Chile se convirtió ayer en el primer país no asiático en firmar un TLC con China. El gigante oriental es uno de los mercados más grandes del mundo y había desembarcado en la región hace dos años buscando crear lazos comerciales con los países sudamericanos. A diferencia de sus vecinos, Santiago consiguió, después de sólo diez meses y cinco rondas de negociaciones, cerrar un acuerdo que le permitirá un acceso inmediato al 50 por ciento del mercado chino. La presidenta Michelle Bachelet –cuya popularidad cayó ocho puntos porcentuales desde mayo pasado– promulgó ayer el texto del TLC y lo convirtió en ley.

La idea de Chile, que tiene una red de acuerdos comerciales con América latina y con países asiáticos –es miembro asociado del Mercosur y el último TLC que cerró en la región fue con Perú hace unas semanas–, es tener un papel como plataforma de negocios y puente para el intercambio comercial entre las dos regiones. Con 1300 millones de habitantes y un crecimiento económico de entre un ocho y diez por ciento en la última década, China se perfila cada vez más como un actor gravitante en la política y economía global, y Santiago quiere aprovechar este crecimiento. En 2005, el intercambio comercial con Pekín llegó a los 6988 millones de dólares, convirtiéndose en el segundo socio comercial chileno después de Estados Unidos, con quien Santiago firmó un TLC durante el primer gobierno del ex presidente socialista Ricardo Lagos.

La Moneda estimó que este TLC será un instrumento muy útil para sustentar un crecimiento sostenido de las exportaciones, ya que contará con un acceso preferencial y reglas claras. El acuerdo establece una desgravación arancelaria inmediata para el 92 por ciento de las exportaciones chilenas desde el primer día de vigencia, y para el 50 por ciento de las exportaciones chinas. Entre estas últimas se cuentan los bienes que no se producen en Chile como maquinarias, computadoras, impresoras, automóviles, teléfonos celulares y reproductores de DVD. El resto será desgravado de forma gradual con plazos de uno, cinco y diez años, según la sensibilidad de los sectores productivos a los que involucren.

Además, el TLC reconoce algunos bienes que quedarán exceptuados de las desgravaciones. En el caso chileno, alcanzan el uno por ciento de sus exportaciones y en el chino al tres por ciento. Los productos sensibles para Santiago son 152 en total y, entre ellos, se destacan los productos agrícolas –especialmente el trigo, la harina y el azúcar–, algunos rubros de los textiles y confecciones, productos metalúrgicos y la línea blanca. Desde el punto de vista del turismo, con este acuerdo comercial, Chile entró a la selecta lista de países preferenciales entre los que los ciudadanos chinos pueden elegir para sus viajes. Se calcula que el año pasado alrededor de 20 millones de chinos salieron del país como turistas y, con la expansión de la economía china se prevé que este número aumente año a año.