demócratas (23 por ciento): ninguno llegaba a los 326 diputados que se necesitan para una mayoría propia. El partido de Nick Clegg, que tuvo un desempeño muy por debajo de lo que se esperaba, se convirtió en la niña bonita gracias a esta caprichosa aritmética parlamentaria. Cameron dejó en claro sus diferencias con el “europeísmo” de Clegg y su política inmigratoria, pero aseguró que había muchos puntos en común en educación y economía. El mismo Clegg había dicho durante la campaña que se necesitaba un acuerdo interpartidario para solucionar el 11,6 por ciento de déficit fiscal británico y hacer a un lado ese fantasma griego de “default” que agita con vientos de apocalipsis la prensa británica, explícitamente conservadora.
El problema es que el grueso del partido conservador se opone con vehemencia a la reforma del sistema electoral, punto de partida de cualquier negociación. Los liberal demócratas se han visto sistemáticamente relegados a un oscuro tercer lugar por el sistema de votación no proporcional que en la elección del jueves los dejó con menos de un 10 por ciento de los escaños, a pesar de haber obtenido un 23 por ciento del voto. Debido a sus problemas internos, Cameron sólo pudo ofrecer una comisión investigadora sobre la conveniencia de cambiar el sistema electoral. En 1997, el laborismo de Tony Blair formó una comisión similar que redactó un sesudo documento que deben haber leído una decena de personas en el Reino Unido sin que cambiara absolutamente nada.
Consciente de estas dificultades, Gordon Brown reconoció que los conservadores tenían prioridad en la búsqueda de un gobierno de coalición. Políticamente es una estrategia a prueba de balas. Si hay acuerdo entre Cameron y Clegg, Brown quedará como un estadista que cumplió con el rol constitucional del primer ministro en una elección sin mayoría parlamentaria decisiva. Pero si no hay acuerdo ya hizo pública la oferta de los sueños liberal-demócratas: el referendo sobre un sistema de voto proporcional. Para el partido de Nick Clegg es una oportunidad histórica de conseguir algo que vienen exigiendo desde hace décadas y que les permitiría recobrar un protagonismo político que ejercieron por última vez en 1922. El problema es que la reforma electoral no es una prioridad. En momentos en que el país está luchando por salir de la crisis económica y tiene que lidiar con la presión de los mercados financieros, una coalición que gire en torno de esta referendo puede ser percibida como cínico oportunismo.
¿Es entonces imposible una coalición entre laboristas y liberal demócratas? Nada lo es en política. Si por un lado es la niña bonita, Clegg se encuentra también entre la espada y la pared. Si la negociación con los conservadores no prospera, puede quedar como el culpable de una impasse política. Pero si forma coalición tendrá que hacerse corresponsable del programa de ajuste fiscal que impulsan los conservadores. Dos fechas clave funcionan como horizonte de cualquier negociación. El 18 de este mes los diputados regresan a la Cámara de los Comunes. El 25 el nuevo gobierno debe presentar su programa ante la reina y ésta ante el Parlamento. Si no hay acuerdo con Cameron y queda en claro que este programa no sobrevivirá el escrutinio del Parlamento, es posible que se abra un sendero estrecho, pero sendero al fin, para un gobierno de coalición laborista/liberal demócrata. Por el momento, este fin de semana, la palabra la tendrán los negociadores del partido conservador y el liberal demócrata.
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