Viernes, 17 de agosto de 2012 | Hoy
EL PAíS › EMPEZó EL JUICIO POR LOS CURAS DE CHAMICAL ASESINADOS EN 1976
Carlos Murias y Gabriel Longueville cayeron muertos dos semanas antes que Angelelli. Dos militares y un policía, juzgados.
Por Alejandra Dandan
Desde La Rioja
Luciano Benjamín Menéndez se sentó en la esquina de la sala, pulóver liviano, color sangre apagado. Llegó desde Córdoba, subió suelto de cuerpo las escaleras hasta el primer piso del Tribunal, desde ahí ascensor al quinto piso. “¡Está como si hubiese venido de Londres!”, se escuchó en la calle entre los ex detenidos y sobrevivientes de la dictadura. El ex jefe del II Cuerpo del Ejército, que con distintos exámenes médicos se consiguió salvoconductos para evitar los últimos juicios, esta vez no logró escapar a la fuerza de la batalla de querellantes y fiscales. Sólo eso estaba previsto. El juicio iba a empezar a las cinco de la tarde con Menéndez, pero no: las chicanas que dilataron durante treinta y seis años el comienzo del juicio por los dos curas de Chamical volvieron a activarse. A las 17, los otros acusados no estaban. A las 18.34, las ambulancias salieron a buscar al que faltaba. Las defensas presentaron otro pedido de inconstitucionalidad. A las 19 llegó el último acusado. A las 19.30 se descompuso. A las 20, el presidente del TOF, José Quiroga Uriburu, empezó a leer los cargos: el juicio que intenta buscar la sistematicidad en la persecución a los curas populares acababa de empezar.
“Por homicidio calificado reiterado en dos oportunidades, por privación ilegal de la libertad seguida de muerte y por los tormentos” a los sacerdotes Carlos Murias y el francés Gabriel Longueville, acusaron a Menéndez, como ex jefe del área y a dos de los responsables de la represión local: el vicecomodoro Fernando Luis Estrella, segundo jefe de la Base de la Fuerza Aérea de Chamical que funcionó como centro clandestino, y el ex comisario de Chamical, Benito Domingo Vera, considerado uno de los asesinos y la persona que hasta hace tres días estaba excarcelado y en libertad.
Si los parentescos determinan los linajes, en La Rioja explican la reproducción de la impunidad que estos hombres volvieron a poner en escena enseguida. Apenas todo empezó, el abogado de Vera, Juan Carlos Pagotto, la voz cantante de los defensores, pidió la suspensión del juicio porque la llegada de Menéndez obliga a un colega a ponerse al día. El TOF lo paró. Comenzó la audiencia. Se leyeron los cargos, pero Pagotto poco después volvió a la carga.
En ese andamiaje que opera abajo del juicio, Vera es el hermano de un camarista de Chamical y su abogado, hermano de un juez del Tribunal Superior de Justicia. Cuando los miles de recursos que presentó su abogado para salvarlo cayeron sin consideración, Vera llegó el martes a ser evaluado al hospital público de La Rioja. El director del hospital es hijo de otro juez del Superior Tribunal y el juez a su vez es hijo de un intendente de la dictadura. Los abogados de la secretaria de Derechos Humanos y la querella del equipo de Viviana Reinoso creen que si no conseguían un médico de parte, el juicio volvía a caer. No consiguieron un doctor en La Rioja. Acudió el médico Hugo Daniel Barrionuevo, de Catamarca.
“¡Cómo te meten en la amansadora para cansarte!”, suspiró un ex detenido en la puerta del Tribunal, en el ir y venir de ambulancias. Las organizaciones presionaron desde la calle: “¡El juicio sí se hace!”, cantaban. Cuando llegó el ministro de Justicia, le gritaron: “¡Queremos justicia!”. Cuando la policía corrió de un lado a otro, se oyó: “¡Yo sabía! ¡Yo sabía! ¡Que a Angelelli lo mató la policía!”.
Lucía Maraga entró cuando las puertas se abrieron. “El juicio es muy importante”, dijo ella, que es ex detenida política. “Se llega por fin a los que empiezan a ser los autores intelectuales; lo que pedimos es que se los condene a cárcel común, pero también que se siga con los otros responsables de este crimen, entre los que están los militares y civiles.” Apretó la mano de una compañera. “Espero volver entera”, le dijo.
Al final, el juicio se suspendió por tres días. El TOF aceptó el pedido de Pagotto. El fiscal federal Carlos Gonella se opuso, también las querellas, pero creen que la decisión esta vez fue, por lo menos, técnicamente correcta. “En definitiva se abrió el debate –dijo Gonella– y esto ya no tiene vuelta atrás.”
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