Después de que su caso fuera remitido al Consejo de Seguridad, Irán rompió lanzas con la comunidad internacional anunciando el fin de la cooperación y la reanudación de su plan nuclear.
Por Anne Penketh
y Rupert Cornwell *
Irán anunció ayer represalias inmediatas después de que el caso de su sospechado programa de armas nucleares fuera enviado al Consejo de Seguridad. En reacción al voto al final de una reunión de dos días en Viena, Irán redobló la apuesta al anunciar un fin a las inspecciones sorpresivas por parte de los inspectores de armas de la ONU, y la inmediata reanudación del enriquecimiento de uranio “a gran escala”, que puede llevar en el futuro a la construcción de una bomba. Javad Vaidi, un alto funcionario iraní, dejó en claro que la única propuesta de compromiso que estaba sobre la mesa para romper el estancamiento, una oferta rusa de enriquecer uranio para Irán fuera del país, estaba muerta. “No hay razones para seguir el plan ruso”, declaró.
La respuesta de los halcones norteamericanos fue advertir ayer que la acción militar puede ser necesaria para impedir que Irán desarrolle un arma nuclear. Desde Munich, donde participa de la Conferencia de Seguridad Internacional Werkhunde, Donald Rumsfeld, el secretario de Defensa norteamericano, calificó a Irán como “el principal Estado en el mundo que apoya al terrorismo” y sostuvo que “el mundo no quiere un Irán con armas nucleares y trabajará en forma conjunta para impedirlo”. En la misma conferencia, el influyente senador republicano John McCain declaró que todas las opciones debían permanecer sobre la mesa en caso de que fallaran los esfuerzos diplomáticos para superar la confrontación. “Hay una sola cosa peor que la confrontación militar, y eso es un Irán con armas nucleares”, declaró.
McCain afirmó que era probable que el programa nuclear iraní provocara una carrera armamentista en Medio Oriente. Apeló a Rusia y China para apoyar acciones duras contra Irán en el Consejo de Seguridad, que ahora tiene agendado tratar el tema el mes que viene. La urgencia de McCain refleja la actitud pública del gobierno estadounidense de que es “simplemente inaceptable” que Irán, un miembro del “eje del mal” del presidente George W. Bush y considerado por Washington como el principal patrocinador del terrorismo en el mundo, nunca debería adquirir capacidad nuclear.
La semana pasada, además, un alto funcionario acusó a Teherán de perseguir no uno sino dos caminos para producir material fisible para armas nucleares. En adición a su bien documentado programa de enriquecimiento de uranio, dijo Stephen Rademaker, secretario de Estado en funciones para Asuntos de Seguridad y No Proliferación, Irán tenía un programa de plutonio que involucraba la construcción de un reactor de investigación y una planta de agua pesada. La administración Bush es consciente de que la situación es distinta de la del Irak de Saddam Hussein, ya que Irán tiene la capacidad de devolver al menos lo mismo que recibe en una escalada de la crisis. Tiene la capacidad de producir incluso mayores problemas en Irak, y ha amenazado con cerrar una vía clave de petróleo.
La junta que dirige la Agencia Internacional de Energía Atómica (AIEA), que se resistía a remitir a Irán al Consejo de Seguridad cuatro meses atrás, envió un fuerte mensaje al liderazgo iraní ayer al adoptar una resolución por 27 votos contra tres (Venezuela, Cuba y Siria) en favor de llevar el caso al Consejo. El compromiso se logró en parte gracias a un cambio en la retórica de la resolución, que en la versión aprobada pide “un Oriente Medio libre de armas de destrucción masiva”, en lo que constituye una alusión indirecta al arsenal nuclear de Israel.
Crucialmente, los socios económicos de Irán, Rusia y China, que poseen ambos poder de veto en el Consejo de Seguridad, votaron en favor de la resolución –con la condición de que no se apliquen sanciones–. Occidente espera que antes que perseguir un camino de confrontación, los iraníes detendrán el enriquecimiento de uranio, tomando en cuenta una demanda de la resolución del AIEA.
* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.