Jueves, 10 de marzo de 2016 | Hoy
EL PAíS › EL ESPíA HORACIO STIUSO SE NEGó A DECLARAR ANTE LOS FISCALES DE LA CAUSA AMIA
El ex jefe de Operaciones de la SIDE no quiso responder acerca de un trabajo de cruce de llamadas que debía hacerse en la investigación. Alegó que lo habían denunciado por ese hecho y que podía autoincriminarse.
Por Raúl Kollmann
Después de declarar 17 horas en la causa por la muerte de Alberto Nisman y tras su aparición como panelista de Intratables, el ex jefe de los espías Horacio Antonio Stiuso volvió ayer al ruedo. Ante los fiscales de la Unidad AMIA, que le iban a preguntar en serio sobre un entrecruzamiento de llamadas de la época del atentado, el ex jefe de Operaciones de la SIDE utilizó una chicana judicial para no prestar declaración. Argumentó que él tiene una causa abierta por ocultar pruebas respecto del atentado y, por lo tanto, sostuvo que si declaraba ayer bajo juramento sus dichos podrían utilizarse en su contra. Se trata de una artimaña, porque sin problemas podría haber hablado del entrecruzamiento si efectivamente lo hizo, como era su deber. La impresión, no obstante, es que nunca se trabajó esa prueba clave, lo que motivó una denuncia penal de Oscar Parrilli cuando lo echaron de la ex SIDE. Decidido a no decir nada ante los fiscales, ayer a la mañana Stiuso subió y bajó por ascensor de la Unidad AMIA, en Plaza de Mayo, sin que nadie lo molestara.
Stiuso y Nisman fueron los principales investigadores del atentado. El juez a cargo, Rodolfo Canicoba Corral, delegó la pesquisa en el fiscal, pero varias veces advirtió que se habían alterado las cosas: “Stiuso es el jefe y Nisman hace lo que le dice Stiuso”, señaló el magistrado. Tras la muerte del fiscal, la Procuración resolvió designar un equipo que fue el que le iba a hacer las preguntas ayer: Sabrina Namer, Roberto Salum y Leonardo Filippini. La idea era que declarara como testigo sobre un aspecto de importancia en la causa AMIA, un entrecruzamiento de llamados al exterior, entre 1991 y 1996, orientado a ver si había comunicaciones fuera de lo común en la época del atentado, julio de 1994. Ese trabajo se ordenó ya en 2007 y motivó innumerables notas entre Stiuso y Nisman. El espía dijo que ya estaba terminando e incluso que ya lo había terminado y Nisman le fue extendiendo los plazos a lo largo de ocho años. Sin embargo, el entrecruzamiento nunca apareció. A la Corte Suprema de Justicia, Stiuso le dijo que dejó el trabajo hecho en las oficinas de Agencia Federal de Inteligencia (AFI), la ex SIDE, pero el análisis no sólo no pudo ser encontrado sino que el personal de la AFI declaró que nunca lo hizo.
Stiuso perfectamente podría haber respondido ayer las preguntas que se le iban a hacer, siempre y cuando fuera cierto que había hecho el entrecruzamiento. Se escondió en una excusa formal, pero –si no tuviera nada que ocultar– podría haber explicado, punto por punto, todo lo que hizo en el expediente del atentado. La impresión es que su objetivo es no colaborar y sólo disertar en las causas que le puedan servir para vengarse del anterior gobierno que fue lo echó de La Casa tras 40 años de carrera. Por eso habló 17 horas, sin exhibir ninguna prueba, ante la jueza Fabiana Palmaghini. Dijo que a Nisman lo mató Irán en combinación con un grupo del gobierno anterior. Ayer, en cambio, destinó apenas 15 minutos a presentar un escrito y decir que no iba a declarar.
En la tarde de ayer, una agrupación de familiares sostuvo que quería estar presente en la fallida testimonial de Stiuso. La citación figura en el expediente desde diciembre y se hizo en las mismas condiciones que las de cualquier testigo: no hubo secreto, no hubo tratamiento preferencial. Stiuso llegó al edificio que está en la esquina de Plaza de Mayo, subió por el ascensor que utiliza todo el público y bajó por el mismo ascensor. No dijo nada de nada y se supone que las explicaciones las tendrá que dar ante el juez Julián Ercolini, que instruye la causa en la que se acusa al ex espía de esconder ese entrecruzamiento de llamadas.
Stiuso está acusado en diversas causas de contrabando, escuchas ilegales, incumplimiento de los deberes de funcionario público, enriquecimiento ilícito y ocultamiento de pruebas. Por ahora ningún juez lo buscó en serio. Entró y salió del país cuando quiso y se escondió un año en un resort de La Florida, en Estados Unidos, de la mano de sus amigos de los servicios de inteligencia de la derecha republicana. Eso sí, se dio el lujo de patotear al ex fiscal Luis Moreno Ocampo en su aparición en el programa Intratables. Demostró que es un ex espía que perdió los estribos.
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