Sábado, 22 de marzo de 2014 | Hoy
EL PAíS › PANORAMA POLITICO
Por Fernando Cibeira
Ya en Olivos, la presidenta Cristina Kirchner celebró ayer en Twitter su visita a Roma y París que marcó su vuelta a la agenda internacional. Fue un viaje armado con un motivo inicial cultural –la presencia argentina como invitada de honor del Salón de Libro de París– que se fue agrandando con el correr de los días con contenido político. En este caso, la “inflación” resultó positiva. Volvió con un extenso encuentro repleto de gestos afectuosos con el papa Francisco –“la persona más influyente del mundo”, según el último número de Forbes– y un contundente espaldarazo de Francia en dos de las principales derivaciones de la deuda externa que aún quedan por clausurar. En medio, la Presidenta insistió en hacer pública su postura sobre la situación de Crimea en comparación con Malvinas, marcando diferencias respecto de la posición de Estados Unidos y las potencias europeas.
Es muy raro, aseguraban los vaticanistas, que el Papa almuerce con un presidente. Francisco es la segunda vez en un año que lo hace con Cristina Kirchner, además de dedicarle un total de tres horas al encuentro. Jorge Bergoglio se ha convertido hoy en una celebridad global; los jefes de Estado hacen fila para saludarlo. En las próximas dos semanas irán a verlo Barack Obama y la reina Isabel de Inglaterra. El Papa y la Presidenta han conseguido dejar atrás diferencias del pasado y hoy se muestran cercanos, en una relación con varios sobreentendidos privados y coincidencias públicas. Un sobreentendido es la decisión de Cristina Kirchner de devolver a la Catedral metropolitana el rol de sede del Tedéum del 25 de Mayo. Otro, que Francisco sabe que desde la Casa Rosada no se impulsarán iniciativas desafiantes, como la legalidad del aborto.
Las coincidencias públicas tienen que ver con sus preocupaciones sociales y económicas, cada vez más afines. Contaban en la comitiva argentina que la Presidenta tuvo todo el viaje a mano el librito rojo que le obsequió Francisco con la encíclica Evangelii Gaudium (El gozo del Evangelio). Allí, el Papa critica a los mercados y a la especulación financiera y reclama una solución para las causas estructurales de la pobreza. “Hay que leerlo, es un libro muy importante”, recomendaba la Presidenta a sus colaboradores. Es probable que en breve no sean sólo los candidatos opositores los que intercalen en sus discursos alguna frase del papa Francisco.
En la escala francesa, los funcionarios argentinos notaron un interés renovado del gobierno socialista por América latina, un objetivo que muchas naciones europeas dejaron de lado durante estos años para atender sus propias crisis. Argentina es la tercera economía de la región y mantiene con Francia un asiduo contacto por varios temas, incluso más de lo que se sabe. En este viaje acordaron reuniones de los equipos técnicos de ambos países para trabajar sobre el problema de los fondos buitre y de las guaridas fiscales. El tema también es una preocupación para los franceses porque los ven como una amenaza a su sistema bancario y financiero.
En ese marco se entiende mejor la decisión renovada de Francia de presentarse como amicus curiae ante la Corte Suprema de los Estados Unidos para pedirle que revise el caso de los fondos buitre. El anuncio llegó cuando parecía que la causa argentina sufría cierta indiferencia de parte de la comunidad internacional, principalmente luego de las expresiones del secretario de Estado, norteamericano, John Kerry, asegurando que no harían una presentación espontánea por Argentina. Sin embargo, ese día, el canciller Héctor Timerman se comunicó con el segundo de Kerry, Bill Burns, para pedir explicaciones. El funcionario norteamericano le aseguró que Kerry fue malinterpretado. Que el gobierno de Barack Obama no hará una presentación espontánea, pero que sí la realizará si se la pide la Corte Suprema, cosa que generalmente hace, sobre todo cuando hay varios países implicados. Además, quien contestaría el hipotético pedido de la Corte no será el Departamento de Estado, sino el fiscal general del Estado, quien depende del Departamento de Justicia, no de Kerry. “Ya presentamos varios amicus curiae por ustedes y no somos de cambiar nuestras políticas de un día para el otro”, tranquilizaron desde Washington.
En el Gobierno aseguran que la preocupación de la comunidad internacional por este expediente es grande y que en la Argentina no existe una real dimensión del caso, que hasta en el FMI cunde el nerviosismo. “Obviamente, no es que a ellos les preocupe Argentina, ya sabemos que no es el caso. Lo que no se termina de entender es que un fallo a favor de los fondos buitre cambiaría el sistema financiero internacional, por eso están tan preocupados”, remarcan en la Casa Rosada.
El tema con el Club de París es diferente, porque sus líneas de crédito significan financiamiento barato para las propias empresas europeas. La cuestión preocupa al gobierno argentino porque significó un freno a las inversiones extranjeras, pero también a gobiernos europeos como el de Francia, que ven mermar las ganancias de sus principales firmas. El presidente François Hollande fue enfático en el respaldo argentino para llevar adelante las negociaciones que arrancarán a fin de mayo para normalizar una deuda que con intereses ya supera los 9 mil millones de dólares.
En la conferencia de prensa conjunta, Hollande fue breve y conciso en los temas que trataron y que le interesaba destacar. Pero el punteo que tenía como “machete” era previo al encuentro. Por eso, por ejemplo, mencionó que habían conversado sobre Siria y Libia, cuando en verdad no se trató. Menos atada a los ayudamemoria, Cristina Kirchner se tomó unos minutos para plantear en público su postura sobre Crimea. Argentina integra durante este año una banca no permanente en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, donde viene haciendo esfuerzos por mantener una posición equidistante, evitando el seguidismo a Estados Unidos y el Reino Unido por un lado y a Rusia y China por el otro. En el tema Crimea, Argentina votó junto a las potencias occidentales, pero en cada aparición en la gira la Presidenta se preocupó en dejar en claro que lo hacía por la defensa del principio de integridad territorial. Y marcó la obvia contradicción de posturas de Estados Unidos e Inglaterra en el referéndum en Crimea y el que hicieron los kelpers en las islas Malvinas. En la Cancillería argentina se permitieron algunas ironías con los funcionarios de la Casa Blanca. “Cuando este año vayamos al Comité de Descolonización por Malvinas vamos a leer textuales de los discursos de Obama y Cameron hablando de Crimea”, les adelantaron en una reunión.
Uno de los peligros sobre el que el Gobierno busca alertar es la posibilidad que se vuelvan comunes los denominados “golpes blandos”, la manera en que grupos políticos, empresarios y mediáticos pueden voltear gobiernos legítimamente constituidos. En la visión de la Casa Rosada, eso fue lo que pasó en Ucrania, lo que sucedió tiempo atrás con Fernando Lugo en Paraguay y lo que se viene intentando con Venezuela, que fue el tema tapado de la gira. No trascendió, pero Timerman habló del conflicto con el secretario de Estado vaticano, Pietro Parolin, el “canciller del Papa”. Da la casualidad de que Parolin fue nuncio en Venezuela y conoce del tema, aunque con quienes él mantenía contacto asiduo no eran justamente los chavistas. Con todo, Parolin le reconoció a Timerman que la Iglesia venezolana está dividida respecto de lo que sucede. El canciller argentino también planteó el tema en extenso durante el encuentro con su par francés, Laurent Fabius. El interés de Timerman era dejar en claro que no se podía permitir que se volteara un gobierno que apenas lleva meses como el de Nicolás Maduro y que había que dejar actuar a la Unasur. El francés estuvo de acuerdo.
Los cancilleres de la Unasur se reunirán el próximo martes y miércoles en Venezuela para intentar recrear un clima de diálogo, pero el resultado es incierto. Si bien Colombia y Perú tienen una postura diferente del resto –por lo menos de énfasis–, en la región existe un consenso ampliamente mayoritario de respaldo a Maduro y de impulso al diálogo. El problema está centrado en la oposición al chavismo. En el bloque esperan una actitud receptiva de Henrique Capriles, mientras que ven que todo un sector opositor ya descartó la vía electoral para acceder al poder. “Al principio de la crisis, Obama habló varias veces de Ucrania y de Venezuela juntos, eso es algo que nos pone los pelos de punta”, comentaban en la comitiva argentina en París pensando en qué sorpresas podría tener reservado el futuro cercano.
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