La Central de los Trabajadores de la Argentina había sido creada en 1991, durante el menemismo.

Hugo Yasky y Pablo Micheli formalizaron la división de la Central de los Trabajadores de la Argentina (CTA). Por un acuerdo firmado ante el Ministerio de Trabajo, pasará a haber dos centrales reconocidas, la CTA de los Trabajadores (Yasky) y la CTA Autónoma (Micheli). Al oficializar la ruptura de esta manera, los dos sectores quedarán legitimados para trabajar sindicalmente, así como para tener representación en ámbitos internacionales, cada cual con su propia delegación.

La organización sindical, creada durante el menemismo en 1991, se había roto luego de las elecciones internas del 2010, en la que Yasky y Micheli –liderando un sector afín y otro opositor al kirchnerismo– compitieron por la secretaría general en unos comicios que terminaron en un cruce de denuncias de fraude.

Desde entonces, el sector de Yasky se quedó en la sede de CTA Nacional, sobre la calle Piedras, mientras que el de Micheli fijó sus oficinas en la calle Lima. Siguió un largo conflicto judicial, con una pelea por el reconocimiento que llegó a la Corte Suprema, y que ahora será desactivada de común acuerdo.

La CTA de Yasky ya contaba con el reconocimiento del Gobierno, ya que el dirigente de los docentes tenía prorrogado su mandato como secretario general de la Central. Micheli reclamaba para sí esa titularidad y había realizado nuevas elecciones el pasado 29 de mayo, en las que fue reelecto sin la participación de sus adversarios.

Por el acuerdo firmado ayer, la CTA de Yasky no impugnará las elecciones de la corriente de Micheli. A su vez, la CTA de Micheli se comprometió a no hacer planteos sobre el proceso electoral que realizarán los otros el próximo 18 de noviembre. El entendimiento firmado incluye el compromiso del Ministerio de Trabajo de tramitar la inscripción gremial de la CTA que conduce Micheli, mientras que la otra mantendrá la inscripción gremial ya existente.

El acta fue firmada en el Ministerio de Trabajo en reuniones por separado de cada corriente con la viceministra Noemí Rial y el jefe de Gabinete de la cartera, Norberto Ciaravino.

Su firma fue defendida por dirigentes de las dos centrales como una resolución civilizada de la disputa, que pondrá fin a la desgastante pelea interna legitimando la existencia de los dos sectores.

“La disputa se cierra de la mejor manera”, definió Yasky sobre la cuestión. “Se cierra un capítulo que nunca hubiéramos querido vivir”, agregó el dirigente, quien consideró que con la firma de este acuerdo, “no habrá más disputas por el aparato” sindical (ver aparte). A su vez, Carolina Ocar, secretaria de Comunicación de la CTA Autónoma, agregó que en sus filas consideran que lo firmado “es un avance importante en la libertad y la democracia sindical”. El sector de Micheli señaló, por ejemplo, que, tras la inscripción gremial comprometida por Trabajo, deberán ser llamados a espacios de los que quedaron fuera, como el Consejo del Salario.

Voceros gremiales indicaron que, además de desactivar los juicios, las partes avanzaron en la cuestión de cómo realizarán la división patrimonial, en la que si bien no hay edificios en disputa –ya que las sedes funcionan en locales alquilados– sí quedan fondos y otros bienes en común. En cuanto a la cuestión de los sindicatos que quedaron con afiliados de uno y otro lado, la fórmula será dar libertad a las seccionales para que decidan en cuál de las elecciones quieren participar.

En el mapa sindical quedarán así formalizadas cinco centrales obreras: la CGT que conduce el camionero Hugo Moyano (Azopardo), de la que se escindió la CGT oficial de Antonio Caló; un tercer sector cegetista encabezado por Luis Barrionuevo (CGT Azul y Blanca), que se separó con anterioridad pero que hoy, en los hechos, está alineado con el moyanismo, y las ahora dos Centrales de los Trabajadores Argentinos.