Domingo, 13 de noviembre de 2011 | Hoy
EL MUNDO › ENTREVISTA A PANAGIOTIS LAFAZANIS, DIPUTADO DE IZQUIERDA EN GRECIA
Desde Atenas
La tecnocracia gobierna Grecia. Como en Italia, la crisis del euro puso al frente del país a un hombre de los bancos, un emisario del sistema que fue presidente del Banco Central griego, vicepresidente del Banco Central Europeo, miembro de la trilateral de Rockefeller (el primer grupo que promocionó la globalización a partir de los años ’70), y que jamás se sometió al voto popular. Salió de las brumas de las finanzas para dirigir un país y hacerle aceptar un drástico plan de ajuste decidido muy lejos de Atenas. El pasado 26 de octubre, la Unión Europea diseñó en Bruselas el rescate de Grecia. A cambio de una inyección de decenas de miles de millones de euros, Grecia debía someterse a una cura drástica de sus finanzas con el consiguiente costo social de esas medidas. Lucas Papademos es el hombre de la circunstancia. Sin mayoría alguna, consiguió que dos partidos de gobierno, la derecha de la Nueva Democracia y los socialistas del Pasok, y un minúsculo grupo de la extrema derecha, Laos, aprobaran su nombramiento. Como si fuera poco, con apenas quince diputados, la extrema derecha ingresó al gobierno con un ministro, dos viceministros y una secretaria de Estado. Una obra maestra de la arquitectura tramposa. Panagiotis Lafazanis, diputado de la coalición de izquierda radical griega, Syriza, presidente de su grupo parlamentario y encargado de las cuestiones económicas, está indignado. En esta entrevista con Página/12, Panagiotis Lafazanis compara la situación actual de Grecia con un golpe de Estado perpetrado por los bancos contra la democracia de su país.
–Para muchos analistas griegos, lo que pasó en Grecia es una suerte de reemplazo de la voluntad popular por la tecnocracia sin legitimidad democrática.
–Es absolutamente así. Aquí se están llevando a cabo experimentos de robo, de destrucción social, de los salarios del pueblo y de la vida de los trabajadores que han destruido al país. Esto nos conduce por un túnel sin luz. Este es el camino que han elegido para Grecia. El Fondo Monetario Internacional y la Unión Europea están robando y destruyendo a la sociedad griega.
–Pero en Grecia se dio una particularidad poco común: aquí hay un gobierno formado bajo la batuta de los bancos y no surgido de la voluntad de una mayoría popular.
–Lo que hemos tenido en Grecia en los últimos días fue un golpe de Estado. El acuerdo al que se llegó el pasado 26 de octubre en Bruselas para un nuevo rescate fue un acuerdo neocolonial sobre la periferia de Europa. Bruselas sabía perfectamente que esos acuerdos nunca hubiesen sido aceptados por el Parlamento griego. Era imposible, y aún más imposible era aprobar esos acuerdos mediante el voto popular. El gobierno tuvo miedo de presentar ante el Parlamento esas medidas y sus condiciones, justamente porque no hubiese tenido mayoría para ello. Por eso se produjo este golpe de Estado, para que pasen las medidas y para destruir la voluntad de lucha del pueblo griego. Están tratando de desarmar al pueblo. Pero este golpe de Estado no se detendrá en Grecia, sino que se ampliará a toda Europa. El Fondo Monetario Internacional es el constructor de esta idea. Ellos son los inventores. Por eso tuvimos aquí un consenso dentro de los partidos políticos tradicionales para aceptar el golpe de Estado y poner al frente del gobierno a un hombre de los bancos, el actual primer ministro Lucas Papademos. Papademos fue presidente del Banco Central griego y vicepresidente del Banco Central Europeo. En él podemos encontrar todos los ingredientes del golpe de Estado contra el pueblo griego. La democracia está ahora aplastada. Tenemos un nuevo gobierno cuya misión no es otra que la de implementar el acuerdo sobre Grecia al que se llegó en Bruselas el pasado 26 de octubre.
–Los bancos parecen tener hoy la misma misión que los militares de América latina durante los años ’70 y ’80.
–Aquí tenemos procesos antidemocráticos, con gobiernos títere, disfrazados con la ropa de la democracia parlamentaria. Tenemos una democracia superficial cuyo jefe es una junta conformada por los bancos, que actúa contra los intereses de la clase trabajadora.
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