Unas cincuenta familias de los trabajadores eventuales de la finca El Talar, parte del Ingenio Ledesma, acampan desde hace un mes en el portón del predio en reclamo por su precaria situación laboral: la empresa no les asigna tareas e introdujo cuatro plantadoras mecánicas. Y como parte del plan de lucha contra la tercerización y los despidos encubiertos que afectan a unos 500 trabajadores, el Sindicato de Obreros y Empleados del Ingenio Ledesma (Soeail) planea un acampe el lunes en el ingreso de La Rosadita, la residencia de los Blaquier en Libertador General San Martín. El intendente de El Talar tuvo encuentros con funcionarios del Ministerio de Interior, pero de esas charlas no participan los gremialistas.

La semana pasada hubo tensión porque los manifestantes habían levantado el bloqueo al Canchón de Ledesma a partir de una promesa de que se flexibilizaría la postura de la compañía azucarera, pero la empresa dijo que desconocía las gestiones mediadoras del fiscal Luis Lobos. “Hubo hombres y mujeres al borde de la desesperación, angustiados por las deudas que se van engrosando en los comercios para dar de comer y vestir a sus hijos, y con la incertidumbre de no saber cuándo podrán generarse un ingreso digno”, describió Rafael Vargas, secretario general del Soeail. Así, decidieron volver a instalarse en el portón de acceso.

El origen del conflicto fue la decisión de la empresa de empezar a cortar las fichas de los trabajadores temporarios y eventuales, es decir, no los pasan a la planta permanente ni les asignan trabajo. “Hace doce años venimos denunciando el abuso de esta figura contractual de la tercerización”, apuntó Vargas y destacó la falta de intervención del Ministerio de Trabajo ante la posición inflexible de Ledesma, que siempre aduce la “falta de trabajo” y su derecho de gestionar como le parece. “La ley nacional de empleo establece que el empresario debe considerar el impacto social ante cualquier coyuntura económica”, agregó.