Viernes, 25 de enero de 2008 | Hoy
EL MUNDO › LA RENUNCIA DEL PREMIER DE CENTROIZQUIERDA SUMIO A ITALIA EN LA INCERTIDUMBRE
Después de perder el apoyo de dos partidos minoritarios de su coalición La Unión y tras la derrota de su moción para un voto de confianza en el Senado italiano, el primer ministro anunció su renuncia y ahora el presidente podría llamar a elecciones anticipadas.
Romano Prodi jugó la última carta que le quedaba y perdió. Ayer el primer ministro italiano se vio obligado a renunciar después que el Senado no le dio el voto de confianza que había pedido. La jornada se sucedió con mucha tensión pero con pocas esperanzas. A la mañana, dos partidos minoritarios de la coalición de centroizquierda, La Unión, anunciaron que no apoyarían al premier. Ya todo estaba perdido. Sin embargo, Prodi, derrotado y desoyendo las recomendaciones de sus aliados y del propio presidente Giorgio Napolitano, decidió presentarse ante la Cámara alta y apelar a un milagro. “Detener la experiencia de este gobierno es un lujo que Italia no puede permitirse. El país necesita ser gobernado con continuidad”, intentó convencer sin éxito a los 368 senadores presentes.
Lejos de solucionar la crisis política, la renuncia de Prodi sumió al país en una incertidumbre total. Ahora todo está en manos del presidente Napolitano, como explicaron a este diario fuentes de la Cancillería italiana. Las opciones son dos. La primera es la que pide la oposición, liderada por el siempre popular ex primer ministro Silvio Berlusconi. Napolitano puede llamar a elecciones anticipadas y renovar todas las bancas de las dos Cámaras del Parlamento. La coalición que obtenga la mayoría de los legisladores –según las encuestas, Il Cavaliere– dirigirá el próximo gobierno. La segunda opción es más complicada y requerirá mucha más negociación, pero es la que –discretamente– impulsa el presidente.
En el gobierno italiano tienen esperanzas de que el mandatario logre convencer a suficientes partidos para instalar un gobierno transitorio técnico, posiblemente liderado por el presidente del Senado, Franco Marini. La función de esta gestión sería conseguir la aprobación de la reforma electoral, la misma que todavía espera dictamen en la Cámara de Diputados. Este proyecto aseguraría, entre otras cosas, un umbral electoral de entre el cuatro o el cinco por ciento, lo que significaría que los partidos pequeños como los dos que ayer le dieron la espalda a Prodi no llegarían a entrar al Parlamento.
Pero desde la Cancillería saben que será difícil conseguir una mayoría, cualquier mayoría. “Muchas fuerzas odian a Berlusconi y no quieren que vuelva, pero ya no parece que eso sea suficiente para crear un nuevo gobierno”, se lamentó un diplomático en Roma. Los temores de los aliados de Prodi no son gratuitos. Desde hace varios meses, todos las encuestas dan una ventaja de entre el 10 y el 12 por ciento al ex premier, una cifra suficiente para ganar la mayoría en las dos Cámaras.
Ayer Prodi estaba muy consciente de esta posibilidad y por eso intentó todo por evitarla. Pero su ruego ante el Senado sólo surtió efecto en un legislador. Nuccio Cusumano es uno de los tres senadores del Udeur, el partido dirigido por el ex ministro de Justicia, que renunció esta semana después de ser procesado por corrupción. A pesar de que el ex ministro Clemente Mastella había dado la orden a la mañana de no apoyar a Prodi, Cusumano anunció minutos antes de la votación que respaldaría al premier.
Sus compañeros de bancada se pusieron pálidos. “Vendido, cornudo y pedazo de mierda”, gritó sin pensarlo dos veces Tomasso Barbato. El exabrupto provocó algunas risas inconscientes hasta que Barbato dejó su asiento y comenzó a lanzar puñetazos. Lo agarraron entre cinco o seis, uno tapándole la boca para frenar el vómito de insultos. En medio de los empujones, el arrepentido Cusumano se desvaneció en su silla y recién volvió en sí unos minutos después cuando la situación se había calmado. Lo sacaron del recinto, lo atendieron y volvió para la votación.
El clima estaba tenso, pero tenían que votar igual. Millones de italianos esperaban frente a sus televisores una respuesta. ¿Había o no gobierno? Sin dilatarlo mucho más, comenzaron a votar. 161 a 156, con una abstención. Dos de los tres senadores de la fuerza católica Udeur y los dos legisladores del Partido Liberal Democrático le habían quitado la mayoría al gobierno. No bien el presidente de la Cámara anunció el resultado, el líder de Alianza Nacional, Gianfranco Fini, descorchó un champagne. El aliado de Berlusconi batió la botella hasta empapar a sus compañeros, que lejos de molestarse se abrazaban y reían a carcajadas.
El Senado nunca había sido territorio amigo para Prodi. Durante sus 20 meses en el poder, el premier contó con una estrecha mayoría de 158 contra 156, que era completada por los legisladores independientes, entre ellos el italoargentino Luigi Pallaro. En los momentos más difíciles, el senador había sido una pieza central para el gobierno. Sin embargo, ayer dio un paso al costado. “En un momento tan difícil para Italia, que atraviesa una crisis económica e institucional, decidí no participar en el voto, para dejar espacio a las decisiones que tome el jefe de Estado”, decía la nota que envió a la prensa italiana.
Más allá de las acusaciones y las recriminaciones que se escucharon ayer en el Senado, para Prodi y Napolitano lo importante ahora es concentrarse en las negociaciones partidarias. Anoche, el mandatario empezó con las consultas y convocó al presidente de la Cámara de Diputados al Palacio del Quirinale. No tiene un plazo, pero ayer en el gobierno reconocían que la situación no puede estirarse mucho.
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