EL PAíS › ORDENO PERSEGUIR A MENEM EN NOMBRE DEL ESTADO NACIONAL
Kirchner dobló la apuesta
El Presidente dio a su jefe de fiscales la orden de activar las causas por presunto encubrimiento en la causa AMIA, que podrían terminar involucrando a otro presidente anterior, Carlos Menem, y a varios de sus ministros y secretarios.
Por Mario Wainfeld
Hubo quien propugnó que de los laberintos debe salirse por arriba. Otro voluntarista, Néstor Kirchner, propende a creer que se sale de ellos acelerando y siguiendo el mismo rumbo que se tenía antes de entrar en el dédalo. De cara a un par de borrascas políticas que viene sobrellevando la de los casetes de la AMIA, la saga Legislatura-salida de Gustavo Beliz– el Presidente básicamente imagina doblar sus apuestas. Más gestión, más medidas proactivas, mayor acumulación de reservas de divisas, más compromiso con el esclarecimiento del atentado. Convencido de que no hay crisis política sino apenas una borrasca, Kirchner dio ayer el primer paso, en el rumbo que siempre siguió. Instruyó al procurador Esteban Righi para que “arbitren las medidas pertinentes que posibiliten la rápida intervención del ministerio público fiscal” en el encubrimiento de la masacre de 1994.
Kirchner venía rumiando su decisión desde que escuchó los discursos conmemorativos del décimo aniversario del atentado. “En todos –explicó a sus allegados– me tiraron por la cabeza el encubrimiento. Todos, de una forma u otra reclamaron acción respecto del encubrimiento.” Todos los discursos hacían centro en la perversa conducta del gobierno de Carlos Menem ocultando pruebas y entorpeciendo la investigación. Por eso ayer a última hora dio a conocer una instrucción especial a Esteban Righi, jefe de los fiscales, para que actúen en las causas correspondientes sabiendo que es una prioridad del Gobierno. En términos prácticos, eso significa que el Presidente está interesado en que ninguna causa por encubrimiento se duerma.
El Gobierno no descarta alguna otra medida como sería la de crear un organismo prestigioso que investigue a fondo la conducta del estado argentino ulterior al 18 de julio de 1994. “¿Una CONADEP del encubrimiento?”, pregunta Página/12 a un contertulio del Presidente. Todavía no hay respuesta precisa.
A esa ofensiva oficial cabrá añadir el juicio político contra el juez Juan José Galeano que, es un secreto a voces, está en carpeta hasta tanto el Tribunal Oral dicte sentencia en el juicio oral que investiga el atentado. Falta poco para que se conozca ese fallo y, como ya anticipó Página/12, contendrá considerandos severísimos respecto de las conductas del ex presidente Menem y de su secretario de Inteligencia Hugo Anzorreguy.
Aunque en el Gobierno nadie lo exprese así, la histórica decisión sobre la AMIA también busca dar vuelta la hoja tras el traspié de los casetes. Integra una estrategia de ir dando respuestas “de gestión” a la crisis suscitada por la estrepitosa salida de Gustavo Beliz. Aunque al Gobierno la palabra crisis no le guste.
La voz oficial
“No hubo ninguna crisis”, suele empacarse el propio Presidente hablando ante sus íntimos del affaire Beliz. “Los mercados no se agitaron, el dólar no se movió, las reservas del Banco Central siguen creciendo. Crisis existe cuando se impacta en la vida cotidiana”, se pone riguroso. Más allá de las precisiones semánticas, el Gobierno mide obsesivamente el impacto de las declaraciones de Beliz. Y sabe, porque los sondeos de opinión diarios así lo revelan, que han tenido alta aceptación inicial. Pero en los más empinados despachos de la Rosada calculan que la repercusión se agotará en cuestión de días. Y que lo que debe hacerse es ir olvidando a Beliz o sepultando su recuerdo con una nueva agenda.
Tozudo, el Presidente discurre que no cometió errores de (mal)trato con el ex ministro. Asegura que sí le había avisado (y acordado con él) la salida de Norberto Quantín. “Le avisamos, lo aceptó. Sólo pidió que dejáramos pasar unos días entre la salida del comisario Eduardo Prados y la de Quantín. Cuando se filtró lo de Quantín, salió a hacerse el distraído y a comentar que no lo habíamos advertido”, detallan al lado del Presidente. La reacción ulterior y el pedido de renuncia por teléfono, según las voces oficiales, no fueron una demasía sino una respuesta a lo que definen como “mala fe” del ex ministro.
Con mucho esfuerzo, y sólo ante oídos de sus más allegados, Kirchner esboza una autocrítica, remitida al pasado: “Si cometí un error,fue nombrarlo”. Más burlón consigo mismo que abrumado, reconoce: “Los que me avisaron lo que me iba a pasar desde el vamos fueron (el ex Presidente Eduardo) Duhalde y Lavagna. Ambos me auguraron que me iba a cagar y Lavagna siempre me advirtió que, además, no era un buen Ministro”.
La soledad política de Beliz es todo un dato para el Gobierno. “Ni un obispo habló a su favor”, mitad bromea, mitad lucubra un consejero dilecto del Presidente. Tan solo va quedando, subrayan funcionarios muy cercanos al jefe de Gabinete, que varios aliados de Beliz que lo acompañaron en la gestión se despegaron de él. “Jorge Srur y Pimpi Colombo le dijeron a Alberto Fernández que están cansados de Gustavo, de sus cambios de flanco, y que están dispuestos a seguir colaborando con el gobierno.” Pablo Lanusse, interventor en Santiago del Estero, también.
Las denuncias del renunciante son ninguneadas en la Rosada. El Gobierno piensa que es imposible transparentar en su totalidad los gastos de la Secretaría de Inteligencia del Estado (SIDE). “Las operaciones especiales, por definición, se hacen sin rendición de cuentas, acá y en cualquier lugar del mundo. Si queremos poner en negro sobre blanco todo lo que se paga, sinceremos la discusión y debatamos si queremos cerrar la SIDE”, meditan en Balcarce 50. Kirchner ya tiene su respuesta. No hay país que no tenga su Inteligencia y la SIDE en especial viene, durante su gestión, consiguiendo datos que ayudan a la política de seguridad, por ejemplo en materia de secuestros.
El nuevo ministro de Justicia, Horacio Rosatti, y el flamante secretario de Seguridad, Alberto Iribarne, son, afirman muy cerca del Presidente, “hombres de confianza de Néstor. Este sabe que actúan en línea con su pensamiento o no tendrá que andar sondeándolos o bajando línea cada cinco minutos”. Mayor confianza, primer cambio patente. Menos explícito pero indicativo de una nueva etapa también hay en el futuro inminente...
Un cachito de diálogo
El hombre que charla con Página/12 no lo dice pero, amén de la mayor congruencia con Kirchner, los funcionarios entrantes tienen un perfil marcadamente distinto a los de Beliz y Quantín. Son “hombres de la política”, con aptitud y vocación de diálogo que, seguramente, tendrán muchas más “puertas abiertas” que sus precursores. “Beliz no hablaba con la Corte ni con los jueces federales, ni con los camaristas, ni con los legisladores. Rosatti y Alberto son otra cosa” describe o se ilusiona una espada senatorial del Gobierno.
En el Congreso se tabula que ese cambio viene de la mano con un giro delicado pero seguro hacia una tendencia más dialoguista del gobierno. “El conflicto con Duhalde no terminó pero está en un tono bajo. A Carlos Kunkel le pusieron una mordaza. D’Elía fue desactivado, tanto que hasta se puso a cuestionar a Kirchner. Y el Presidente está muy cómodo con la conducción de la CGT unificada y algo más distante de la Central de Trabajadores Argentinos (CTA)”, computan entre los senadores peronistas.
Este último dato es corroborado por un ministro de estrecha confianza de Kirchner. “El Presidente valora a la CGT porque hicieron el esfuerzo de unirse. Reconoce su peso institucional y los ve dispuestos a cooperar, a sumar al Gobierno. La movilización que le hiciera la semana pasada la UOCRA lo conmovió. Y respecto de la CTA aunque respeta las ideas de Víctor de Gennaro, Kirchner ve que está perdiendo fuerza por su obstinación por discutir a la par con una izquierda arcaica e intolerante.”
Plata en mano
Pero las reales obsesiones presidenciales son la consistencia fiscal del estado argentino y la generación de empleo. De cara a la negociación por la deuda, el Presidente requiere todos los días la cifra de reservas del Banco Central y, cual un patagónico Mc Pato, cuenta hasta las moneditas. Lo suyo no es fetichismo, ese dinero representa para él poder, de cara a una negociación que ve cada día más espesa.
La mejor forma de afrontarla es con plata en el Banco y con mayor actividad económica. El Presidente acorrala a sus colaboradores pidiéndole se urdan medidas proactivas, mano de obra intensivas. Su reciente viaje a Venezuela lo dejó relamiéndose con el potencial de la empresa estatal Pdvsa. La Argentina no podrá tener un recurso semejante, porque regaló su petróleo y su renta, sabe Kirchner. Pero también piensa cómo ir recuperando presencia. Por lo pronto, el Presidente sigue pensando en la Empresa nacional de Energía (ENARSA) como una eventual sustituta de empresas privatizadas de servicios públicos que no se adecuen a los nuevos tiempos.
Pulsado por la reactivación del Astillero Río Santiago, el Presidente ha ordenado estudiar la posibilidad de fomentar (más bien de reimplantar) la existencia de buques de bandera argentina. Un recurso que se desactivó a la luz de las políticas de Domingo Cavallo. Un estudio encargado por la Rosada prueba que el resultado fue desolador, los costos crecieron, la participación nacional en el transporte por agua bajó, hay menos mano de obra empleada. Kirchner ordenó se establezca un régimen de promoción de los buques de bandera, combinado con obligación de “compre argentino” y de contratación de mano de obra local. Como todo, aspira a que sea presentado en cuestión de días.
Desde luego, la “niña mimada” del Presidente siguen siendo los planes de obras públicas, en especial los de construcción o refacción de viviendas, que parecen enderezados a cubrir todas sus obsesiones. La creación de fuentes de trabajo, la capacitación de mano de obra, la centralidad del conurbano bonaerense, la promoción del cooperativismo entre los más humildes. Y, ya que estamos, la cooptación (a través de medios virtuosos) de buena parte del movimiento de desocupados. “Si hay construcción y cooperativas, el año que viene sólo tendremos en la calle a Castells y a Pitrola” se esperanzan en la Rosada, dando por hecha una actitud “constructiva” de otros dirigentes de los desocupados.
La economía es central, pero la política también ocupa su lugar. Kirchner piensa que el conflicto con Beliz y la repercusión asignada al papelón de los casetes son “fuego de artificio”. Quizá peque de autocomplaciente pero sí tiene razón al resaltar que hay tópicos más densos. La lucha contra la pobreza y el desempleo. La negociación de la deuda externa. Y también la búsqueda de verdad y justicia. Tras el “fuego de artificio” de los casetes, el Presidente aceleró en el rumbo que eligió desde el vamos respecto del atentado a la AMIA. Volvió a doblar la apuesta.