Es el mundo al revés. Mientras en la elección presidencial la coalición Por el Bien de Todos se quedó a poco más de medio punto porcentual de ganarla, en la elección por la gubernatura del estado de Chiapas aventaja por apenas 0,22 por ciento de los votos. Este domingo fue la primera elección estatal luego de los cuestionados comicios presidenciales que mantienen al país en vilo y a la capital semiparalizada. Pero en Chiapas –un estado gobernado por el centroizquierdista Partido de la Revolución Democrática (PRD)–, el candidato de la coalición, Juan Sabines, se dice dispuesto al recuento total de los votos para verificar quién ganó la elección.

Tanto Sabines como el candidato de la Alianza por México que encabeza el otrora hegemónico Partido Revolucionario Institucional (PRI), José Antonio Aguilar, se pronunciaron ganadores por un muy estrecho margen.

La gran diferencia entre esta elección local y la federal es que Sabines, candidato que encabeza el conteo preliminar de votos en Chiapas, no rehuye volver a contar voto por voto y mesa por mesa, como sí ocurrió en la presidencial, donde el derechista Felipe Calderón y su partido, el oficialista PAN, han recurrido a todo tipo de argucias legales y artimañas políticas para sostener su pírrica ventaja extraoficial sobre Andrés Manuel López Obrador.

Hasta las 2 de la tarde de ayer, el candidato de la coalición se encontraba arriba por apenas 22 centésimas de punto porcentual, equivalente a 2 mil 386 votos, cuando faltan solamente 281 por contabilizarse, aunque algunas de ellas se encuentran en zonas controladas por el Ejército Zapatista de Liberación Nacional.

José Antonio Aguilar ha anunciado ya que impugnará los resultados preliminares ante el Tribunal Electoral del estado y demandará la anulación de mesas que –según él– presentan irregularidades.

El resultado de esta elección parece estratégico para las dos principales fuerzas políticas del país, PRD y PAN, pues se disputan no sólo la casa de gobierno chiapaneca, sino que se la han tomado como una suerte de referéndum sobre el conflicto postelectoral federal. La derecha intenta frenar el avance perredista que conquistó el mayor número de votos recibidos en su historia en los pasados federales del 2 de julio e incluso sostiene haber ganado la presidencia de la República.

Por lo pronto, en Tuxtla Gutiérrez, la capital chiapaneca, el resto de los candidatos de oposición levantaron el brazo del candidato de la Alianza por México, luego de que todos declinaron en su favor 10 días antes de la elección, en un hecho sin precedentes.

Los votos recibidos por el PAN y el Partido Nueva Alianza no se contabilizarán a favor del priísta, pues no registraron el acto formalmente.

Pero si esta elección local significa algo para todos los partidos políticos, en cualquier caso no sería un referéndum para ninguno de ellos. En esa lectura, la elevada abstención –que alcanzó el 55,54 por ciento de los potenciales electores que optaron por no emitir su sufragio– los descalifica a todos.