Viernes, 25 de enero de 2008 | Hoy
Diálogo con uno de los héroes anónimos que viven de rescatar bañistas imprudentes o desprevenidos.
Por Carlos Rodríguez
Desde Villa Gesell
Es uno de los personajes más famosos de la costa. Desde hace 20 años vive en Mar de las Pampas y es guardavidas en los 18 kilómetros de playas que tiene el municipio de Villa Gesell. A Pablo Osvaldo Fernández todos lo llaman El Rana, pero el apodo no significa que sea un tipo que se las dé de canchero. Es El Rana sólo por su profesión. Vive siempre en el borde o dentro del agua. “Mirá, todos nosotros sabemos que hay mucha gente que hoy está caminando por nosotros, porque los sacamos a tiempo, pero a mí no me gusta hablar de los rescates que hicimos. Puede sonar un poco fanfarrón si lo hago”, se excusa Pablo en diálogo con Página/12. “Lo que te puedo asegurar es que ahora, en toda la costa gesellina, tenemos montado un operativo de seguridad mucho mejor que en años anteriores. Cuando empecé en Mar de las Pampas, hace veinte años, estaba solo para toda esa playa. Te aseguro que a veces andaba a las corridas y que la pasaba mal, porque vos no podés ni pensar en que a alguien le pase algo en la zona que está bajo tu responsabilidad.” En Gesell, los guardavidas no sólo sacan a los bañistas imprudentes o desprevenidos, también intervienen en el salvataje de barcos, windsurfistas o cualquier objeto nadador no identificado. La semana pasada, en un solo día, tuvieron que hacer más de 40 rescates. “Y todo salió bien, por suerte.”
El Rana nació en Villa Luro. Su relación con el agua comenzó en la pileta del club Vélez Sarsfield, del que es hincha fanático. “Ibamos al club desde muy chicos. Estábamos todo el día en el agua, pero en ese momento no pensaba en hacer algo profesional, ni siquiera fui integrante del equipo de natación.” Su vocación por el trabajo de guardavida comenzó en Playa Serena, en Mar del Plata. “Allí me llamó la atención el trabajo de los guardavidas y me dije: ‘Yo quiero hacer esto’.” En ese momento, El Rana tenía ocho o nueve años. Hizo el curso de guardavida en la pileta municipal de Parque Chacabuco. Luego comenzó el trabajo práctico en Mar de Ajó, pero lo despidieron y de esa manera llegó a Gesell, a tentar fortuna. Su primer trabajo acá fue en El Pinar, un balneario que ya no existe. Eso fue hace 20 años, en el verano de 1988.
De allí pasó al balneario San Isidro y llegó a Mar de las Pampas “cuando no era nada, cuando había apenas veinte casas”. En un asado conoció al Negro Ojeda, fundador de la filial Villa Gesell del cuerpo de salvavidas. El fue quien lo recomendó para trabajar en el único balneario de Mar de las Pampas. En El Soleado estuvo 12 años y cinco más, pero ya como miembro del cuerpo municipal de guardavidas. Este año lo designaron coordinador de toda la zona, junto con Marcelo Amoroso, a quien definió como su “rueda de auxilio” porque “hace de todo”. El puesto permanente está en el muelle de pescadores, a la altura de la calle 129. Sus colaboradores inmediatos son Marcelo Bordón, a cargo de la zona norte de Gesell. En el centro está Marcelo Capoluppo y en el sur Eduardo Arrigo. A lo largo de la costa gesellina, desde el balneario Dragones, en Cariló, hasta Chacras del Mar, hay 140 guardavidas.
Desde 1997 vive en Mar de las Pampas, donde compró tierras en la época en la cual “el sueldo de un mes servía para pagar un terreno; por eso me compré tres”. Define su tarea como “un trabajo de riesgo permanente”. En Mar de las Pampas hay muchas familias, pero en Gesell “hay muchos chicos jóvenes que te bajan a la mañana, después del boliche, y se meten al mar sin darles bola a las advertencias que hacemos”. El miércoles de la semana anterior hubo “cerca de cuarenta rescates” en apenas cuatro de los puestos que hay a lo largo de 18 kilómetros de playas. “Ninguno fue de riesgo, pero hay que estar ahí. Hay días en que cada uno de los 140 guardavidas hace uno o más rescates cada uno. Hay otros días en los que no hacemos nada, por suerte.”
El número de intervenciones depende “del estado del mar, sobre todo”. Le cuesta decir que la gente es imprudente. “Yo creo que no se dan cuenta. Vienen de Mendoza, de Córdoba, de San Luis o de la Capital Federal. No tienen ni puta idea de lo que es el mar y el mar es peligroso. Se meten pensando que no pasa nada y pasa.” Los rescates más difíciles que tuvo fueron en Mar de las Pampas. “Allá estaba solo y había que correr. Hay intervenciones que uno sabe que son sólo por precaución, pero hay rescates que vos sabés que la gente se fue caminando a su casa, por vos. Eso lo tenés claro íntimamente y eso es muy fuerte.” Esos son rescates “fuera de horario, en lugares difíciles, inaccesibles, con un mar jodido. Por eso mismo uno sabe muy bien cuál es la gente que está caminando por uno y eso te hace sentir bien.” Si bien Gesell no encabeza el índice de personas ahogadas en sus costas, hubo accidentes fatales. “En algunos períodos hubo dos o tres por año.” El horario de los guardavidas municipales es de 10 a 20, mientras que las playas privadas tienen personal que trabaja en el horario de 9 a 13 y de 15 a 19.
Además de su trabajo de guardavidas, El Rana es reconocido en Mar de las Pampas porque de su inquietud surgió el descubrimiento de que en la orilla del mar es posible encontrar agua dulce. “En el Tigre hacés un pozo cerca del río y el agua es salada. En los partidos de Gesell y Pinamar, a tres metros de la orilla del mar y a tres metros de profundidad, con cañerías comunes, sacás un agua dulce riquísima, pura agua mineral, sobre todo en Mar de las Pampas y Mar Azul.” Aunque vive por acá, El Rana va una vez por mes al Amalfitani, a ver a su Vélez. “Allí me encuentro con mis amigos de la infancia.”
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