Martes, 9 de agosto de 2011 | Hoy
EL PAíS › EL TESTIMONIO DE ADRIANA REINHOLD, TíA DE LAURA
Por Alejandra Dandan
Los Reinhold tuvieron la primera noticia confirmada del nacimiento de Laura durante la dictadura, a partir del testimonio de Sara Osatinsky desde el exilio. Adriana Reinhold, la tía de Laura, todavía se acuerda de esos datos. A través de ese relato supo que Susana tejió con pedacitos de pulóver o de tela cosas para sus compañeras. Que había tenido a su hija en el Hospital Naval. Que había vuelto con la niña a la ESMA. Que habían estado quince días juntas. Que a ella después le hicieron escribir una carta con consejos para el cuidado de la niña, que le dijeron que era una carta para entregar a los abuelos, porque la convencieron de que la niña iba a volver con su familia.
Supo además que le llevaron un enorme moisés, muy blanco y repleto de regalos y que, pese a que era una de las cosas que hacían los marinos con las parturientas, aquel moisés llamó la atención entre las secuestradas: por las dimensiones imaginaron que la niña iba a ser destinada a alguien muy importante o relacionado con la máxima jerarquía del Servicio de Inteligencia Naval de la Marina, que era el que manejaba el caso.
Antes de ese testimonio sólo habían recibido una información en febrero del ’78 de parte de alguien que funcionaba como informante. Lo único que había hecho era felicitar al padre de Marcelo y llamarlo “abuelo”, un dato en el que la familia decidió creer, dijo Adriana, casi para preservarse. “Pero después no supimos más nada hasta el ’82 –dijo Adriana– y estábamos más que nada esperándolos a ellos, no es que nosotros esperábamos sólo a Laura, esperábamos a mi hermano y mi cuñada. En realidad, nos costó mucho tiempo no esperarlos más, creíamos que iban a aparecer los tres. Entonces, cuando llegó la etapa de buscar a Laura sola, fue bastante duro, porque estás confirmando que ellos no van a volver.”
–Nosotros no hicimos un rastreo personal, veníamos acá, a la casa de Abuelas, seguimos viendo la historia de los otros nietos porque esto es un rompecabezas que se arma, gente que va trayendo datos y cosas, y van apareciendo los nietos.
–Lo que más me llamó la atención es que estando acá, en la casa de las Abuelas, yo le había traído unas fotos y ella no se negó en ningún momento que yo le dijera “mamá y papá” a sus padres. Pero en un momento, después de la primera vez que lo dije, me acuerdo que de repente la miré y le pregunté si no le molestaba, si no le chocaba que les dijera así, pero ella me dijo que no: “Son mi mamá y mi papá”, me dijo. El asunto de los nombres de los tíos, abuelos y primos, todavía no, es demasiado. Pero “mamá y papá”, lo tiene muy claro.
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