Sábado, 14 de enero de 2006 | Hoy
EL MUNDO › PROPUESTAS DE LOS CANDIDATOS FRENTE A LA DESIGUALDAD SOCIAL
El 10 por ciento más rico de la sociedad gana 15 veces más que el 10 por ciento más pobre, en un Chile que mañana elige entre una visión redistributiva –la de la candidata oficialista Michelle Bachelet– y la perspectiva de libre mercado del empresario Sebastián Piñera.
Por Mercedes López San Miguel
Desde Santiago
Los chilenos elegirán en las urnas el domingo, dentro del modelo económico actual sostenido, dos tipos de visiones disímiles sobre las decisiones económicas. En un contexto de crecimiento macroeconómico pero con una marcada deuda social interna, Michelle Bachelet, candidata socialista, brega por achicar la desigualdad social, mientras su rival de tinte liberal-populista promete que creará un millón de empleos en los cuatro años de un gobierno de la Alianza –con la derecha dura de Joaquín Lavín–. Un futuro gobierno de la Concertación verá con optimismo profundizar los lazos con sus vecinos y escepticismo a las bondades del mercado, mientras que el multimillonario Piñera, dueño de LAN-Chile y un canal de televisión, buscará soluciones dentro de él. Entre los programas sociales y compromisos tributarios de uno y otro candidato, si no existen suficientes ingresos fiscales Bachelet probablemente subirá los impuestos, pero no Piñera.
El postulante de la centroderecha usó como caballito de campaña el tema del empleo. Página/12 preguntó al experto económico Joseph Ramos, decano de Economía de la Universidad de Chile, si la promesa del postulante es viable, y a qué costo. Ramos explicó que “es altamente improbable, se puede hacer si el salario mínimo es de mil pesos (dos dólares)”, es decir, flexibilizando el trabajo. Según el analista, generar más puestos de trabajo requiere de más inversiones. La economía ha crecido mucho con respecto al año anterior (2004). Una mayor inversión es inviable, porque está a un nivel muy alto”. El tema de la desigualdad social, la brecha entre ricos y pobres –el 10 por ciento más rico gana 15 veces más que el 10 por ciento más pobre–, ha estado en ambas campañas. Bachelet lo vinculó a la educación, a una mejora de la calidad de la educación pública, como lo dijo en su discurso del acto de clausura del jueves. El senador socialista Carlos Ominami dijo a Página/12 que “si queremos que haya más igualdad en Chile, que es un reclamo general, eso requiere políticas públicas más consistentes”. En la calle, es recurrente que la primera definición de un votante de Piñera sea “sabe hacer negocios”, “es exitoso”, mientras que para un seguidor de Bachelet se repite: “Fue buena como ministra de Salud”, o “con la Concertación el país se modernizó, mejoraron el transporte público, los colegios”. Entonces, lo prioritario es la reforma de las jubilaciones, mejorar las condiciones del trabajador –hay muchos empleos por contrato, flexibilizados– y, por sobre todo, redistribuir la riqueza.
En un país que crece con el motor de las exportaciones, otra cuestión pendiente es el tipo de cambio. Izquierda y derecha discuten si intervenir o no. El cambio es de 520 pesos un dólar, lo que desalienta las exportaciones. El dólar está bajo, mientras el cobre –principal producto de exportación– está por las nubes: hoy es de 2,10 dólares por libra; hace dos años, de 75 centavos.
Chile es el buen alumno de la región. Tiene tratados de libre comercio con Estados Unidos y Canadá, como parte del ALCA. ¿Cómo será uno y otro presidenciable con la región, darán la espalda al Mercosur? Fuentes de Piñera no ven al Mercosur como estratégico, sino problemático, aunque consideran a Argentina como socio importante. El principal asesor económico de Bachelet, Andrés Velasco, dijo a Página/12 que “para Chile es muy importante tener buenas relaciones con Argentina y esperamos poder colaborar en una serie de asuntos de interés común”.
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