Cuando terminó el acto, Felipe Solá ya sabía que la foto iba a levantar polvareda. Luego de que cundieran, en los últimos días, los rumores de un acercamiento al oficialismo, la imagen de él parado junto al titular de la Cámara de Diputados, el kirchnerista Eduardo Fellner, en el acto de inauguración del nuevo anexo legislativo, invitaba a las interpretaciones políticas. “Fue pura casualidad”, le aclaró a su entorno minutos más tarde. “Llegué y ese lugar estaba desocupado, por eso me ubiqué ahí. Andá a saber qué saldrán a decir después”, se atajaba el, por ahora, titular del bloque Peronismo Federal de la Cámara baja. Lo cierto es que, si bien no hay aún definiciones, ni las habrá hasta después de las elecciones de octubre, el ex gobernador bonaerense viene pronunciando un giro político que comenzó tras la muerte de Néstor Kirchner y que, con los resultados del 14 de agosto sobre la mesa, gana velocidad: “Finalmente hay un solo proyecto y una sola candidata que le llega a la sociedad. Y no tiene sentido enfrentarse a eso”, es el análisis que hace.

El nexo para concretar el acercamiento (siempre después de octubre) son dos dirigentes que mantienen con él una buena relación “personal y política” desde hace años: el gobernador Daniel Scioli y su jefe de Gabinete, Alberto Pérez. Solá mantuvo, en las últimas semanas, reuniones con ambos, en las que “no se discutió de cargos sino de política”. En el entorno del ex gobernador quieren dejar claro que no pretenden meter gente de su equipo en el próximo gabinete de la provincia, sino que están viendo cuál es la mejor manera de volver a insertarse en el panorama político nacional luego de varios meses de perfil bajo, tras renunciar a su candidatura presidencial.

“El espacio está intacto”, se jactan cerca de Solá. Se refieren a un grupo reducido pero leal de diputados nacionales y legisladores provinciales, y de dirigentes territoriales, instalados sobre todo en el interior bonaerense, que –aunque algunos juegan en estos comicios con Eduardo Duhalde, otros con Francisco de Narváez e, incluso, algunos pocos, con el Frente para la Victoria– siguen respondiéndole, según aseguran. Ese es el capital con el que cuenta a la hora de sentarse a negociar, aunque no todos coinciden en cuál es su valor. “Supongo que le sirve a Scioli tener una foto con Felipe antes de las elecciones de octubre”, especulan de un lado. “Daniel habla con todo el mundo que se acerque con buena fe, más con alguien que conoce desde hace años, como Felipe”, regatean del otro.

Lo que no va a suceder es que Solá salte del Peronismo Federal a la bancada del Frente para la Victoria. Sí, es casi un hecho que se alejará de ese bloque para formar uno propio, al que lo acompañarían, al menos, dos diputados que trabajan con él desde hace años: Roberto Moulleiron y Raúl Rivara. Desde ese lugar, acompañaría al gobierno nacional en algunas iniciativas, aunque siempre manteniendo la autonomía. Es un paso relevante para quien fuera la cabeza del bloque de diputados que ingresaron al Congreso de la mano del kirchnerismo y se alejaron, en masa, durante el conflicto con las patronales agrícolas. Todo, eso sí, después del 23 de octubre.

Más allá de los posicionamientos a nivel nacional, en La Plata ven con buenos ojos otro enroque: que los legisladores que responden a Solá en el Parlamento bonaerense dejen el bloque en descomposición de Unión-PRO (que tras el recambio de diciembre quedará dividido entre los que responden a De Narváez, los que se mantienen en el PRO y algunos justicialistas no kirchneristas rezagados) para sumarse al oficialismo. O, al menos, formen, como en el Congreso, un bloque propio, que pivotee en coordinación con el Ejecutivo provincial. Pero “en lo primero que hay que coincidir es en una visión política y estratégica”, señalan desde el sciolismo, dando a entender que habrá más reuniones.