Viernes, 21 de octubre de 2011 | Hoy
EL MUNDO › ANALISTAS INTERNACIONALES ADVIERTEN SOBRE LAS CONTRADICCIONES QUE ENFRENTA LA TRANSICION
“A diferencia de Egipto o Túnez, hay que construir todo de cero, lo que significa un obstáculo”, advierte Ignacio Gutiérrez de Terán. La rebelión tunecina movió los cimientos del norte de Africa, explica Santiago Alba.
Por Mercedes López San Miguel
El futuro de Libia está en manos de un Consejo Nacional de Transición que cuenta al menos con dos sectores visibles, uno pro-occidental, el otro islamista. Hasta ahora, ambos estaban unidos por un mismo objetivo: hacer caer la cabeza de Khadafi. Pero los cuerpos que conforman el Consejo rebelde podrían moverse cada uno por su lado, poniendo en cuestión la tantas veces proclamada voluntad de democratizar el país. Aunque también podrían lograr un consenso. Con más dudas que certezas, los analistas consultados por Página/12 señalan que el país entra en un proceso de reislamización, con un papel importante de la Hermandad Musulmana. Un proceso largo y con final abierto.
El caso libio no puede entenderse de forma aislada. La rebelión tunecina que provocó la salida de Ben Alí en enero pasado movió los cimientos del norte de Africa. El ensayista y escritor español Santiago Alba, autor de Túnez, la revolución, compara las experiencias. “En Libia no existen instituciones ni sociedad civil articulada y la transición empieza después de una guerra civil. En cambio en Egipto y Túnez el grado de destrucción fue mucho menor y el cambio político llega después de una revolución exitosa.” Alba no descarta que haya divisiones internas en el Consejo Nacional de Transición. “Es posible que exista tensión entre el sector más político y liberal y el sector militar e islamista. A su vez, habría pugnas entre los islamistas de la Hermandad Musulmana y los salafistas. Esto puede ser una fuente de inestabilidad.”
Alba está convencido de que el país que gobernó Khadafi con puño cerrado se ubica en un tablero más grande, donde las palabras clave son islamismo moderado. “Libia se incorpora a una ola de islamismo democrático. En estos momentos, en todos los países donde se dieron revueltas, las fuerzas que van a ganar en Túnez o en Egipto son fuerzas islamistas democráticas que tienen como referente el AKP (Partido de la Justicia y Desarrollo) de Erdogan en Turquía. Son partidos con discursos equivalentes a los demócrata-cristianos europeos y que por tanto se ubican dentro de un marco financiero global capitalista. Aunque ganen, no podrán responder a las demandas sociales frente a los problemas de desempleo y desigualdad.” Se le pregunta si está tratando de decir que las revoluciones quedarán a medio camino. Alba responde sin vacilar. “El mundo árabe tiene que pasar por el islamismo moderado para luego poder buscar un proyecto de soberanía económica.”
A diferencia de Egipto o Túnez, hay que construir todo de cero, lo que significa un obstáculo, advierte el analista Ignacio Gutiérrez de Terán, del Taller de Estudios Internacionales Mediterráneos de la Universidad Autónoma de Madrid. “El sistema que estableció Khadafi era el de un ‘no Estado’. Con el ejército desmantelado y las instituciones extinguidas se deberá crear un nuevo sistema político.” El experto señala las contradicciones de este proceso. “El nuevo sistema no va a encontrar remanentes del viejo régimen que marquen una agenda muy distinta a la que plantean los jóvenes revolucionarios. Habiendo dicho esto, digo también que en el Consejo Nacional de Transición hay ex colaboradores de Khadafi que se dieron vuelta. Y esto crea tensión y abre un interrogante sobre su verdadera intención democratizadora. La posibilidad de la involución siempre está latente.”
Gutiérrez de Terán anticipa que el camino será sinuoso. “El Consejo Nacional de Transición está dividido entre un sector que es más político y cuenta con el respaldo de Estados Unidos y de Europa y otro sector más islamista, que recibe el apoyo popular y que dirigió las operaciones militares. Va a ser difícil lograr un consenso entre ambos, y sobre todo, que se ponga en marcha un proceso democrático que implique una reforma constitucional y la conformación de partidos.” El experto destaca el papel que tendrá en el futuro la Hermandad Musulmana, forzada a la clandestinidad durante las cuatro décadas de régimen. “Los Hermanos Musulmanes, dentro del sector islamista, serán quienes desempeñen un rol clave. En 2005 uno de los hijos de Khadafi, Saif al Islam, intentó un tibio acercamiento con reuniones, intermediarios y liberación de presos. El asunto no prosperó, pero hizo que los Hermanos Musulmanes conocieran más de cerca al régimen.”
Así las cosas, Santiago Alba acerca una lectura crítica sobre el deceso de Khadafi. “Se lo privó de un juicio justo y también de poder contar todo lo que sabía de la complicidad de Occidente con su régimen.” De lo que no hay dudas, señala Gutiérrez de Terán, es de que la muerte del líder libio supone que efectivamente comience una transición. Un proceso que se avecina largo y con final abierto.
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