Sábado, 25 de marzo de 2006 | Hoy
El enigma del estadounidense Lestat Claudius de Orleans –un nombre que alude al protagonista de la novela Entrevista con el vampiro–, acusado de atentar contra dos hoteles bolivianos, se profundiza.
No se sabe su verdadero nombre. Tampoco qué esconde detrás de una aparente crisis de identidad, que lo llevó a tomar nombres de emperador romano, vampiro y otros personajes. Lestat –el nombre del protagonista de Entrevista con el vampiro, de la estadounidense Anne Rice– Claudius de Orleans y Montevideo, o John Scheda, o Triston Jan Amero –de nacionalidad saudita, según él–, dice ser abogado y tiene desconcertados a los criminólogos y autoridades bolivianas, que no logran descifrar el perfil psicológico del principal acusado, junto a la uruguaya Alda Ribeiro, por la voladura de dos hoteles en La Paz con saldo de dos muertos y once heridos. Según los expertos, el estadounidense de 24 años encuadra tan perfectamente en todos los modelos psicopáticos que no logran definirlo. “Lo patético de los psicópatas es que son camaleones, son personas que pasan más bien por encantadores”, dijo un especialista.
Claudius tiene aspecto bonachón, de anteojos redondos “que le dan apariencia de profesor distraído”, tiene cabellera larga recogida en un moño, más bien grueso pero de rasgos suaves, redondos y poco atléticos. A simple vista, este californiano “no tiene ningún estereotipo que lo marque”, que deje traslucir su biotipo criminal, según el especialista Mario Sánchez, jefe de servicio de Psiquiatría del Hospital Obrero de La Paz. Una de las tantas hipótesis que manejan es que Claudius sufra de un trastorno de personalidad –debido a la rareza de sus nombres y apellidos–, conocido en la jerga psiquiátrica como el efecto “borderline”, achacado a quienes buscan copiar modelos ajenos por carecer de propios.
Su pareja uruguaya de 45 años, Alda Ribeiro, de quien se enamoró en la ciudad de Fray Bentos, abandonó a su familia –esposo, dos hijos menores y una hija mayor de una relación anterior– por seguir al joven extranjero, quien “se alojaba en hoteles, no tenía auto ni trabajo y recibía dinero desde el exterior”, dijo Juan Balbi, jefe de policía de la ciudad uruguaya, 300 km al noroeste de Montevideo. La mujer, acusada junto a Claudius por los atentados, reiteró ayer sus declaraciones de inocencia y responsabilizó de lo sucedido a su pareja, quien alguna vez le contó que pertenecía a una “secta diabólica”. “El me arrastra y me lleva a todos lados donde va, pero obligándome”, acusó. Pero el hombre aún no se decide acerca de su culpabilidad. Ayer aseguró que él no colocó las bombas en La Paz y que la confesión de la que habló la policía boliviana días atrás se obtuvo con torturas. Pero contradijo esa declaración al decir a otros medios que no podía inculparse por consejo de su abogado, pero tampoco negar su culpa, en otra muestra de los permanentes cambios del personaje.
El estadounidense tiene ideas políticas bastante particulares. Ayer insinuó que el gobierno de Evo Morales podría estar detrás de las explosiones en los hoteles. “Puede ser que el gobierno mismo pusiera esta bomba en lugares pobres por inculpar a residentes legales en el país que vienen del mundo desarrollado”, afirmó. El hombre, que se considera una mezcla de “extrema derecha y extrema izquierda”, dice que no tiene nada en contra ni a favor de Morales, pero que éste busca “líos contra los países más desarrollados, y justamente ciudadanos de dos países más desarrollados son arrestados por este hecho”. También señaló que fue expulsado de EE.UU. por ser opositor a los fines de la guerra contra Irak, pero “no contra la guerra misma”, sino porque el presidente George W. Bush quiere “entregar al gobierno iraquí una independencia soberana”. Opina que EE.UU. “es un país de conquistadores”, que no tiene que meterse en asuntos exteriores “si no es para anexar más territorio”.
Sin embargo, las excentricidades no terminan ahí. Claudius se confiesa admirador del ex presidente peruano Alberto Fujimori y sus lecturas favoritas son La guerra y la paz, de León Tolstoi; Mi lucha, de Adolfo Hitler; El capital, de Carlos Marx, y los libros de Stephen King. Además, en Fray Bentos era conocido con el apodo de “tirabombas”, porque arrojaba petardos en la plaza para asustar a las palomas. Pero también se cree algo así como Superman. “No soy bueno para encontrar mujeres porque soy el ‘Superman de los perdedores’”, reconoció una vez. Definitivamente, todo un personaje salido de las historietas.
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