Domingo, 8 de septiembre de 2013 | Hoy
Por Gustavo Veiga
Marmaduke Grove Vallejos tuvo una vida de película. Nació en Copiapó el 6 de julio de 1878. Hijo de un abogado del Partido Radical que fue desterrado después de la guerra civil chilena de 1891, tuvo que ponerse la casa al hombro. Ingresó a la Armada todavía adolescente, pero lo expulsaron en 1894 por reclamar mejores condiciones de alimentación. El episodio quedó en la historia como la sublevación del pan duro. No se rindió y volvió a entrar en las fuerzas armadas, aunque esta vez al ejército. Por su biografía se sabe que vivió los primeros años del siglo XX en distintas ciudades trasandinas y Alemania; se casó y tuvo seis hijos.
Su carrera militar fue en ascenso y logró llegar al grado de coronel. Lo nombraron director de la Escuela de Aviación del Ejército y en 1924 protagonizó, junto a otros 55 oficiales, un movimiento conocido como el ruido de sables. Se quejaron en el Congreso porque no les aumentaban los sueldos golpeando sus armas contra una pared.
Durante el primer gobierno del general Carlos Ibáñez del Campo, conspiró contra su colega militar desde Francia. En 1929 participó en el pacto de Calais junto al ex presidente Arturo Alessandri y otros oficiales. Perseguido por el régimen ibañista fue detectado en Inglaterra, deportado y dado de baja. Persistente, intentó volver a Chile en 1930 desde Buenos Aires, pero lo sorprendió el golpe de José Félix Uriburu contra Hipólito Yrigoyen. Tuvo que retrasar lo que se llamó el complot del avión rojo y cuando regresó a su país fue hecho prisionero y enviado a la isla de Pascua. Escapó, salió vía Tahití y terminó de nuevo en Francia. Con la caída de Ibáñez pudo regresar a Chile otra vez para liderar en junio del ’32 la república socialista.
Su espíritu rebelde, sensibilidad social y una paulatina adaptación a las ideas progresistas de la época, lo transformaron en un referente dentro y fuera de las fuerzas armadas. Cuando la breve experiencia del socialismo, que compartió con Salvador Allende, llegó a La Moneda por apenas doce días ya era un personaje popular. Precandidato a la presidencia de Chile, senador durante dos períodos e impulsor de un proyecto de reforma agraria, la muerte lo sorprendió el 15 de mayo de 1954 a los 75 años. La dictadura de Pinochet lo sometió al olvido. Pero la república socialista que encabezó es recordada como la primera experiencia en su tipo del continente sudamericano. La misma que proclamó: “Para evitar la injusticia que significa la desigual repartición de la riqueza, se modificará el sistema tributario, gravando las grandes rentas”.
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