George W. Bush ha enlistado a Tony Snow, un sostén y experto de la cadena conservadora Fox News, para ser el nuevo vocero de la Casa Blanca, el segundo puesto más visible, y algunos dirían el segundo más duro en Washington, luego del de presidente. La movida, anunciada por Bush ayer, es quizás el cambio más enigmático promovido por Josh Bolten desde que asumió como jefe de Gabinete de la Casa Blanca hace dos semanas, con la tarea de revitalizar una desgastada y agitada administración.

Las credenciales republicanas de Snow son impecables. Dirigió las páginas editoriales del ultraconservador Washington Times antes de mudarse a la Casa Blanca en 1991 como asesor de Bush padre. Desde 1996 ha trabajado como conductor y analista para Fox News. Aún así, en su labor periodística, Snow, de 50 años, ha criticado frecuentemente al presidente, aunque lo hizo desde el punto de vista de un descorazonado verdadero creyente. “Bush ha perdido control del Presupuesto Federal”, dijo a sus televidentes el mes pasado. Además, Snow ha opinado que “George W. Bush se ha convertido en algo así como una vergüenza” y –a fines del año pasado– que “ningún presidente ha parecido tan impotente por tanto tiempo”. En ese momento, la aprobación de Bush llegaba apenas a los 40 puntos, mientras que ahora ha bajado a 30.

En contraste con el hombre que reemplaza, el adusto Scott McClellan, Snow es un comunicador natural. Aparentemente, le han prometido todo el acceso que desee, en contraste con su predecesor, cuya obvia ausencia en las reuniones más íntimas de la administración dañó fatalmente su credibilidad con la prensa.

Karl Rove, el ahora ex vicejefe de gabinete de Bush, testificó ayer por quinta vez ante el gran jurado federal que investiga la filtración de la identidad de la agente secreta de la CIA Valerie Plame. El caso ya ha contado con el procesamiento de Lewis “Scooter” Libby, ex jefe de gabinete del vicepresidente Dick Cheney.

* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12. Traducción: Virginia Scardamaglia.