Domingo, 5 de julio de 2009 | Hoy
EL PAíS › UN ANALISIS POR EDAD, EDUCACION, NIVEL ECONOMICO E HISTORIA POLITICA
Un detallado estudio de quién votó qué el domingo pasado permite entender las claves porteñas. La lealtad partidaria es muy tenue, pero la identidad de clase social aparece como un elemento de gran fuerza. La sorprendente presencia del conflicto agrario.
Por Carlos De Angelis *
El voto porteño del 28 de junio ya es historia y vale la pena analizarlo yendo más allá de los resultados electorales. Se trata de identificar el perfil de votante de los cuatro candidatos principales según los votos obtenidos: Gabriela Michetti (PRO, 31,09 por ciento), Fernando “Pino” Solanas (Proyecto Sur. 24,21), Alfonso Prat Gay (Acuerdo Cívico y Social, 19,05) y Carlos Heller (Enc. Popular p/la Victoria/Frente para la Victoria, 11,63). Entre estos cuatro reunieron casi el 86 por ciento del voto, lo cual hace pertinente concentrarse en las características de sus votantes. Este es el resultado de un trabajo realizado el mismo día de las elecciones, con metodología a boca de urna, por un equipo del Observatorio político y electoral conformado por investigadores de la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA. Los resultados de la encuesta (620 casos, 60 escuelas en 15 comunas), adelantados en exclusiva por Página/12, serán publicados próximamente en un libro.
La primera característica que salta a la vista es la edad de los votantes de cada propuesta. Mientras que el voto por Michetti está relativamente equilibrado, el sufragio por Solanas aumenta a medida que disminuye la edad de sus votantes. Por el contrario, tanto Alfonso Prat Gay como Carlos Heller no pudieron atraer el voto joven. El caso del Acuerdo Cívico y Social es paradigmático: si sólo votaran los mayores de 51 años habría sacado el 26,4 por ciento, peleando cabeza a cabeza con el PRO. Por el contrario, si la elección fuera restringida a los menores de 30 años, la elección hubiese estado codo a codo entre Solanas y Michetti.
El caso de los que votaron por primera vez es particular: lo capitalizó Pino Solanas. Casi el 31 por ciento de los jóvenes de 18 a 20 años votaron por él, contra el 25,5 por Michetti. Allí tanto Prat Gay como Heller capturaron solamente el 12,7 y 5,5, respectivamente, muy por debajo de su porcentaje general.
El voto según el nivel de ingreso familiar aporta algunos datos significativos. Los sufragios de quienes más ganan fueron mayormente para Gabriela Michetti. En efecto la candidata del PRO capturó el 48,4 por ciento de los votos de las familias de ingresos mayores a 9001 pesos y el 42,5 de las de ingresos de 6001 a 9000. Sólo Prat Gay le hace una muy tenue sombra, con el 21,9 y 19,8 por ciento, en esos estratos. Tanto Solanas como Heller hacen pie en los sectores medios bajos, de hasta 1500 pesos y de 1501 a 3000. Sin embargo, en el sector medio de 3001 a 6000 Solanas reina: capturó el 27,7 por ciento de ese sector, superando a Michetti que obtuvo el 26,6. Como puede observarse aun en una población bastante homogénea como la de la ciudad capital, el voto “discrimina” por nivel económico.
Como se sabe, el nivel de ingreso tiene una importante correlación con el nivel educativo. Entonces no sorprende que Michetti triunfe entre los porteños que tuvieron la oportunidad de acceder a la educación superior. Sin embargo, logra una envidiable fuerza electoral en los niveles hasta secundario y hasta primario (29,7 y 27,3 por ciento respectivamente).
Curiosamente los votantes que se inclinaron por Pino Solanas caen muy por debajo de su promedio entre quienes declaran sólo haber accedido a la educación primaria. Contrariamente, Prat Gay logra algo peculiar: no hay diferencias en educación entre sus votantes. Distinto sucede con Heller, que accede al 16,4 por ciento de los votos entre quienes tiene hasta secundario completo.
Aunque pareciera que ocurrió hace siglos, tan sólo dos años atrás hubo elecciones presidenciales. Vale la pena repasar la relación sobre a quién votaron los encuestados en aquella oportunidad y actualmente. Los votos a favor de la actual Presidenta de la Nación, se dispersaron ahora entre varios de los candidatos a diputados por la ciudad de Buenos Aires. Por supuesto, Heller captura el 36,8 por ciento de esos votos, pero la cuarta parte fue a parar a las arcas del PRO y más del 17 a la de Solanas. Prat Gay, en cambio, tiene mayor capacidad para capturar los votos que habían sido de Carrió, pero sólo lo hace con menos de la mitad. La otra mitad se fueron para Solanas y Michetti. Como recordarán los memoriosos, Roberto Lavagna también fue candidato presidencial: sus votos fueron en gran parte para Michetti y llamativamente pocos para Heller.
Por otra parte, se puede identificar las asociaciones entre el voto a Jefe de Gobierno en 2007 (primera vuelta) y el voto a diputado dos años después. Michetti captura un poco más que la mitad de los votos de su jefe político, Mauricio Macri, pero un 35 por ciento se desgrana en votos para Prat Gay y Solanas. Parte de esos votos perdidos los recupera, obteniendo una porción de los votos de que antes fueron para Jorge Telerman. Pero los votos de éste último fueron mayormente a las urnas de Prat Gay y Solanas. Finalmente, logrando una importante fidelización del voto, Solanas captura las tres cuartas partes del voto que pertenecieran a Claudio Lozano en 2007.
No puede obviarse el rol del conflicto con el agro que enfrentó al Gobierno durante una parte importante del 2008. Casi el 60 por ciento de los porteños asumen la posición de los sectores agrarios como propia. Más allá de los matices de la disputa tuvo un fuerte correlato electoral en la ciudad de Buenos Aires. El voto de esta mayoría que apoyó al sector agropecuario se volcó en gran medida a la candidata del PRO y en menor medida a Prat Gay. Los votos de quienes estuvieron de acuerdo con el gobierno nacional se volcaron a Heller y en parte a Solanas. Surge aquí una concordancia interpretativa. Pero Solanas captura fielmente otro voto: el de aquellos sectores que creen que el conflicto fue necio y que ninguno de los dos tuvo razón.
* Sociólogo, director del Observatorio político y electoral, Facultad de Ciencias Sociales-UBA.
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