En el marco de su discurso público de los jueves, la titular de la Asociación Madres de Plaza de Mayo, Hebe de Bonafini, comenzó a exponer públicamente “la historia de cada juez de la Corte Suprema” para que “el pueblo” evalúe a los magistrados. En esta ocasión le tocó a la jueza Carmen Argibay, de quien cuestionó el voto sobre los indultos menemistas, pero rescató su lucha por el juzgamiento de los crímenes de lesa humanidad.

El primer aviso de Bonafini llegó el pasado 3 de enero, cuando frente al Palacio de Justicia expresó que si la Corte no intervenía a favor de la constitucionalidad de la ley de medios, las Madres acudirían semanalmente a las puertas de Tribunales “hasta que el día que nos hartemos vamos a entrar y veremos qué pasa”. Luego advirtió que se leería públicamente el currículum de cada uno de los magistrados, aunque sostuvo que “las Madres no vamos a hacer ninguna apreciación, lo vamos a leer y después son ustedes, el pueblo, el que evaluará si es buena, si es mejor, cómo es”.

“Hay buenos, hay malos, hay regulares, hay de todo”, consideró ayer frente a los militantes que la acompañan en la ronda de los todos jueves, y señaló que empezarían por “la señora Argibay”. Recordó que “el 30 de diciembre de 2003” la jueza “se convirtió en la primera mujer en ser nominada por un gobierno democrático para integrar al más alto tribunal de justicia de Argentina”. Destacó que su nominación “tuvo una dura resistencia de algunos sectores de la sociedad, particularmente de la parte más conservadora de la Iglesia Católica” ya que se había reconocido “políticamente más cerca de la izquierda que de la derecha” y se autodefinió como “una atea militante” que “apoyaba el derecho de las mujeres a decidir sobre su propio cuerpo”.

Sin embargo, cuestionó que una vez en la Corte votó en contra de la inconstitucionalidad de los indultos otorgados durante el menemismo justificando que “se trataba de cosa juzgada” y que “la ley está por encima de las convicciones personales”. Aun así, remarcó “la lucha” de Argibay “por el juzgamiento de los crímenes de lesa humanidad”, y concluyó que “fue una de las pocas magistradas que participó del juzgamiento” de esos delitos.