Lunes, 20 de marzo de 2006 | Hoy
EL MUNDO › EL NACIONALISTA HUMALA DESPLAZO A LA CANDIDATA DE LOS RICOS
Ollanta Humala, el candidato que más teme la Casa Blanca al frente del Perú, saltó ayer con el apoyo de los más pobres al primer lugar de las preferencias para las elecciones que habrá en tres semanas.
La bestia negra del establishment es por primera vez favorita para ganar las elecciones del Perú. Desde el principio de la campaña electoral, lo único que se mantuvo constante en las erráticas encuestas del país fue el primer puesto. Por mucho, poco o apenas unas décimas de punto porcentual, la candidata conservadora Lourdes Flores se mantuvo a la cabeza de todos los sondeos. Pero ahora, a sólo tres semanas de la elección presidencial, las cosas han cambiado y Ollanta Humala, ex militar y candidato nacionalista respaldado en su momento por Hugo Chávez, es el favorito para suceder a Alejandro Toledo. Una encuesta de la empresa Apoyo, difundida ayer por el diario peruano El Comercio, le otorgó una intención de voto del 32 por ciento, que no sólo lo sitúa en el primer lugar sino que además lo distancia de su principal rival, Flores, por cuatro puntos porcentuales.
Aunque la experiencia ha demostrado que lo único constante en las encuestas electorales en Perú es su esquizofrenia, los últimos sondeos ya mostraban un avance de Humala desde un rezagado segundo puesto a un empate técnico con Flores. Eso había sido porque las encuestadoras habían empezado a consultar la opinión de los sectores pobres de la selva y la sierra, mientras antes se confinaban a Lima y otras pocas zonas metropolitanas. En el pasado, el candidato nacionalista también había conseguido un empate técnico; sin embargo, ése había sido su techo y sólo pudo mantenerlo por poco tiempo. Después de este pico, su popularidad comenzó a derrumbarse, incluso llegando a pelear su lugar en el ballottage –que por lo que indican las encuestas sería inevitable, gane quien gane en primera vuelta– con el ex presidente aprista Alan García. Este retroceso coincidió con una fuerte campaña en los medios en los que se acusaba a Ollanta de violaciones a los derechos humanos cuando dirigía una base militar en la selva, a principios de los noventa. Pero el ex militar salió airoso de las acusaciones por la falta de cualquier evidencia material.
Mientras Humala avanza, las cifras de los otros dos candidatos con posibilidades reales de acceder a la presidencia, o al menos a una segunda vuelta, comenzaron a descender. El candidato aprista bajó del 22 al 21 por ciento, alejándose cada vez más de la posibilidad de participar en un eventual ballottage. Para el entorno de Flores, sin embargo, esta encuesta es una señal de alerta que no pueden ignorar. Una semana atrás, los responsables de su campaña se preguntaban unos a otros si la candidata finalmente había alcanzado su techo con el 30 o 31 por ciento. La única respuesta que encontraron en aquel momento fue culpar a una supuesta campaña de “desinformación”, conducida por García, para presentarla como la candidata de la “oligarquía” y de los “grandes intereses económicos”. Esta imagen, sin dudas, ha favorecido al perfil de Ollanta, un líder nacionalista que apela a la “refundación de la República” a partir, fundamentalmente, de los intereses populares.
La encuesta de Apoyo generó escepticismo en algunos y alarmismo en otros. García, el candidato aprista, recibió las nuevas cifras con mucha tranquilidad. Aseguró que no le preocupan “porque tengo una enorme confianza en la reflexión y el razonamiento del pueblo del Perú”. Para el ex presidente, todo cambiará días antes de la elección, cuando los peruanos comiencen a analizar y a hacer previsiones sobre los próximos cuatro años. Juan Luis Cipriani, el conservador cardenal de Perú, se alarmó con los nuevos resultados e hizo un llamado de advertencia a la población: “No esperemos cambios por letreros en la calle. Se escuchan revoluciones y fórmulas mágicas. No hagamos caso a personas que dicen que todo lo van a hacer. No existe cambio posible si no cambiamos por dentro”. En una clara referencia a la campaña nacionalista de Ollanta, Cipriani llamó a no hacer caso “al mesianismo” de los candidatos que prometen todo. El sondeo también develó los puntos fuertes de los dos presidenciables, lo que seguramente modificará o fortalecerá sus actuales campañas. La mayoría de los encuestados percibe a Flores como la candidata más calificada para desarrollar políticas orientadas a promover la creación de empleos, mejorar la calidad de la salud y de la educación. En cambio, Ollanta es visto como el más capaz para lidiar con el narcotráfico y la corrupción y para fortalecer la seguridad.
No sólo el líder nacionalista tiene a su favor que la cuestión de la seguridad y del narcotráfico –fuertemente relacionadas entre sí– son actualmente prioritarias en la agenda política del país, y de la región, sino que comparte “una identificación étnica” con la mayor parte de la población peruana. Los potenciales votantes de Humala se encuentran en las áreas rurales e indígenas que aglutinan a unos 27 millones de habitantes, de los cuales el 51,2 por ciento está en la pobreza y el 48 por ciento es indígena y tiene como primera lengua el quechua. Estas características socioculturales han demostrado ser una barrera difícil de sortear para una candidata como Flores, más cómoda entre los sectores metropolitanos.
Luego de enterarse de la buena noticia ayer, Humala dijo ser “una fuerza en crecimiento” y repitió sus promesas nacionalistas, especialmente la convocatoria a una Asamblea Constituyente a fin de rehacer la constitución del ex presidente Alberto Fujimori –para que “no sea neoliberal”– y la revisión de todos los contratos con las empresas petroleras extranjeras. A diferencia de Flores, que seguramente deberá corregir los errores de su actual estrategia, Humala parece haber encontrado el buen camino para este último tramo de la campaña. Sin embargo, si hay algo con que se puede contar en Perú, es que habrá sorpresas.
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