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Un día de votos, historia y suspenso

Treinta y dos años de continuidad institucional, ciclo formidable y sin precedentes. Se vota en la Nación y se eligen autoridades en once provincias. La puja presidencial, la historia reciente y el suspenso actual. El caudal político ya comprobado del kirchnerismo. Cómo quedaría el Congreso. Y un alerta sobre operaciones mediáticas.

 Por Mario Wainfeld

Es una jornada histórica, jamás igualada en la historia nacional. Se vota con regularidad sin proscripciones y con respeto a los resultados desde hace casi 32 años.

Se definen representantes nacionales, provinciales y municipales. La definición más importante aparenta ser la que deparará más suspenso. La fórmula presidencial que estará en la Casa Rosada hasta 2019 puede conocerse en la madrugada de mañana o quedar diferida a una segunda vuelta.

Las Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias (PASO) en primer lugar, las encuestas y la lectura casi unánime de protagonistas o intérpretes coinciden: solo el binomio Daniel Scioli-Carlos Zannini podría consagrarse hoy, es una alternativa posible.

También lo es que salga primero sin acceder a la mayoría exigida por la Constitución y deba ir a ballottage contra la fórmula de Cambiemos, Mauricio Macri-Gabriela Michetti, cuya ambición real es forzar ese desenlace, al que llegaría con menos votos que el oficialismo.

Sergio Massa-Gustavo Sáenz (UNA) aseveran estar en condiciones de dar una sorpresa, desplazando del segundo lugar a Cambiemos. Sería un batacazo asombroso a diferencia de los resultados mencionados antes.

Para prevalecer en primera vuelta, el Frente para la Victoria (FpV) debe exceder el cuarenta por ciento de los votos válidos emitidos y quedar arriba de Macri por más de diez. Es una diferencia sensible y reveladora del potencial del oficialismo.

Tras tres presidencias consecutivas el oficialismo es la primera minoría, lejos. Sólo un cataclismo bíblico impedirá que gobierne la mayoría de las provincias, tenga quórum propio en el Senado nacional, primera minoría cómoda en Diputados. Sus apoyos sociales mayores radican en la clase trabajadora y en los sectores más humildes. Tamaño capital político no es producto de la demencia o el masoquismo de millones de compatriotas ni se obtuvo al Loto. Es consecuencia de la acción estatal, que el padrón ciudadano evaluará hoy. En los sistemas democráticos estables (el nuestro ha llegado a serlo) las disputas por las presidencia son en buena medida oficialismo céntricas. La presidenta Cristina Fernández de Kirchner, líder del FpV e imposibilitada legalmente para competir, será evaluada por el conjunto de los argentinos. Llega con su imagen en ascenso, sin haber menguado poder ni centralidad... pero sin presencia en el cuarto oscuro. El peso de esa referencia se medirá, como tantas variables, en los próximos días.

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A participar, a participar: 32 millones de compatriotas están en condiciones de pronunciarse hoy. Seguramente participarán masivamente. El voto es un derecho y a la vez un deber para quienes tienen entre 18 y 70 años, a partir de esa edad es potestativo. Los ciudadanos de entre 16 años y 18 años que se hayan inscripto al efecto y los residentes del extranjero que lo quieran también serán de la partida. Los que no participaron en las PASO deben votar porque no pierden su importante derecho ni quedan relevados de su deber cívico.

Se elige por octava vez presidente sin interrupciones golpistas. Será en la fecha señalada desde hace dos años, en un contexto de gobernabilidad y relativa paz social. He ahí el hecho central de la jornada, que debe resaltarse tanto como la importancia de los resultados.

Todos los argentinos, a padrón único, elegirán al presidente y al vicepresidente.

Están en juego la mitad de las bancas de diputados nacionales, en el que cada una de las 24 provincias designa sus representantes. Ocho renuevan a sus tres senadores, que expresan al tercio de la Cámara.

El pueblo de once provincias define autoridades locales: gobernador, legisladores, intendentes, concejales. Cada cual lo hace según su propio esquema constitucional, expresivo del federalismo.

Se designan por primera vez diputados al Parlasur, una puja que no concita interés ni pasión.

Las otras conforman (o terminan de conformar) el cuadro de representaciones políticas para los próximos años.

Las PASO, por lo pronto, despejaron y ordenaron bastante el panorama general. Esta vez habrá en el cuarto oscuro solo seis boletas con fórmula presidencial, la marca más baja desde 1983. Las listas para diputados, 140 en total, son otro record (por lo bajo) desde la recuperación democrática.

Las primarias definieron un cuadro de preferencias entre los presidenciables que parece mantenerse estable. El gobernador Scioli superó el 38 por ciento de los sufragios válidos emitidos, conserva el primer lugar y es favorito para llegar puntero.

El jefe de Gobierno Macri arribó segundo con 30,12 por ciento y es el challenger con más perspectivas para ser escolta o aún forzar una segunda vuelta.

El diputado Sergio Massa (UNA) fue tercero con el 20,57.

Ya se dijo: una victoria de Scioli sin necesidad de segunda vuelta o la necesidad de librarla el 22 de noviembre son dos alternativas factibles. La diferencia entre ambas es más que relevante pero la cantidad de votos que puede signarla relativamente pequeña. En ese margen transitan los pronósticos y los pálpitos más extendidos. Los lectores de este diario conocen las cifras en danza; 40, 30, 20 por ciento respectivamente y los requisitos constitucionales para imponer el ballottage o para sortearlo.

Los otros tres candidatos a la presidencia accedieron a un grado de visibilidad razonable, gracias a la distribución obligatoria de la publicidad y a su propia movilización. Para Margarita Stolbizer (Progresistas), Nicolás del Caño (Frente de Izquierda y los Trabajadores-FIT) y Adolfo Rodríguez Saá los objetivos accesibles son rondar el cinco por ciento de los votos, sumando diputados nacionales o legisladores provinciales. Las cifras de las PASO les permitieron sincerar sus ambiciones y enderezar sus campañas en ese sentido, amén de instalarse o fortificarse como protagonistas nacionales

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Historia y novedades: Los presidentes Raúl Alfonsín, Carlos Menem (dos veces), Fernando de la Rúa y Cristina Fernández de Kirchner (en dos ocasiones) se impusieron con totales muy amplios que, todo indica, no se repetirán hoy. La diferencia previsible entre el primero y el segundo, en cambio, no es novedad.

Casi todos los mandatarios ungidos desde el 83 superaron el 45 por ciento de los votos. Néstor Kirchner hizo excepción en un comicio atípico y único, con cinco contendientes en paridad. Menem llegó puntero con el 25 por ciento. Ese piso lindaba con su techo para la segunda ronda y se escapó del ballottage, en la única oportunidad en que se hizo necesario desde el 83.

El cuadro actual se insinúa diferente. Menor el gap entre primero y segundo, añadido a la perspectiva de que (acaso) por primera vez sea aplicable la regla del 40 por ciento. La falta de precedentes y la prudencia de los encuestadores hacen poco serio especular al respecto aquí y ahora.

Las ambiciones de quienes están en el podio, por así decir, son lógicamente disímiles. El mejor escenario para el FpV es revalidarse hoy. Claro que si así no ocurriera quedaría posicionado como favorito para noviembre, sin que medie término de comparación posible con Menem 2003.

Para Macri, en cambio, el objetivo es que haya partido en noviembre. No hace falta ser adivino para vaticinar que ese escenario sería celebrado como un triunfo definitivo.

Ambos presidenciables están en carrera desde 2011, ya que no tenían reelección en los distritos que gobiernan, “condenados” a competir en ligas mayores. La trayectoria de ambos trasunta un grado alto de previsibilidad del sistema político. Los dos van en pos de respectivos records, excluyentes entre sí.

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Pretensiones variadas: Si Scioli recibiera la banda presidencial de Cristina el FpV superaría todos los precedentes. Hay que remontarse a la primera mitad del siglo pasado para dar con una serie de tres triunfos al hilo de un mismo partido: el radicalismo con Hipólito Yrigoyen-Marcelo Torcuato de Alvear e Yrigoyen. Es el único hat trick y acá hablamos de cuaterno.

La comparación con todos los trances anteriores a 1983 es siempre imperfecta porque la calidad institucional desde la asunción de Alfonsín es otra: un estadio superior, incomparable cualitativamente.

El pase de un líder político a otra figura que no es de su propia línea interna, sería otra primicia. No valen a este efecto, las transiciones Perón-Perón, Menem-Menem, Néstor-Cristina-Cristina por motivos palpables. Un liderazgo carismático que aúpa un traspaso de mando sin ripios a un compañero es exótico en la historia nacional, y ya que estamos en la experiencia comparada (doméstica o internacional) de los liderazgos de ese jaez.

Los records que ansía el macrismo son varios. El primero está, pongamos, al alcance de su mano. Es ser el primer partido de centro derecha que dispute la presidencia con pretensiones firmes en una votación libre y el que más sufragios cosecharía si queda en el 30 por ciento o cerca.

Podría conseguir ser la primera fuerza nacida en esta etapa que llegue a un ballotage (y eventualmente al gobierno). El Frepaso con la fórmula José Octavio Bordón-Carlos Chacho Alvarez quedó segundo en 1995 pero sin acceder a una segunda vuelta.

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A reforzar, a reforzar: Se insinúa que las tres coaliciones más taquilleras retuvieron el caudal de las PASO y que les viene siendo arduo crecer. En parte habrán sido sus tácticas, conservadoras conceptualmente. En parte, seguramente, la firmeza de las preferencias de los votantes en agosto. Otra fracción serán aciertos, errores u omisiones de campaña que podrán ser evaluados mejor con números duros a la vista.

Dicho de modo general, con las limitaciones de “la previa”, da la impresión que, en pos de engrosar su total y su distancia, Scioli debería mejorar las PASO en distritos muy poblados: los más patentes son Córdoba, la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA) y su propia provincia. También en capitales de provincias o ciudades grandes. Quizá sea accesible en Córdoba donde hizo una pésima cosecha. En Buenos Aires zafó pero debía pretender más, siendo su terruño. Una concurrencia mayor podría ser clave, si concordara con el apoyo de la nueva masa de votantes. Firme en los barrios y clases populares, algo debería sumar de sectores medios. A eso pudieron apuntar sus anuncios sobre impuesto a las ganancias, en el cierre mismo de la campaña, lo que suena como acaso tarde.

La situación de Macri se demarca en espejo, con lógica. Con un corte clasista sensible entre FpV y Cambiemos, esta alianza debe conmover gentes de a pie de condición modesta, peronistas anche. La gestualidad de Macri registró esa búsqueda desde la noche misma de la apretada consagración de Horario Rodríguez Larreta en la CABA. Algunas movidas parecieron paródicas pero la medición cabal se verá en el cuarto oscuro.

Será muy peliagudo que Scioli acumule en el NOA y el NEA más diferencia que en las PASO. Le fue muy bien ahí. Un deseo racional sería conservar esas marcas. Con mucho esfuerzo podrían mejorarse en aquellas que renuevan gobernador, en las que los taitas locales se juegan a fondo (ver también nota aparte).

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Congreso, gobernabilidad, su ruta: Si se calcaran los guarismos de las PASO, el FpV quedaría muy bien posicionado en el Congreso Nacional.

En Diputados su primera minoría se haría más estrecha pues se retiran los legisladores elegidos en 2011, con el 54 por ciento irrepetible de la presidenta Cristina. De cualquier manera el bloque sería, por mucho, el más numeroso. Y lo distinguiría la presencia de muchos dirigentes kirchneristas puros, ya que la intervención presidencial se concentró y limitó a esas boletas. El candidato Scioli viene nombrando a los componentes de su gabinete sin interferencias, probando su voluntad y exponiéndose a críticas o evaluaciones que ya se están desgranando.

La apodada “Cámara alta” se renueva por tercios y los legisladores duran seis años. Ocho provincias renuevan senadores: Catamarca, Córdoba, Corrientes, Chubut, La Pampa, Mendoza, Santa Fe y Tucumán. El FpV dispone de óptimas perspectivas para ampliar su bancada. Si se calcaran los resultados de agosto podría disponer de mayoría propia (más de 37 bancas). Y hasta podría aspirar a juntar dos tercios roscando y articulando con aliados estables, peronistas federales y otros parlamentarios.

Así las cosas, fuera quien fuera el presidente electo, el kirchnerismo tendrá la llave de las leyes a debatirse. Y podría armar una mayoría contingente de dos tercios para dar acuerdo a los jueces que deberían completar a la casi desbaratada Corte Suprema de Justicia. Claro que es el Ejecutivo quien propone a los aspirantes a ese cuerpo en pos del acuerdo, lo que sería sencillo para Scioli y un embrollo para cualquier otro.

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Resultadismo y preguntas: El intervalo entre las PASO y hoy fue desangelado por demás. De cualquier forma, las competencias políticas deben calibrarse tomando en cuenta los resultados, que resignifican el accionar previo.

Scioli refleja una dificultad estructural del kirchnerismo que es construir candidatos coherentes con su ideario y con magnetismo electoral. Con los escrutinios delante se corroborará si tuvo la virtud de contener a los propios y sumar a indecisos o independientes. Es más difícil de mensurar pero también puede ser una virtud limitar la polarización, que aglutine al campo opositor.

En correspondencia se pondrá a prueba si Macri era un adversario capaz de imantar al conjunto de la “opo” o si tiene un techo dado por sus condiciones de porteño, su fórmula “pura” y su ostensible pertenencia a la clase alta.

Otro eje a descifrar es a qué obedece la división de los votos opositores. La oferta se diversifica pero los ciudadanos podrían polarizarse, lo que no obraron en 2007, menos en 2011 y está por verse cuánto hacen ahora.

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A esperar, a esperar: La oposición viene ensayando una reprobable deslegitimación del veredicto popular. Hubo denuncias de fraude no corroboradas en Salta y Santa Fe (en las que se aplican la boleta electrónica y la única, supuestas maravillas). Y se exageraron los incidentes reales pero sin impacto en el resultado de Tucumán. Los vencidos acudieron a tribunales, sus planteos fueron rechazados y da la impresión que bajaron la guardia una vez que habían enchastrado el escenario general.

Se han tomado previsiones para robustecer el sólido sistema electoral nacional. Son bienvenidas, tanto como los observadores internacionales que han llegado o la enjundia que pondrán los fiscales partidarios.

El menú de lo previsto incluye operaciones mediáticas para manipular bocas de urna truchas o generar “clima” de ballottage. Los representantes de los partidos se comprometieron a ser prudentes. Ojalá ratifiquen su palabra, hay que darles un crédito a cuenta. Pero no son los únicos que juegan. Los medios dominantes están furibundos y en plan de pelea. No se comprometieron a tener conductas sistémicas ni se comportan así cotidianamente. Se verá.

Si se suman las sagas de los únicos gobiernos legales y legítimos anteriores, los radicales (1916-1930) y peronistas (1946-1955 y 1973-1976) el total es mucho menos que el acumulado en nuestra época. Construcción social, colectiva, mérito de la ciudadanía. Se debe reivindicar y defender. Un modo sustantivo es acatar los resultados, aunque contradigan las preferencias propias.

Los días de votación suelen ser momentos de intensa implicación, mezclados con los placeres relativos de un feriado sin fútbol, esta vez matizado por Los Pumas.

Como suele ser costumbre puede haber una jornada cívica formidable por la que brindamos a cuenta con los lectores de este diario, que solo se publicó (y sólo es viable) en democracia. Salud, pues y la seguimos mañana.

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