“Se fue contento, pero también venía predispuesto a irse contento”, evaluaban en el Gobierno el paso del subsecretario de Asuntos Hemisféricos, Tom Shannon, que ayer regresó a Estados Unidos, después de ponerle la frutilla a la normalización del vínculo bilateral. Esa nueva etapa se notó en sus palabras cuidadas y elogiosas hacia el gobierno argentino y se corporizó en una comisión “de alto nivel” que terminó de diagramar ayer junto al canciller Jorge Taiana. La comisión llevará adelante una agenda de temas de interés compartido y traerá de vuelta a Shannon a la Argentina en junio. “Es más entretenido trabajar en Buenos Aires que en Washington”, bromeó en norteamericano.

“Tom”, como lo llamaban ya en la Cancillería después de dos días de reuniones, evidentemente integra el elenco de las palomas dentro del Departamento de Estado, habitual nido de halcones. “Ojalá allá pensaran todos como Tom”, concluían luego de las conversaciones en las que Shannon mostraba su interés en que Estados Unidos encarrilara su relación con todos los países de la región. Lejos de las bravuconadas que fueron el sello de la administración Bush, su hombre para el patio trasero asegura que hasta le gustaría tener un buen trato con Hugo Chávez, de quien reivindicó su origen democrático.

“Ellos quieren dejarle el terreno preparado al próximo gobierno, una ‘mesa limpia’ en temas de política exterior. Dentro de ese objetivo, normalizar la relación con la Argentina es bastante sencillo”, explicaba un funcionario que participó en varios de los encuentros que mantuvo el norteamericano. Con problemas como los de Irak o los de Afganistán, las fricciones de la Casa Blanca con los países de Latinoamérica pueden sonar casi anecdóticas, valijas de Antonini Wilson inclusive.

En los oídos de la Cancillería aún resonaba como música la definición de Shannon luego de la reunión con la presidenta Cristina Kirchner: “Para estar bien con Latinoamérica tenemos que estar bien con Argentina”. Obviamente entendida como un elogio de un funcionario extranjero deseoso de caer bien, la frase, según la visión que campeaba en el Palacio San Martín, tenía su razón de ser. “A ellos les gustaría que fuésemos como Chile. Está bien, no somos como Chile, pero tampoco somos tan malos”, razonaban. Lo de “malos”, se entendía, era para la mirada de Washington.

De acuerdo con este análisis, Argentina, recuperada de la crisis económica, comenzó a jugar un papel más visible en la región que no escapó al radar del Departamento de Estado. Las peleas por los rehenes de las FARC entre Colombia, Venezuela y Ecuador, la intervención en la crisis política de Bolivia, los contactos con los candidatos presidenciales de Paraguay, temas en los que Argentina viene participando y que se tocaron durante la visita de Shannon.

La Presidenta también quiso hablar de las elecciones en Estados Unidos. “Es muy interesante lo que va pasar: o habrá un presidente afroamericano, o una mujer, o un centroamericano”, abrió el fuego Cristina Kirchner. “¿Un centroamericano?”, se extrañó Shannon. “Claro, si McCain nació en Panamá”, lo sorprendió la Presidenta, una apasionada de las cuestiones electorales sea del país que sea.

El jefe de Gabinete, Alberto Fernández, y el embajador argentino en Estados Unidos, Héctor Timerman, demostraron también su influencia en el encarrilamiento de la relación que necesitó más de un canal de diálogo para que llegara a buen puerto. De contacto fluido con el embajador norteamericano Anthony Wayne, Fernández resolvió realizar finalmente en mayo el viaje a Washington que se ha venido postergando.

Shannon y Taiana tuvieron ayer un distendido encuentro a solas en el Palacio San Martín. “Cuando vamos a Chile nos dicen que nos tenemos que llevar bien con la Argentina, cuando vamos a Brasil nos dicen que nos tenemos que llevar bien con la Argentina. Bueno, nos queremos llevar bien con la Argentina”, le dijo el norteamericano. Shannon no hizo una referencia específica, pero podría estar hablando del reciente viaje de Condoleezza Rice por la región en el que evitó hacer escala en Buenos Aires.

Esos gestos belicosos, entienden en Gobierno, no volverán a repetirse. Todo lo contrario: la agenda ya está completa de viajes de aquí para allá y de allá para acá. Si el diablo no vuelve a meter la cola, será así hasta que se vaya Bush. Después ya es otra historia.