“Nos pasamos un poco de rosca.” Con esa frase, el empresario multimedia Francisco De Narváez sinceró su postura sobre la “audiencia pública” del miércoles pasado en el Salón Azul del Senado, donde la mayoría de los bloques parlamentarios opositores y los popes de la Mesa de Enlace agropecuaria cargaron duro contra el Gobierno. El socio político de Mauricio Macri y Felipe Solá consideró que los “discursos encendidos” de legisladores y ruralistas no colaboraron con la necesidad de sostener la reclamada mesa de negociación con el Ejecutivo, que se había abierto apenas 24 horas antes en una reunión oficial con los ministros Débora Giorgi y Florencio Randazzo.

“Honestamente, yo participé de la audiencia pública el miércoles pasado. Me parece que nos pasamos un poco de rosca. Los discursos fueron muy encendidos. Yo estaba ahí, fui parte”, admitió De Narváez en declaraciones radiales. Para el diputado del peronismo disidente “es un momento en el cual si el diálogo comienza a aparecer hay que sostenerlo a toda fuerza para que se vayan encontrando las soluciones”. “No tenemos que salir de esa mesa, aunque todavía sea un poco errática. Es el camino para resolver el problema”, completó De Narváez, para tomar distancia de los belicosos discursos que proclamaron allí legisladores y ruralistas.

Como muestra del perfil moderado que trata de imprimirle a su campaña electoral, el empresario –que intentará renovar su banca en la Cámara baja por la provincia de Buenos Aires en octubre– tampoco quiso sumarse al arco opositor que rechazó de plano el proyecto que promueve el Gobierno sobre la participación del Estado en la comercialización de granos. “Yo no estoy en contra de que el Estado intervenga, lo que tengo que saber es para qué interviene, cómo interviene, cuándo deja de intervenir, cuáles son los resultados que se esperan”, argumentó De Narváez.

La postura de De Narváez sobre la regulación estatal en la comercialización agropecuaria también lo diferenció de Solá, su aliado en la sociedad política que sellaron junto al jefe de Gobierno porteño. “Están pensando en un arma no a favor del productor, sino en contra del productor, porque dicen que al ex presidente (Néstor Kirchner) lo pone muy mal que haya seis millones de toneladas que dicen que están de la soja 2008 que todavía no se han vendido dentro de las 44 (millones) que cosecharon”, manifestó Solá sobre el proyecto oficial.

“A esta altura, después de un año, ya con amenazas no asustan a nadie, esto es demasiado serio como para manejarlo con una amenaza”, sentenció el ex gobernador bonaerense. Después, Solá ratificó su postura a favor de los productores: “Más del 90 por ciento de los chacareros han vendido todo lo que podían” de la cosecha de soja 2008 y lo que queda “no está en manos de los productores, está en manos de muy pocos productores, muy grandes, que eligen cuándo venderla, quieren obligarlos a vender y hacen esto”.

Sin embargo, Solá recordó que la ex Junta Nacional de Granos, liquidada por el gobierno menemista en 1991 –del que Solá fue secretario de Agricultura–, “tuvo mucho prestigio, en su directorio estaban los representantes de los productores, y tenía como misión básica defender a los productores, en un mundo en que había muchos compradores que eran estatales”.