Domingo, 27 de julio de 2008 | Hoy
EL PAíS › UN REPRESOR SE FUGO DE LA DELEGACION DE LA POLICIA FEDERAL DE BAHIA BLANCA
Estaba procesado por secuestros, torturas y homicidios en el centro de detención La Escuelita. Habían ordenado su traslado a Marcos Paz, pero seguía en la policía. Hay otros 83 represores en sitios no controlados por el Servicio Penitenciario.
Por Diego Martínez
Luego de burlar con éxito a la Justicia y a las fuerzas de seguridad durante un año y medio y a menos de cuatro meses de su detención, el teniente coronel retirado Julián Oscar Corres, alias Laucha, se fugó durante la madrugada de ayer de la delegación Bahía Blanca de la Policía Federal. Estaba procesado por secuestros, torturas y homicidios en el centro de detención La Escuelita durante la última dictadura. Los guardias que en teoría lo custodiaban se percataron de su ausencia recién dos horas después. El juez federal Alcindo Alvarez Canale había ordenado el traslado de Corres al penal de Marcos Paz el 25 de junio pasado, antes de irse de vacaciones. Ayer nadie supo explicar por qué el traslado nunca se concretó. Aún hay 83 represores detenidos en unidades de fuerzas armadas o de seguridad que carecen de infraestructura y capacitación para cumplir el rol de guardiacárceles.
Según la versión oficial brindada por el comisario Gustavo Scelsi, jefe de la delegación bahiense, a las ocho de la mañana y mientras realizaba el recuento de detenidos, el oficial ayudante Cristian Alberto Bértoli, a cargo del servicio de guardia desde las seis, se percató de la ausencia de Corres. El inspector Juan Carlos Lastra, que cumplió el mismo servicio hasta las seis, dijo que quince minutos antes acompañó al Laucha al baño, en los fondos de la comisaría, “haciendo aparentemente sus necesidades fisiológicas”. Se ignora por qué motivo lo dejó solo. Lastra también dijo que designó como guardia nocturna y custodia general al cabo primero Pablo Alejandro Carbajal, quien vio por última vez a Corres a la una de la madrugada. Extraoficialmente, el jefe policial habría admitido que no llevaban registro de las visitas que recibía el represor, aunque el dueño de una bodega de Viedma era uno de sus asiduos visitantes.
“El informe policial sugiere una relajación absoluta en cuanto a los controles. Corres es uno de los represores más terribles que pasaron por Bahía Blanca y costó mucho trabajo detenerlo. Tememos que haya connivencias dentro de las estructuras del Estado, policiales o militares”, explicó a PáginaI12 el fiscal federal bahiense Hugo Cañón. “Es responsabilidad del juez Alvarez Canale que este hombre haya estado cuatro meses en una delegación policial después de un año y medio prófugo. Se sospechaba que intentaría fugarse. Había que imponer las mayores medidas de seguridad para que eso no sucediera”, lamentó Mirta Mántaras, abogada de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos de Bahía Blanca.
Según sobrevivientes del centro clandestino del Cuerpo V, “Laucha” era el apodo de quien manejaba la picana eléctrica durante los interrogatorios. Corres admitió durante el Juicio por la Verdad bahiense en 1999 que lo apodaban “Laucha” y que era “jefe de guardias” de La Escuelita. Dependía de la Jefatura II de Inteligencia, a cargo del coronel retirado Aldo Mario Alvarez, dueño hasta marzo de 2000 de la empresa de seguridad Alsina SRL, también prófugo de la Justicia. Debajo de Alvarez y por encima de Corres estaban el teniente coronel Walter Bartolomé Tejada y el mayor Osvaldo Lucio Sierra, ambos libres e impunes. La causa por delitos de lesa humanidad en el Cuerpo V está a cargo de Alvarez Canale, que se tomó vacaciones a fines de junio y tiene previsto regresar el 17 de agosto.
Corres fue detenido por Interpol el pasado 3 de abril al mediodía, cuando salía del edificio de Córdoba 1309 donde funciona la empresa petrolera Chañares Herrados Sociedad Anónima. Durante sus últimos meses en libertad usaba un pase a nombre de esa firma para atravesar los peajes de Autopistas del Sol. El apoderado de Chañares Herrados, al menos hasta abril, era Luis Alfredo “Fredy” Zarattini, “compañero de un hermano de Aldo Rico y de Raúl Antonio Guglielminetti en los campos de concentración y en Centroamérica”, detenido con un arsenal en su poder en agosto de 1988 e indultado un año después por Carlos Menem junto a un grupo de ex carapintadas, según publicó Horacio Verbitsky. Según un informe sobre antisemitismo de la DAIA, Zarattini, ex militante del Movimiento Nacionalista Tacuara, también está acusado de colaborar con la DINA chilena en el asesinato del jefe del Ejército durante el gobierno de Salvador Allende, general Carlos Prats.
Otro de los contactos de Corres durante su año y medio prófugo fue el capitán retirado Adolfo Saúl Zabala, que pasó a retiro en 1980. A diferencia del Corres versión 1999, que era calvo, usaba bigote pero no anteojos, nueve años después para esquivar a la Justicia comenzó a usar lentes, se dejó crecer la barba y la melena, igual que en 1975, entonces para infiltrarse entre los estudiantes de la Universidad del Sur.
Corres ingresó en la delegación bahiense de la Policía Federal, en Rondeau 189, el 9 de abril a la medianoche. Alvarez Canale lo indagó a fines de abril y lo procesó por 47 secuestros, 38 casos de torturas, 17 homicidios (ejecuciones en enfrentamientos fraguados) y siete desapariciones forzadas. Hasta ayer compartía una habitación precaria con los ex jefes de la cárcel local Andrés Miraglia y Héctor Selaya y con Leonardo “Mono” Núñez, enlace entre el penal de Villa Floresta y La Escuelita. Consultado por PáginaI12, el jefe de la Policía Federal, Néstor Valleca, invocó el “estricto secreto de sumario” para no dar información. Sólo dijo que “Interpol y toda la fuerza está trabajando” para ubicarlo y que “administrativamente, está viajando gente de Asuntos Internos para tomar cartas en el asunto y entrevistarse con el juez”.
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