Desde Santa Cruz

“El lejano oriente”, llamaban los bolivianos a estas tierras a principios de siglo, cuando sólo negociantes aventureros se atrevían a lidiar con la selva y sus personas, todos en similares condiciones de dureza. La falta de Estado caracterizó a Santa Cruz desde sus orígenes y se pulió por décadas, hasta que en estos días sus habitantes advierten a los funcionarios del gobierno nacional “que tanto quieren ver sangre, pues sangre van a tener”, como dijo el presidente de los Comités Cívicos Provinciales, Luis Alberto Añez. El prefecto Rubén Costas reclama el control de la Policía Nacional dentro de Santa Cruz, plan rechazado por el gobierno de Evo Morales. Mañana, en cinco departamentos de la Media Luna, se realizará un “paro cívico” contra Morales. En Santa Cruz no hay comandante de policía porque el anterior, Wilge Obleas, fue agredido por cívicos luego de una reunión en el Comité Pro Santa Cruz. Costas aseguró que él elegirá al próximo comandante y exigió al “excelentísimo asesino” Morales que pida perdón a los cruceños.

La aristocrática avenida Monseñor Rivero conjura a ricos y famosos nativos en sus exclusivos locales. A pocas cuadras está el Comando de la Policía Nacional, cuyos vecinos casi tomaron el viernes “en nombre de la autonomía”, según el presidente cívico Branko Marinkovic.

Desde hace un mes, personas con discapacidad exigen al Congreso que les apruebe un subsidio anual de 3000 bolivianos. Pero la mala relación entre los partidos políticos no permite a los legisladores votar esa ley. Como medida de presión, los manifestantes tomaron el viernes una planta de Yacimiento Petrolíferos Fiscales Bolivianos (YPFB) en Santa Cruz. Cuando la policía los desalojó, fueron a protestar al Comando. Allí, las personas con discapacidad recibieron la solidaridad de la Unión Juvenil Cruceñista (UJC), cívicos y legisladores del partido de derecha Poder Democrático Social (Podemos), que avanzaron al edificio de los uniformados. Unos mil manifestantes rodearon al Comando, protegido por policías que lanzaron gases hasta cansarse. Los unionistas, con escudos, palos y fuegos de artificio, llegaron hasta la puerta del edificio.

De noche, Costas y Marinkovic entraron al Comando. Los medios de comunicación privados decían que el “gobernador” se haría cargo de la policía. Más tarde se reunieron en la sede cívica con Obleas y el comandante nacional, Miguel Gemio. Cuando salieron, sin entregar el mando a Costas, fueron agredidos por autonomistas.

El sábado, Costas convocó a sus bases en la rotonda de El Cristo, a una cuadra del comando. Ante tres mil personas, habló en tercera persona: “El próximo comandante departamental de la policía va a ser, bajo la posición, bajo la tuición, bajo la decisión y con el aprobamiento (sic) del comandante general del departamento, Rubén Costas”. Y dijo a Morales: “Usted es el responsable, el verdadero criminal que nos confronta, el que quiere llevar a comunizar nuestro país. Hay un segundo pueblo al que usted odia con tanta saña, que se llama Santa Cruz, y le dice que usted tiene que disculparse públicamente, criminal”.

El ministro de Gobierno, Alfredo Rada, indicó que “cualquier hecho de violencia que se genere el martes (por mañana) es de absoluta responsabilidad de Costas y Marinkovic, porque con su discurso violentista dan ínfulas a estos sectores paramilitares como la UJC”.