Domingo, 25 de octubre de 2015 | Hoy
EL PAíS › LAS ESTRATEGIAS DE LOS CANDIDATOS BAJO LA LUPA DE LOS ESPECIALISTAS
Politólogos y sociólogos coincidieron en señalar a Página/12 que nadie apeló a nada demasiado novedoso, que se volvió difícil distinguir una propuesta de la otra y que no hubo cambios en el esquema ya determinado en las primarias de agosto.
Por Fernando Cibeira
El consenso generalizado es que la campaña electoral que acaba de finalizar fue tirando a aburrida, con los candidatos atados a un libreto con el que buscaban pescar en un electorado parecido. Ningún acto, spot o eslogan quedará en el recuerdo, casi que ya se desvanecieron en el aire. La coincidencia de los especialistas es que a principios de año, luego de la muerte del fiscal Alberto Nisman, surgió un escenario polarizado, donde prevalecía la sensación de hartazgo con el Gobierno y la demanda de un cambio. Pero la sensación se fue diluyendo con el correr de los meses, lo que obligó a la oposición a revisar sus posiciones al nivel que se volvió difícil distinguir una propuesta de la otra. Daniel Scioli con la presentación anticipada de su gabinete, Mauricio Macri con su repentino giro hacia el peronismo y Sergio Massa con su volantazo a la derecha constituyeron lo más destacado. En las vísperas del acto electoral, ninguno de los consultados se animó a pronosticar el resultado de esas movidas.
En Canadá, el joven Justin Trudeau consiguió, en cuestión de meses, ascender desde los últimos lugares en las encuestas hasta alcanzar un impactante triunfo que le permitió terminar con una década de supremacía conservadora. Aquí, todo lo indica, pese a los cientos de actos, kilométricas tandas publicitarias y repetidas apariciones en programas de televisión, los candidatos no pudieron mover el esquema ya determinado en las primarias de agosto. Las razones son variadas.
Para el politólogo Sergio de Piero la mayor responsabilidad recae en la oposición, que no supo instalar temas de campaña que generen entusiasmo. “Todo muy promedio. Si algo caracterizó a los spots fue la falta de contenido”, sostiene.
Julio Burdman, doctor en Ciencias Políticas, dice ver también aspectos positivos en el aburrimiento de la campaña porque, al menos, los candidatos se preocuparon en presentar propuestas creíbles. “Todos hablaron de una agenda de desarrollo, algo bastante razonable en el panorama actual. Actuaron como si realmente tuvieran posibilidades de llegar al poder y cumplir con las promesas que lanzaban”, apunta.
El sociólogo Luis Alberto Quevedo también ve algo bueno en que se evitaran las agresiones entre los candidatos y que las discusiones fueran por cuestiones ajenas a ellos. Pero también coincide en que en general fue una campaña desangelada y sin ninguna novedad desde lo comunicacional, su especialidad. Además, para su gusto, también faltó “calle”. Los actos, en abrumadora mayoría, fueron en lugares cerrados. En Macri y Massa, más lógico, porque tienen escasa militancia. Pero el Frente para la Victoria también se movilizó poco. “No hubo ni siquiera militantes discutiendo en las esquinas como en otras épocas”, apunta.
Para el consultor Sergio Berensztein el motivo del esquema casi congelado desde las primarias hasta hoy es que no surgieron nuevos temas en la agenda. Inseguridad, inflación, dólar, son preocupaciones desde hace años, por lo que tampoco hubo razones para que la gente variara sus preferencias. “Lo mismo que desde hace años la confianza en el gobierno nacional oscila entre el 30 y el 40 por ciento. No se ven grandes cambios, tampoco en la intención de voto”, interpreta.
Hay una discusión latente en cuanto a la utilización del espacio publicitario cedido a los partidos políticos. Para algunos analistas termina siendo contraproducente porque el espectador se siente invadido y, a veces, por falta de presupuesto algún candidato hace pocos spots que se terminan repitiendo hasta el mareo, incluso varias veces en la misma tanda. “No fueron capaces de innovar. Para un buen spot no hace falta plata, muchas veces con una buena idea alcanza”, asegura Quevedo. “Está claro que en esta campaña no hubo un ‘dicen que soy aburrido’. Lo que prevaleció fue el libre texto, cosas como ‘el cambio en el que podés creer’, algo totalmente libre de interpretación”, aporta Berensztein.
Para Burdman, tanto desperdicio de espacio gratuito merecería alguna regulación de parte del Estado acerca de qué tipo de campaña deben hacer los candidatos, que sea menos de instalación personal y más de propuestas. “Hay una disonancia respecto al gran espacio que había para comunicar y no comunicaron”, sostiene.
La mayoría de los especialistas coinciden en que en las últimas semanas el candidato del Frente para la Victoria pudo mostrar que, más allá de su discurso como paladín de la continuidad del modelo nacional y popular, también se moverá de manera independiente. Lo hizo al adelantar casi todo su gabinete, con gran mayoría de tropa propia. También con sus anuncios sobre el cierre: la devolución del IVA a los jubilados y la modificación de la escala del Impuesto a las Ganancias.
“Es un giro para una campaña que venía hasta ahí con la idea de seguir”, puntualiza De Piero. “Eso que anticipara a sus funcionarios fue algo novedoso. No se había visto en otros presidenciables”, agrega Burdman. “Aunque era algo obvio, es claro que hay un mensaje en eso de mostrar un gabinete distinto al de Cristina Kirchner”, coincide Berensztein.
“Hubo una idea inicial de que el electorado quería un cambio y que sólo alcanzaba con presentar algo distinto que la gente sola se iba a conducir hacia eso. Era la idea que tuvieron originalmente Macri y Durán Barba”, explica Berensztein. “Pero después se comprobó que era una idea exagerada, fue así en un momento y después no. Lo de ‘la ola del cambio’ quedó reducido a un segmento de la sociedad que no alcanza para ganar. Por eso después la idea de acercarse al peronismo, en la búsqueda de los votantes de Massa y de De la Sota”, agrega.
Para Quevedo, esa voltereta de Macri mostró “un intento desesperado”. “El electorado que lo elige lo hace porque es lo más alejado del kirchnerismo. Tiene que estar agradecido de que esos electores, según parecería, lo sigan eligiendo después de las cosas que hizo”, argumenta.
Según De Piero, que Macri, entre otras cosas, quitara en escena a sus economistas más liberales como Carlos Melconian y Federico Sturzenegger, dejó vía libre para que Massa corriera su discurso hacia el carril de la derecha que ahora aparecía despejado. Burdman resalta lo contradictorio del asunto. “Su estrategia había sido mantenerse alejado del peronismo tradicional, al punto que rechazó una alianza con Massa, y después terminó inaugurando el monumento a Perón”, destaca.
Macri se vio afectado por el escándalo que envolvió a su primer candidato a diputado bonaerense, Fernando Niembro, según Quevedo, uno de los pocos hechos políticos de la campaña, aunque fue “más trabajado por los medios que por Scioli, que casi no lo utilizó”.
Tercero en las primarias, el candidato presidencial de UNA le dio un giro drástico a su mensaje y protagonizó tal vez el único spot que podrá ser recordado de esta campaña –y no por lo bueno, precisamente– el del Ejército entrando en las villas. “Desde el tercer lugar Massa buscó más el electorado de nicho y sacó algo de ventaja”, acepta Berensztein. Si bien el cambio le permitió sobrevivir a la polarización, las últimas encuestas indicaban que tampoco le alcanzaba para acechar al segundo lugar. De Piero incluso ve raro que hoy pueda retener los votos de su alianza en las primarias.
En definitiva, una vez que se concluyó que en el electorado no era mayoritario el hartazgo con el Gobierno y las ansias de cambio, todos terminaron enviando mensajes para el mismo sector. Según Berensztein, el “votante medio”, que representa algo así como el 60-70 por ciento de la sociedad, y que tiene hoy como uno de sus rasgos distintivos que es “pro Estado”, todo un signo de época. Al apuntar al mismo sector, “las campañas se parecen y el mensaje se vuelve más difuso”, agrega Berensztein.
“No hubo movimiento, no hubo política, sólo gasto en publicidad”, afirma Quevedo. “Los candidatos dicen cosas como ‘quiero más desarrollo’, ‘voy a poner más cloacas’, ‘va a haber más seguridad’. ¿Quién puede estar en contra de eso? Y cuando no hay política, el electorado se enfría. Todos fueron por el voto útil. ‘Votame que puedo ganar’ o ‘votame para que sigan’ o ‘para que no sigan’. Eso no es como para entusiasmar a nadie”, concluye.
Hasta aquí el análisis, a partir de esta noche ya se podrán ver los resultados concretos. También la posibilidad de que el año electoral se alargue hasta un ballottage, instancia en la que –los analistas también coinciden en eso– será un borrón y cuenta nueva.
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