Martes, 3 de julio de 2007 | Hoy
EL MUNDO › EN EL REINO UNIDO SIGUEN LA PISTA DEL HOSPITAL ROYAL ALEXANDRA, EN PAISLEY
Un médico iraquí recibido en 2004, Billal Abdullah, y un neurólogo jordano, Mohammed Asha, fueron arrestados por su presunta participación en el fallido atentado contra el aeropuerto de Glasgow el sábado. Son ya ocho los sospechosos detenidos por ese ataque. El Reino Unido está en alerta máximo.
Por Marcelo Justo
desde Londres
Con el Reino Unido en estado de alerta máximo, ocho personas permanecen detenidas por su presunta participación en los tres atentados fallidos el viernes y sábado en Londres y Glasgow. La seguridad pública fue reforzada en edificios gubernamentales, aeropuertos, estaciones ferroviarias y otros servicios de transporte público. En el Parlamento, la flamante ministra del Interior británica, Jacqui Smith, señaló que se habían realizado 19 allanamientos en distintas partes del Reino Unido. La ministra apeló a la unidad nacional frente a la amenaza terrorista. “Nuestra unidad vencerá a los terroristas. El hecho de que la gente haya continuado con su vida normal es el mensaje más fuerte que podemos dar de que no nos dejaremos intimidar”, dijo Smith.
La investigación policial sobre el atentado en Glasgow está centrándose en lo que podría llamarse una aparente “conjura de médicos”. Un médico recibido en Irak en 2004, Billal Abdullah, y un neurólogo jordano, Mohammed Asha, fueron arrestados por su presunta participación en el fallido atentado con un jeep Cherokee contra el aeropuerto de Glasgow el sábado. Asha, de 26 años, trabaja en el Hospital de North Staffordhire, en la región central de Inglaterra, las Midlands, y fue detenido el domingo por la noche junto a su esposa, un año mayor, en la carretera más larga de Inglaterra, la M6, que llega hasta la frontera con Escocia. Entrevistados por la televisión británica, parientes y amigos suyos dijeron que Asha era un científico “brillante” y negaron que tuviera algún tipo de afiliación política. El padre de Asha, Jamil, solicitó al monarca jordano Abdullah II a que interceda ante las autoridades británicas para evitar una injusticia.
Según trascendió ayer, el otro médico, Billal Abdullah, conducía el coche que terminó en llamas al chocar contra la entrada del aeropuerto. El pasajero que estaba con él en el jeep Cherokee se encuentra internado en estado “crítico” en el Hospital Royal Alexandra, en Paisley, por las quemaduras incurridas durante el fallido atentado. El hospital es uno de los nudos de esta investigación. Tres detenidos trabajaban en el hospital, entre ellos el mismo Billal Abdullah. Otro de los arrestados en Liverpool es también médico, aunque no trascendió aún el nombre.
La policía considera que el fallido atentado contra el aeropuerto de Glasgow forma parte de la misma trama terrorista que los dos coches bomba que por un golpe de suerte no detonaron en el centro de Londres el viernes por la mañana. La simultaneidad de los hechos y la metodología utilizada –coches bomba cargados con garrafas de gas, gasolina y clavos– indican una unidad de propósito. En el caso de los Mercedes descubiertos en Londres el viernes, la detonación se iba a hacer por medio de un celular, es decir, que no se iban a utilizar atacantes suicidas. Este método fue utilizado en los atentados con bomba contra el transporte público londinense del 7 de julio de 2005, que dejaron un saldo de 56 muertos y más de 700 heridos. Otra diferencia con respecto a ese atentado es que los siete detenidos son oriundos de países del Medio Oriente. Los cuatro atacantes suicidas responsables del 7-J eran todos británicos.
La oficina del nuevo primer ministro británico Gordon Brown negó que los atentados tuvieran que ver con su nombramiento el miércoles pasado en sustitución de Tony Blair o que se hubiera elegido a Glasgow como objetivo porque él es escocés. “Estos atentados pueden ocurrir en cualquier momento, en cualquier lugar del país”, dijo el portavoz. Más allá del espíritu desafiante de los británicos que evocó la ministra del Interior, Jacqui Smith, en Londres se respira un clima de tensión con sirenas de ambulancia cruzando el centro de la ciudad y policías fuertemente pertrechados patrullando las calles. En los principales aeropuertos del país como Heathrow, Gatwick, Glasgow, Manchester y Edimburgo se cerró el acceso a vehículos y se advirtió al público que sería un verano de demoras y cancelaciones en los vuelos, un motivo más para sentir que no hay salida del espantoso verano que los británicos están padeciendo con típico estoicismo.
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