EL PAíS › EL CADAVER DEL CHICO DESAPARECIDO FUE ENCONTRADO EN UN DESCAMPADO Y POR EL CRIMEN FUE DETENIDO LA EX PAREJA DE LA MADRE

Tomás Dameno, la muerte que más dolió en Lincoln

El niño había desaparecido el martes al salir de la escuela. Ayer apareció en un paraje cercano a Lincoln. La policía cree que la ex pareja de la madre mató al niño por venganza contra la mujer. Denuncian que ella ya había recibido amenazas.

 Por Emilio Ruchansky

Desde Lincoln

El paraje donde fue encontrado Tomás Dameno Santillán, de nueve años, fue rastrillado por agentes de Defensa Civil de Lincoln.
Imagen: DyN.

En un camino de chacras, iluminados por un claro de cielo en medio de los nubarrones, los agentes de una patrulla de Defensa Civil de Lincoln encontraron muerto a Tomás Dameno Santillán, de nueve años. Estaba tirado en una zanja. Al parecer, tiene una contusión muy fuerte en la cabeza y golpes en la cara. Adalberto Cuello, el principal sospechoso, permanecía demorado anoche, luego de ser señalado por su ex pareja, la madre de Tomás, y los familiares del niño. Guillermo Santillán, tío del niño, reconoció que había problemas en la ex pareja por la tenencia del bebé de siete meses que tenían en común. Durante el día, la policía requisó la casa del padre del sospechoso y de otros familiares suyos, incluso un campo que cuidaba Cuello, en un paraje cercano a Lincoln.

“Es allá, frente a la planta de residuos sólidos”, le indicó a este diario una mujer policía, con lágrimas en los ojos, que vigilaba otra planta, pero de desechos cloacales. Había pasado menos de una hora del hallazgo, ocurrido a las 18.05, cerca de la ruta 50, que une Lincoln con la localidad de Carlos Casares. Detrás de los alambrados de los campos de soja y maíz, cincuenta policías acordonaron el lugar. Ya había cuatro móviles de la policía científica, una ambulancia y varios patrulleros. Más tarde, asistió casi la mitad de los 500 policías que rastrillaron Lincoln.

El fiscal Javier Ochoaizpuro se mantuvo muy cauteloso con la prensa y se limitó a confirmar el hallazgo y descartar la versión de que el campo donde apareció el niño es del padre de la nueva novia del sospechoso, Carlos Gastaldi. Un rato antes, la policía allanó otro campo cerca del paraje La Delfina, que al parecer Cuello cuidaba. “Puede que esté sin vida hace unos días. Estamos tratando de determinar si lo mataron ahí o no. Pero las hipótesis se van a abrir cuando se haga la autopsia”, agregó el fiscal y afirmó que el lugar no había sido rastrillado con anterioridad.

El tío de Tomás definió al sospechoso como “un hombre manipulador” y aseguró que el niño “lo miraba como si fuera el diablo” (ver aparte). Según le contó a este diario Juan Carlos Sánchez, un vecino de Cuello presente en el descampado, durante la tarde fue allanada la casa del padre, el hermano, la hermana y el nuevo suegro del sospechoso. “Viven todos en mi barrio, en Plaza España. Se decía que el tipo le pegaba y que ella lo denunció. Parece que le dijo: si no me dejás ver al bebé, te voy a pegar donde más te duele”, comentó Sánchez. Reformulada, esta amenaza fue difundida ayer por distintas fuentes.

El sospechoso tiene alrededor de 40 años, es constructor y tiene un chalet sobre la calle Primera Junta, entre Ayacucho y El Chañar. Es oriundo de Lincoln. Susana Mansilla, la madre de Tomás, proviene de un pueblo cercano, Tirote. Se habría separado de él hacía tres meses. Junto al bebé de ambos y su otro hijo, alquiló un cuarto en una casa sobre la calle 25 de Mayo 356, a pocas cuadras de la plaza Rivadavia, la principal. Una familiar de ella también vive allí, en el fondo de esa vivienda. Según trascendió ayer, ella le reclamaba la cuota alimentaria y ése sería uno de los motivos de la pelea entre ellos.

“Uno piensa que estas cosas sólo pasan en las ciudades”, le decía un productor rural a otro, cerca del vallado humano hecho por la policía. Sobre la ruta, fueron llegando cientos de personas en auto, moto y bicicleta y se quedaron hasta el anochecer. En el medio apareció Ezequiel Azcune, periodista de una radio local, y denunció una “tremenda golpiza” de la policía por acercarse adonde estaba el cuerpo. Cerca de él, cinco policías sonreían. “Lo cagaron a patadas y no tiene un solo moretón”, observó uno.

Tomás fue visto por última vez el martes alrededor de las 12, cuando salió del Colegio 1 Domingo Faustino Sarmiento, en Massey 250. Una maestra, que volvía a su casa en bicicleta, lo vio caminar solo a dos cuadras, en el cruce de Massey y Ramos Mejía, según confirmó ayer a este diario el subdirector del colegio, Carlos Azcona. “Creo que la mamá dejó de venir a buscarlo cuando tuvo el bebé, siempre volvía a su casa con un primo de él, que tiene ocho años, pero que ese día faltó. Siempre caminaban hasta la plaza principal, ahí se encontraban con una primita y de ahí a su casa”, detalló.

Aunque era retraído y entró el año pasado en esa escuela pública, Tomás era apreciado por sus compañeros y tenía bastantes amigos. Los padres de éstos fueron interrogados por la policía en un principio, cuando todavía cabía la posibilidad de que se tratara de una travesura. “El gabinete psicológico se viene encargando de dar asistencia a la maestra y sus compañeros”, comentó el subdirector. Todavía no se sabía el paradero del niño. El padre del chico, agregó, trabaja de camionero y vive cerca del colegio. El fue quien reconoció el cuerpo del chico en el lugar donde fue encontrado.

Desde temprano, cientos de policías federales y bonaerenses habían rastrillado la ciudad de Lincoln y sus alrededores. Se los vio recorriendo en camioneta las banquinas a medio camino de Junín, donde hasta hace poco años los sojeros extendían ilegalmente su siembra. También en la puerta del colegio, desconcertados. “Todos lo perros llegan a dos cuadras y se clavan”, reconoció un oficial federal, parte del contingente que iba tras la nariz de un viejo y flaco Pointer blanco. Otros siete perros participaron de la búsqueda, en esta ciudad a 320 kilómetros de Buenos Aires.

Más allá de las palabras del intendente Jorge Fernández, que el miércoles se mostró sorprendido de que nadie hubiera visto si alguien se llevó al niño por ser una hora de mucho tránsito, en las cuadras inmediatas al colegio no hay mucho tráfico humano al mediodía. “Revisamos todo, las cámaras de seguridad de un banco y de la plaza, hasta acá nunca llegó”, confirmó un oficial de la Federal, que provenía de la ciudad de Buenos Aires. Después, por lo bajo, comentó que tras tres días de desaparición eran pocas o nulas la chances de que apareciera Tomás. “Eso lo sabe hasta la madre”, aseguraba entonces.

Horas después, con la noticia a cuestas, unos veinte vecinos coincidieron en la esquina de Massey y Urquiza, a metros de la plaza Rivadavia, frente a un comercio de electrodomésticos. Detrás de la vitrina, todos los televisores mostraban la cara del sospechoso, jugando con su bebé. Una señora que estaba con su marido, ambos montados en sus bicicletas, miraba estupefacta. Luego pasaron la foto de Tomás y ella le comentó: “Mirá qué linda carita, de pícaro. ¡Qué bonito era!”.

A una cuadra la policía local cortó desde temprano la calle de acceso a la comisaría principal, donde terminó la marcha del miércoles pasado. La idea era prevenir desmanes. Sin embargo, la manifestación prevista anoche para después de la misa no se hizo. Esta vez, la tristeza de los vecinos pudo más que la bronca.

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