EL PAíS › LAS SOSPECHAS SOBRE EL ATAQUE A LA CASA DEL JUEZ ALBERTO BAñOS

“Fue una operación de inteligencia”

En el entorno del magistrado creen que el hurto de los expedientes sobre el robo de las manos de Perón fue una intimidación, quizá relacionada con otras causas judiciales. Baños también investiga a un banquero y a jefes policiales por corrupción.

 Por Raúl Kollmann

“Esta fue una operación de inteligencia. Entraron a la casa, desconectaron en cinco segundos la alarma, limpiaron el piso para no dejar huellas, dejaron sin tocar 100 pesos que había a mano, al lado de la alarma que desactivaron, y sólo se llevaron una notebook y los tres cuerpos del expediente por el robo de las manos de Juan Domingo Perón. El objetivo no fue el expediente mismo, que se puede reconstruir con cierta facilidad. El objetivo fue demostrarle al juez Alberto Baños –un magistrado con buen prestigio en Tribunales– que le pueden hacer lo que ellos quieran.” Con esta frase, allegados al magistrado y jueces que están preocupados por el caso catalogaron lo ocurrido en la casa del juez Baños como una intimidación que, tal vez, no tenga que ver con la causa por las manos de Perón, sino con alguna otra de las que instruye el magistrado. Sobre todo, las que investiga y tiene como posibles imputados a efectivos y jefes policiales.

Quienes tienen trato con Baños dicen que no tiene claro cuál fue el real móvil de la operación de inteligencia que hicieron en su casa. Por un lado, a un familiar suyo, pocos días antes, se le acercaron dos personas y hablando entre sí, una le gritó a la otra, bajando de un auto, algo así como “se acabó el caso de las manos de Perón”. Esto podría ser un indicio de que el robo de expediente fue una amenaza específica respecto de esa causa.

Sin embargo, lo que no convence mucho a quienes investigan el caso es que nadie sabía que el juez se había llevado a su casa, para estudiarlos, los tres últimos cuerpos del expediente. Lo cierto es que entraron en la vivienda de Lomas de Zamora el pasado domingo 6, en un día de mucha lluvia, y pese a que el acceso a la puerta de dos hojas por la que ingresaron, con una barreta, estaba embarrado, los que perpetraron el robo se cuidaron al extremo de limpiar el piso de mosaicos blancos para no dejar rastros. El propio juez, cuando entró, embarró la zona donde estaban la notebook y las partes del expediente, lo cual prueba la meticulosidad con la que actuaron los supuestos ladrones. El magistrado estaba a diez cuadras, en casa de sus suegros, cuando la empresa de seguridad lo llamó para avisarle que estaba sonando la alarma de su domicilio. Un cálculo estimativo es que actuaron no menos de cuatro personas que conocían perfectamente la vivienda.

Un dato adicional también llama la atención. A otro familiar de Baños lo llamaron por teléfono y una voz extraña le repitió “justino valentino” varias veces. La decodificación de esas llamadas tal vez sea “el que hace justicia y se hace el valiente”. O sea, una amenaza, no se sabe por cuál de las causas que instruye el juez.

En el expediente no se produjeron en los últimos tiempos novedades que hagan pensar que un hecho puntual de la causa sea el móvil del robo. No se trata, por ejemplo, de un caso en el que existan un pagaré o un cheque que, si de-saparece, significa un golpe durísimo para un expediente. En el caso de las manos de Perón, lo perdido se puede reconstruir.

En verdad, Baños se disponía a reiterarle a la presidenta Cristina Fernández de Kirchner un pedido que hizo hace un año: que ordene a la SIDE el levantamiento del secreto sobre todas las investigaciones que hizo sobre el caso, a lo largo de los 21 años transcurridos. Sería un hecho de la máxima relevancia para la causa por cuanto todos los que la han investigado sostienen que participaron efectivos de inteligencia, aunque no está claro si de la SIDE o de inteligencia militar. Néstor Kirchner nunca contestó al pedido de Baños y éste se disponía ahora a reiterarlo ante la Presidenta.

El abogado de Estela Martínez de Perón, Atilio Neira, querellante en la causa, insistió hace ya tiempo en que se llame a declarar a Carlos Alberto Di Caro, un agente o ex agente de inteligencia del Ejército. Su nombre aparece varias veces en la causa, incluso vinculado a través de algún teléfono. Debe recordarse que está prácticamente probado que los profanadores tuvieron las nueve llaves de la tumba y del blindex que tenía el féretro por encima. Esas llaves estuvieron en poder de la dictadura durante todo el tiempo que duró en el poder y existen testimonios de que los militares hicieron algunas copias en esa época. Por ello, no es descabellado que alguien del Ejército haya tenido acceso a las llaves y haya participado en la profanación. Baños, por ahora, no había contestado al pedido de Neira de llamar a declarar a Di Caro.

El otro personaje que aparece en el expediente es Horacio Carrondi, un agente que estuvo ligado al grupo de hombres de inteligencia relacionados con el radicalismo, que terminaron perpetrando varios secuestros extorsivos. Carrondi tiene un antecedente revelador: estuvo preso por la profanación de tumbas en el cementerio israelita de Berazategui, una operación que también fue de inteligencia, para provocar conmoción.

Más allá de estos aspectos puntuales, el expediente no está en un momento de gran efervescencia. Baños no se dispone a citar a ningún jefe relevante ni a ningún ex ministro que pudiera haber tenido alguna relación con el caso. Eso también hace pensar que la intrusión pudo tener como objetivo amenazar al juez, pero por otra causa.

Como se sabe, hoy en día Baños está a cargo de la causa Cromañón, pero casi todos descartan que lo ocurrido tenga alguna relación con ese expediente. También el magistrado investiga a un banquero de cierta relevancia e instruye otras dos causas, ambas por corrupción, en las que se apunta a jefes policiales. Igualmente se recuerda el papel de Baños en un resonante expediente sobre presos que funcionarios del Servicio Penitenciario dejaban salir para robar.

Por lo pronto, la Cámara del Crimen y su titular, Mario Filosof, decidieron pedir garantías para el juez y una investigación minuciosa sobre lo ocurrido.

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Los expedientes de la causa por la mutilación del cadáver de Perón fueron robados hace diez días, pero podrían reconstruirse.
 
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