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El gobierno griego anunció ayer que a fines de la semana desalojará los dos campamentos de refugiados improvisados del puerto ateniense de El Pireo e Idomeni, en la frontera con Macedonia, un día después que el papa Francisco pidiera al mundo que ayude a quienes demanden asilo. Los dos campamentos que serán desalojados se crearon espontáneamente cuando los países vecinos de Grecia cerraron sus fronteras y decenas de miles de refugiados, la mayoría provenientes de Medio Oriente, quedaron varados. Algunos se quedaron en la frontera con Macedonia con la esperanza de que ese país abriera el paso, otros se instalaron frente al principal puerto de Atenas. El viceministro de Defensa, Dimitris Vitsas, anunció en una entrevista con CNN Greece que el gobierno desalojará los campamentos frente a El Pireo y en Idomeni y que todos los refugiados serán enviados a centros de recepción, que en muchos casos se convirtieron en centros de detención, según organizaciones humanitarias y Naciones Unidas.

Las últimas cifras oficiales de Atenas sostienen que 3.600 personas duermen frente a El Pireo, mientras más de 10.000 siguen instaladas en el medio del barro y la intemperie de Idomeni. Sin embargo, voluntarios y periodistas sostienen que el número de refugiados en esos campamentos es superior. Pese a que la mayoría de los recién llegados quieren llegar al norte, la ley europea sostiene que deben pedir refugio en el primer país del bloque que pisen. La radio ateniense Athina 984 informó ayer que unas 1500 personas fueron trasladadas en micro desde El Pireo a un campamento de acogida estatal. En Idomeni, en cambio, la gente no quiere dar marcha atrás y quedar encerrada.

Pero aún si Grecia logra convencer a todos los refugiados de subirse a los micros sin utilizar la fuerza policial, pero deberá enfrentar otro problema: cómo procesar el pedido de asilo político de todos las personas que se desesperan por salir de los centros de recepción y de detención. El viceministro Vitsas se quejó ayer de que la Unión Europea sólo envió a la mitad de los 2.300 expertos en asilo que había pedido su gobierno para hacer frente a la llegada de miles de personas, que escapan de guerras, violencia y la pobreza más extrema en Medio Oriente y Africa.

En términos cuantitativos la situación se traduce en más de 1,2 millones de refugiados que desde el año pasado se sumergen en peligrosas e inhumanas situaciones para buscar refugio en Europa. Alemania y algunos países nórdicos recibieron el año pasado a cientos de miles de migrantes, pero desde entonces, los gobiernos de la región de los Balcanes y del centro y norte de Europa –ruta de los recién llegados– cerraron sus fronteras y los que llegan ahora quedan atrapados en Grecia. Desde entonces, la UE sólo consensuó un punto: firmar un acuerdo con Turquía para enviar 6000 millones de euros de ayuda y hacer ciertas concesiones políticas como eliminación de visado y reactivación de la candidatura de Ankara para entrar al bloque europeo.