Domingo, 8 de febrero de 2009 | Hoy
Los límites móviles, el arte de no romper la coalición virtual. Solá, Macri activan las calculadoras en la provincia. La lógica electoral de la movilidad, los cálculos de los operadores. El panradicalismo mira a Catamarca y a Corrientes. Murallas y Confederal de gobernadores en el horizonte.
Por Mario Wainfeld
Opinión
“¿Cuál es su límite?”, indagan los reporteros a diario, o con mayor asiduidad. La actualidad de la pregunta es perenne, porque los límites de las alianzas electorales son puro magma. Liberados de instancias inconfortables como debates partidarios, plenarios de la militancia, comisiones de acción política u otras antiguallas, los protagonistas dan rienda suelta a su imaginación o a su capricho. Perciben que los ciudadanos opositores quieren verlos unidos, nadie incurre en el paso en falso de poner en vilo esa unidad, de dejar afuera a otro. Ya habrá tiempo. Por ahora, se convoca, se extienden amnistías a los peronistas que crucen el Rubicón, se archivan discusiones feroces de años o semanas atrás con otros dirigentes. El mito de la unidad no peronista, un hallazgo del siglo XXI.
Elisa Carrió y Eduardo Duhalde coinciden en algo, se postulan como los más magnánimos expedidores de salvoconductos. Es un modo de ponerse por encima del conjunto, como garante de la manida unidad.
Las operaciones se suceden, cualquiera puede ser definitiva, cualquiera puede borrarse con el codo en instantes. El objetivo único es la defenestración del kirchnerismo, cual si fuera una dictadura o un gobierno colonial. La lógica del Frente del Rechazo ahorra a los opositores precisiones (que pronto serían discusiones) programáticas o ideológicas. Las rojas se alían con las verdes y atacan Oregon. O con las amarillas, o con las dos. Las justificaciones son personales y no recorren trayectorias de dirigentes que tienen mucho millaje recorrido. Si Carlos Reutemann se enfrenta al kirchnerismo, su currículo no cuenta, es bienvenido. Si lo acompaña, los plácemes previos van a la papelera de reciclaje.
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Calculadora en mano: Felipe Solá y Mauricio Macri hacen buenas migas desde hace rato. El ex gobernador tuvo un operador jugando para el jefe de Gobierno en 2003, Julio Balbi. Solá fue elegido en la provincia de Buenos Aires el mismo domingo en que Aníbal Ibarra le ganó a Macri en Capital. Los diarios privilegiaron en tapa al porteño, quien ganó el comicio más reñido. Solá se mortificó a su manera, sobremanera. Si la comidilla de Palacio vale como explicación parcial de la historia, ese dato es digno de mención.
Ahora anuncian un ¿preacuerdo? electoral en Buenos Aires. Impreciso, no plasmado, una variante semisólida del magma. Cuando todo es tan personalizado la jerga de la farándula es más útil que la política: aquí y ahora, Felipe y Mauricio son un poco más que amigos.
La jugada tiene interesante virtualidad electoral en la provincia, tabulan en comandos de los dos peronismos. “Los votos se dividen más o menos en tercios: el primer cordón del conurbano, el segundo cordón, el interior.” En el primer cordón, el más permeable a la Capital, el ex presidente de Boca puede sumarle a Solá. El punto fuerte de éste es el interior. El segundo cordón es el bastión del kirchnerismo.”
“En 2007 ya perdimos las ciudades grandes del interior, como Tandil o Tres Arroyos. Nos fue mejor en los pueblos chicos, después de la 125 no nos queda nada”, menea la cabeza un operador kirchnerista. Tras lo cual se sumerge en un taller digno de Adrián Paenza: “¿Qué porcentaje hay que sacar en el segundo cordón para redondear un 35 o 40 por ciento del padrón, dando por sentado un bajo desempeño en el interior?”. Sesenta por ciento de un tercio es más del 20 por ciento del total, calcula de ojito el cronista y le bajan el copete: ya lo hicieron mejor (con cuadritos y “tortas” estadísticas) consultores afamados.
La prognosis de los peronistas es que conservan una avasallante mayoría de partidarios en la provincia. Un paquetazo para repartir entre ex compañeros. “Si se lee bien –sistematiza el Master en rosca política de la University of the street– la táctica de Kirchner es conservadora. Al modo de Duhalde, concentra fuerzas en la provincia. En las otras, acuerda pero meterá poca cuchara en las listas. Acá tratará de decidir más.” No será simple: la cosecha de votos de Cristina Kirchner en pos de su senaduría fue altísima, acaso inalcanzable. Con menos bancas para compartir con los torvos aliados del conurbano, el ex presidente deberá sudar la gota gorda para conservar a sus fieles de fierro en Diputados. “Terminan mandato Kunkel, Dante Dovena, el Cuto Moreno. No tienen caudal electoral propio, son Kirchner”, computa un operador a pura jerga. Tres bancas para el kirchnerismo puro pueden ser muchas en un nuevo contexto.
En la otra trinchera, Solá esquiva la foto con Duhalde y Barrionuevo: su nuevo viraje ya lo alejó bastante de progres o independientes. No hay apuro para abrazar a esos osos aunque, si sigue por ese carril, igual confluirá con ellos.
Francisco de Narváez hizo caso omiso a una intermediación de Duhalde, que siempre sobreactúa su influencia. Por ahora, no va detrás de “Felipe”. Si ambos confluyen en una misma boleta, tienen una virtualidad que puede superar el 20 por ciento de los votos y capturar otros que pierda el kirchnerismo, se extasían ex menemistas, ex duhaldistas, que ahora recuperan el estribillo “siempre fuimos peronistas”. Un container lleno de boletas, gran incentivo para coaligarse. La contrapartida, dialéctica, es que el candidato que vaya segundo pierde chances de capitalizar para sí ese botín. Es más, cuanto mejor le vaya al conjunto, más se posiciona el cabeza de lista. Cuando tenían vigencia los partidos políticos, había jerarquías simbólicas compartidas, se realizaban internas, esos intríngulis eran resolubles. Allá lejos, hace tiempo.
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Con el buzo puesto: “Reutemann y Kirchner arreglaron que Lole sería el candidato, que se despegaría de Néstor sin criticarlo, que éste no lo forzaría a demostrar lealtad y cercanía.” Lo hablaron ellos dos, reseña un confidente de este diario, en presencia de Juan Carlos Mazzón y José Pampuro. “Hasta ahora, los dos incumplen el pacto”, se atribula nuestro amigo. El ex presidente lo llama con asiduidad, se lo invita a viajar a Madrid. Reutemann hace declaraciones largas para sus costumbres, critica acciones del Gobierno. Y bate el parche para avisar que no se sube al Tango 01.
La apuesta de Reutemann sería asombrosa, fuera del magma político nativo. Fiel a dos banderas, kirchnerista ma non troppo, confía que la ambigüedad no minará su sólida intención de voto. Como algunos actores nacionales, representa el papel de sí mismo, recargado de laconismo y ambigüedad. Confía en el rendimiento del buzo antiflama que llevó por razones variadas en las pistas y en la política. Si derrotara al socialismo, su potencial para presidenciable sería muy alto. Solá apuró su regreso al ruedo, no quiere dejarlo libre. Alberto Fernández le venía aconsejando que dejara de lado estas elecciones, que esperara su turno en el Congreso. Los correveidiles de Palacio polemizan: ¿lo hizo por criterio propio o por encargo directo o implícito de Kirchner?
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Catamarca a la vista: Julio Cobos actúa sin ambages como opositor. “Su despacho es un desfile constante de radicales, parece un comité”, chimenea un senador peronista. No se indigna, ni tendría legitimidad para hacerlo: su despacho parece una unidad básica.
La reunificación panradical avanza, es la hipótesis más sólida de confluencia opositora. Pero le valen las salvedades hechas para los primos justicialistas: no es moco de pavo renunciar a encabezar las boletas, puede equivaler a bajarse del 2011. Como fuera, el arrime entre el vicepresidente y el radicalismo subsistente puede reconfigurar las elecciones a gobernador en Corrientes y propiciar un triunfo boina blanca. Otra que calculan al alcance de la mano es la de Catamarca, para gobernador, a principios de marzo. Un trámite local que habrá que nacionalizar en el relato posterior. El correligionario Brizuela del Moral, vaticinan, se llevará puesto a un espantoso peronismo unido: Luis Barrionuevo, Ramoncito Saadi, el kirchnerista Bombón Mercado. La unidad peronista, una morralla del siglo XX que se perpetúa.
Jugando a más, la UCR cuenta con Cobos, el presidenciable que germinó en el yuyito. En el conteo conservador de porotos, se concentrará en las ocho provincias que renuevan senadores. Como piso, el objetivo es mantener las bancas. El cronista no se interna en detalles, no ve a Paenza en las inmediaciones. No tiene calculadora a mano. No faltará ocasión, en las próximas semanas.
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Murallas: “Los intendentes se van a fortificar en sus distritos, para preservarse lo más que puedan de la interna ‘por arriba’. Si dominan el territorio, conversarán con los ganadores después de octubre”, pronostica el Master, gran costumbrista él.
Los gobernadores harán lo mismo. Se vienen fortificando desde 2003, el poder político se incrementó a nivel nacional y también en el provincial. Ahora, el contrapeso federal crece. Si, como pinta, merma el peso del gobierno central, el savoir faire peronista barrunta un Confederal de gobernadores, a título de grandes electores. Como en el quincho de Olivos cuando Duhalde, como Chapadmalal.
Los que primen en las urnas, surgidos de varias elecciones paralelas, no mirarán la suma total solamente, también su potencia local. Para eso, las consignas son amurallar y ganar.
Cada cual atiende su juego y el que no, una prenda tendrá.
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