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EL DISCURSO DE LULA EN PORTO ALEGRE
“Sigo soñando en construir una sociedad justa, solidaria”
Fue uno de los momentos más importantes del Foro Social Mundial que terminó esta semana en Brasil. El flamante presidente Lula explicó sus prioridades, el ritmo con el que piensa gobernar y sus razones para ir al “otro” foro, el de Davos. Y dijo la famosa frase sobre el corrupto Menem.
¿Sería mucho pedir que nuestros compañeros enrollasen sus banderas para que podamos ver a las personas de atrás y los de atrás puedan vernos? Ustedes saben que una de las cosas que yo más admiro es un militante de cualquier organización que va a la calle con su bandera. Creo que es una cosa fantástica e inusitada. Hace tiempo que no los veo, hace tiempo que no me ven, y considero que enrollar la bandera cinco minutos no incomoda a ningún compañero. Quiero en primer lugar decirles a ustedes que creo que es una alegría más grande de lo que mi corazón soporta el estar otra vez participando del mayor evento multinacional que la sociedad civil mundial organiza y que es este Foro Social Mundial.
Desde la otra vez que participé aquí, fui a un debate donde el tema destinado para que yo hablara era “Otro Brasil es posible”, y recuerdo que en aquel instante no tenía ni la certeza de que sería candidato a presidente de la República. Y hoy, al participar de este foro, lo hago en la posición de funcionario público número uno de mi país.
Quiero agradecer a la dirección de este evento. Sé que no es fácil. Sé del sacrificio que ustedes están realizando para hacer esta organización. Sé del cuidado que ustedes tienen con la seguridad. Y ahora mismo, Hadad, estoy hablando en portugués y debe haber compañeros ahí, franceses, ingleses, debe haber gente de China, de India, que no están entendiendo nada de lo que estoy hablando.
Mientras tanto, aquellos que no entiendan mis palabras pero sean personas que creen en el Foro Social Mundial, mírenme a los ojos que van a entender cada palabra que diga.
Quiero agradecer aquí a los compañeros dirigentes del Foro, a los ministros, pero sobre todo quiero agradecer al pueblo del mundo entero que sin medir sacrificio viene aquí, a veces sin tener el derecho de hablar, a veces sin tener oportunidad de hablar, pero vienen aquí sólo para decir: yo existo como ser humano y quiero ser respetado como tal.
Siempre dije que el mayor deseo que yo tenía para ser electo presidente de la República, era para ver si conseguía atender a mis propias reivindicaciones. Soy un hombre que hice muchas reivindicaciones en Brasil, exigí mucho a cada gobierno que pasó aquí antes de mí, como muchos de ustedes exigen en sus países.
Y mi deseo de ser presidente de la República era el de saber si al ser electo presidente de la República, sería capaz de atender a mis propias reivindicaciones. Por lo tanto, tengo que preocuparme de aquello que posibles adversarios dirán.
Tengo que saber que a lo largo de la historia el movimiento social brasileño, el movimiento sindical brasileño, los partidos políticos de Brasil, las Iglesias de Brasil, las ONGs en Brasil, acumularon mucha experiencia y junto con esa experiencia acumulada tienen propuestas, tienen reivindicaciones, tienen cosas extraordinarias presentadas.
Y ahora tengo cuatro años para que con mucha tranquilidad podamos atender, sino todas, aquellas cosas que tengamos capacidad y condiciones de atender. Continúo con mi sueño de hacer la reforma agraria en este país. Continúo con mi sueño de garantizar una escuela pública de calidad para mi pueblo.
Y que la universidad no sea un privilegio de apenas un 8 por ciento de la sociedad, sino que la universidad sea un derecho al alcance de todos. Continúo soñando en la posibilidad de realizar una política de salud donde ningún pobre más muera en la puerta del hospital por falta de atención médica o por falta de asistencia.
Sigo soñando en construir una sociedad justa, solidaria, fraterna, donde el resultado de la riqueza producida en el país sea distribuida de forma más ecuánime para todos los hijos de este país.
Mientras tanto también aprendí a lo largo de mi trayectoria política, y aprendí con ustedes, que un técnico importante para un equipo no es aquelque comienza ganando, sino aquel que termina ganando el juego que nos propusimos jugar. Y tengo cuatro años, cuatro años para, de manera tranquila, cautelosa, hacer las cosas.
Tengo cuatro años de gobierno para, de forma tranquila e serena ir haciendo las cosas que tienen que ser hechas en este país, quiero hacer tal vez el gobierno más honesto de toda la historia de este país. Un gobierno que tenga la más perfecta relación con la sociedad.
Quiero tratar a cada uno de ustedes como trato a mi hijo menor de 17 años. En el momento en que lo pueda hacer, lo haremos, pero en el momento que no dé para hacer, con la misma serenidad y con el mismo cariño, les diré: compañeros, no da para hacer. Y tengo la certeza de que esa relación de honestidad y de compañerismo será la razón del éxito de nuestro gobierno aquí en el país.
¿Y por qué es que voy a actuar así? Voy actuar así porque tengo conciencia de la responsabilidad que está en las espaldas de las personas que me eligieron, y que está en las espaldas de mis ministros, y que está sobre todo en mis espaldas. Aunque he sido elegido presidente de Brasil tengo una nítida noción de lo que nuestra victoria representa de esperanza, no solamente aquí dentro, sino para la izquierda en todo el mundo y sobre todo para la izquierda en América latina.
Me levanto todos los días de mañana y hablo con Marisa sobre que nosotros tenemos que hacer las cosas muy bien pensadas, porque cualquier gobierno en cualquier país del mundo puede equivocarse que no sucederá nada, porque es muy normal que los gobernantes se equivoquen.
Pero yo no me puedo equivocar. Y no me puedo equivocar porque no fui electo por el apoyo de un canal de televisión, no fui elegido por el apoyo del sistema financiero, no fui elegido por los intereses de los grandes grupos económicos y no fui elegido por obra de mi capacidad o de mi inteligencia.
Fui elegido por el alto grado de conciencia política de la sociedad brasileña el día 27 de octubre de 2002.
Sé de la expectativa que estoy generando en las mujeres, en los hombres y en los niños. Nunca vi en la historia de Brasil tanta expectativa, tanta esperanza y tanta gente pidiendo a Dios para que nosotros acertemos, y tanta gente pidiendo no un empleo, sino diciéndome: Lula, ¿cómo hago para ayudar a nuestro gobierno para que acierte?
Es esa la fuerza de la sociedad y es exactamente ese capital político que hace que nosotros pudiésemos terminar la elección y gritar bien alto: la esperanza finalmente venció al miedo.
Ya estuve en Argentina, ya estuve en Chile, ya estuve en Ecuador y sé de la expectativa que América del Sur tiene en el gobierno brasileño. Sé de la esperanza que los socialistas del mundo entero tienen en el éxito de nuestro gobierno. Es por eso que aumenta nuestra responsabilidad.
Y vuelvo a afirmar, nosotros esperamos tanto para ganar, perdimos tanto, sufrimos tanto, tanta gente murió antes que nosotros intentando llegar allá, que por ese cúmulo de compromisos, quiero mirar en la cara a cada uno de ustedes y decir: No me voy a equivocar y voy a hacer un gobierno orientado hacia los pobres de este país.
Siempre dije a los compañeros que organizan el Foro Social Mundial que era preciso transformar el Foro en un instrumento, primero que no fuese dependiente de ningún partido político, segundo que no fuese utilizado por nadie.
Cuando fui invitado para venir aquí dije a los compañeros: es preciso que ustedes piensen si debo ir al Foro Social Mundial porque seré el primer presidente que lo haga. Y me dijeron: Lula, podés ir porque sos un anfitrión del Tercer Foro Social Mundial.
Pero hoy ya me comprometí públicamente porque un compañero de la India, adonde va a realizarse el próximo Foro Social Mundial, me preguntó en unareunión que hice con la dirección mundial del Foro si yo iría el año que viene a India, y yo le dije, yo voy a la India, si fuera necesario voy a China, y si fuese necesario voy adonde me inviten porque soy obra y resultado del trabajo que ustedes hicieron a lo largo de todos estos años y por lo tanto pienso que no sólo yo, pienso que otros gobernantes deberían ir al Foro Social para ver lo que piensa el pueblo, lo que desea el pueblo y cómo el pueblo quiere que las cosas sucedan.
¿Cuál es la novedad? ¿Cual es la novedad este año? Este año por causa de ustedes y por causa del Foro Social Mundial fui invitado para ir a Davos. Si no fuese por ustedes yo no sería invitado.
Y ahí recordé una cosa, cuando comencé mi vida sindical, mis amigos más inteligentes y más expertos me decían así: Lula, no entres en el movimiento sindical porque la estructura sindical brasileña es la copia fiel de la carta del “lavoro” de Mussolini y si tú entras en el sindicato, serás un agente de la patronal, no vas a conseguir hacer nada.
Entré en el sindicato y en tres años cambiamos la historia del movimiento sindical brasileño que hoy es uno de los más importantes del mundo. En 1979 estábamos luchando en este país por la reconquista de las libertades políticas y se me ocurrió crear un partido, ahí aquellos que querían libertades políticas comenzaron a oponerse porque en la libertad política de ellos no presuponía la creación de un partido político.
Y hubo quien me dijese: en Brasil no cabe un partido como el PT, ese asunto de decir que un partido de trabajadores puede ser creado, que un metalúrgico va a dirigir un partido, eso es cosa del pasado, no hay en la sociología brasileña ejemplos de eso o a nivel mundial. Fuimos insistentes y creamos un partido que hoy es el partido más importante de la izquierda en toda América latina.
Ahora me acuerdo de una cosa que voy a contarles. En 1978 entramos en huelga en el ABC paulista y el presidente de la Federación de las Industrias del Estado de San Pablo corrió al comando del Segundo Ejército para decirle al general Guilhermando que era preciso acabar con la huelga que los metalúrgicos estaban realizando.
Posiblemente si perteneciese a una organización política más tradicional habría hecho los valijas y habría ido para otro lugar, para quedarme una semana hasta que la polvadera bajara.
Como yo era más inocente políticamente, agarré el teléfono, llamé al comandante del Segundo Ejército y le dije: General Guilhermando, estoy viendo en los diarios que usted invitó al presidente de la Fiesp para atenderlo, yo soy el presidente de los trabajadores y quiero ir a hablar con usted. Y él me atendió durante tres horas.
Ahora, cuando surgió la invitación para Davos, al principio me dije, ¿qué es lo que voy a hacer en Davos? Y ahí tomé la siguiente decisión, soy el presidente de un país que es la octava economía mundial, soy el presidente de un país que tiene 45 millones de personas que no comen las calorías y las proteínas necesarias, soy el presidente de un país que tiene historia y que tiene un pueblo, y no es cualquier día y cualquier mes y cualquier siglo que un tornero mecánico gana la Presidencia de la República de ese país.
Por lo tanto tomé la decisión. Mucha gente que está en Davos quiere conocerme.
Quiero insistir en ir a Davos y decir en Davos exactamente lo que diría a un compañero cualquiera que está aquí en este escenario, decir en Davos que no es posible continuar con un orden económico donde pocos pueden comer cinco veces al día y muchos pasan cinco días sin comer en el planeta Tierra, decirles que es preciso un nuevo orden económico mundial y que el resultado de la riqueza sea distribuido de forma más justa para que los países pobres tengan la oportunidad de ser menos pobres. Decirles que los niños negros de Africa tienen tanto derecho de comer como los niños de ojos azules que nacen en los países nórdicos. Decirles que los niños pobres de América latina tienen tanto derecho de comer como cualquier otro niño que nazca en cualquier parte del mundo. Decirles que el mundo no está precisando de guerras, el mundo está precisando paz, el mundo está precisando comprensión.
Creo que nosotros tenemos que hacer el mundo. Lo que no podemos hacer es quedarnos presos en nuestro mundo creyendo que todo el mal que nos rodea es por causa de quien está fuera.
Decía hoy eso, es más o menos como en una familia, que de repente aparece un hijo metido en drogas, y al contrario de que el padre y la madre discutan y saber dónde es que está el defecto, comienzan a culpar a la escuela, comienzan a culpar al vecino, comienzan a culpar al novio, en lugar de sentarse y mirar para dentro del padre y de la madre y preguntarse a sí mismos qué es lo que dejamos de hacer para que nuestro hijo fuese drogado.
Nosotros somos pobres, una parte puede ser culpa de los países ricos, pero una parte debe ser culpa de una parte de la elite del continente sudamericano que gobernó de forma servil, que gobernó de forma subalterna este país, practicando los casos más absurdos de corrupción.
Sólo en América latina en los últimos cuatro años, cuatro gobernantes, Collor, en Brasil; Fujimori, en Perú; Menem, en Argentina; Salinas, en México, perdieron por haber practicado un robo verdaderamente escandaloso en sus países. Y eso no puede continuar sucediendo. No pueden los países ricos querer ayudar a los países pobres aceptando depósitos o lavado de dinero de quien roba de los países pobres.
Recuerdo que una vez había un presidente de Zaire, llamado Mobutu, y recuerdo que en esa época la denuncia era que él tenía 8000 millones de dólares depositados en un país de Europa, y su pueblo estaba pasando hambre. Si los países ricos quieren contribuir, que no acepten dinero del narcotráfico, del crimen organizado, y que no acepten dinero de los países en que los gobernantes practicaron verdaderos robos. Que devuelva ese dinero para ayudar a su pueblo.
Yo quiero terminar esto aquí diciendo una cosa para ustedes, quiero decirles que el único y más importante compromiso que tengo con ustedes es que pueden tener la certeza, como la certeza y la fe que tienen en Dios para quien es cristiano, y es que yo puedo cometer algún error, pero que jamás negaré una coma de los ideales que me hicieron llegar a la Presidencia de la República de nuestro país.
Quiero poder, cada mes, cada año, mirar a la cara a cada niño, cada mujer, cada hombre, y decir “estamos construyendo una nueva nación, estamos construyendo un nuevo país”.
Insisto en decir todo el santo día: he de realizar un sueño que no es mío, sino un sueño que es de todos ustedes, que habrá un día que en este país ningún niño irá a dormir sin un plato de comida y ningún niño despertará sin un desayuno, habrá un día en que en este país las personas podrán morir, porque nacemos para morir, pero nadie morirá de desnutrición como mueren hoy en este país.
Habrá un día en que tendremos conciencia de que este país que yo sueño y que ustedes sueñan puede ser construido, depende de nuestra disposición hacerlo, depende de nuestro coraje, depende de nuestra disposición.
Y estoy aquí para decirles a ustedes, mis compañeros y mis compañeras del Tercer Foro Social Mundial, haya lo que hubiera, suceda lo que sucediera, intentaré cumplir cada palabra que está contenida en el programa de gobierno que me eligió para presidente de la República de este país.
Gobernar es como un maratón, uno no puede comenzar a 80 por hora porque el aliento puede acabarse en la primera esquina. Uno tiene que dar pasossólidos, concretos, para que uno pueda terminar el gobierno con la certeza del deber cumplido.
Y quiero poder decir al mundo, qué bueno sería, qué maravilloso sería si en vez de que los países ricos produzcan y gasten dinero en tantas armas, gastásemos dinero en pan, en porotos, en arroz para que matemos el hambre del pueblo. Me quedo imaginando cuantos miles y miles y miles de millones de dólares se gastan en una guerra, soldado matando soldado, soldado matando inocente, y prójimo nuestro, niños levantando los ojos y mendigando un plato de comida que muchas veces se tira fuera y no se da a ese niño.
Mis compañeros y compañeras del Foro Social Mundial, quiero que ustedes que son brasileños y ustedes que no son brasileños, pero que están aquí, quiero que ustedes tengan la certeza más absoluta de la vida, no les fallaré, no dejaré de hacer las cosas que tenemos que hacer y espero dar mi contribución para que otros compañeros ganen las elecciones en otros países del mundo, para que podamos de una vez por todas comenzar a elegir personas que tengan más sensibilidad, personas que tengan más compromiso, personas que crean que es posible cambiar la historia de la humanidad.
Nuestro país durante 500 años se quedó mirando hacia Europa, es la hora de mirar hacia Africa y hacia América del Sur, es la hora de establecer nuevas asociaciones para que podamos ser más independientes, fortalecer el Mercosur y establecer una fuerza política para negociar.
No podemos aceptar lo que está aconteciendo desde hace 40 años, el bloqueo a Cuba, no podemos aceptar que países sean marginados durante siglos y siglos, y no podemos aceptar que Brasil del tamaño que es, continúe cada año que pasa siendo un país que presente el mayor índice de pobreza y miseria.
Por eso yo no podía dejar de venir aquí y decir a ustedes: valió la pena y va a valer mucho más la pena cuando tengamos el último día de gobierno y podamos probar con dato sobre dato lo que nosotros hicimos en cuatro años, y lo que los otros no hicieron en algunas decenas de años en este país.
Quiero terminar diciendo a los compañeros coordinadores y coordinadoras del Foro Social Mundial, por el amor de Dios no desistan porque ustedes consiguieron en tres años construir una de las cosas más extraordinarias que la sociedad civil mundial conoció. Aunque estemos a tantos miles de kilómetros de Davos, la verdad es que después del Foro de Porto Alegre, Davos ya no tiene más la fuerza que tenía antes de existir el Foro Social Mundial.
La verdad es que los problemas sociales del mundo nunca habían sido discutidos en Davos y ahora todos van a saber que tienen que discutir los problemas sociales.
Ustedes consiguieron un espacio en la historia, la prensa que comenzó en el primer foro a decir que era un encuentro de izquierdistas, a decir que era un encuentro de los locos del mundo, hoy reconocen en todas las primeras páginas de los diarios, que el Foro Social Mundial es el mayor evento político realizado en la historia contemporánea, y yo no tengo ninguna duda que va a contribuir de forma decisiva para que cambiemos la historia de la humanidad.
Muchas gracias, y hasta la victoria, si Dios quiere, compañeros.