EL PAíS › MASIVA MARCHA EN RECLAMO POR LOS CHICOS MUERTOS EN REPUBLICA CROMAÑON
Desde Once a Plaza de Mayo, por Justicia
Miles de personas se encolumnaron ayer para reclamar justicia y castigo a los responsables del incendio en el boliche rockero donde hubo 188 víctimas. “Olé, olá, si no hay justicia, qué kilombo se va a armar” fue una de las consignas que coreó la multitud.
Por Luis Bruschtein
“Ni una bengala, ni el rockanroll, a nuestros pibes los mató la corrupción”, fue la consigna más coreada por los miles de manifestantes que marcharon ayer a la tarde desde Plaza Once hasta Plaza de Mayo para reclamar justicia por los chicos que murieron en el incendio de la disco República Cromañón. La marcha se desarrolló en forma pacífica y sólo se produjeron enfrentamientos entre manifestantes y efectivos policiales al finalizar la concentración, en las inmediaciones de la Plaza de Mayo.
La convocatoria a la marcha había sido muy discutida en los días previos entre algunos de los seguidores de distintos grupos rockeros que acusaban a partidos de izquierda de intentar copar la movilización. Finalmente se había acordado que no se llevarían banderas partidarias y que la cabeza de la marcha estaría conformada por familiares de las víctimas. De todos modos hubo grupos que se quedaron en la vereda donde se encuentra el mural recordatorio de la tragedia porque consideraron que ésa era la mejor forma de recordar a sus amigos y familiares.
Al promediar la tarde, en la esquina de Bartolomé Mitre y Ecuador, donde se encuentra ese testimonio conmovedor de la muerte de 188 jóvenes, comenzó a concentrarse gran cantidad de personas, casi todos jóvenes, muchos con camisetas de grupos de rock, la mayoría de Los Callejeros, el grupo que dio el recital la noche del incendio, pero también de Los Piojos, La Renga, Los Gardelitos o Los Zumbadores.
Con la presencia ominosa del boliche incendiado a pocos metros, desde cuya terraza se asomaban algunos policías, la actitud de la muchedumbre tenía una fuerte carga de dolor. Pero las discusiones en los corrillos que se formaban trasuntaban indignación. Cualquiera fuera la opinión que se esgrimiera, estaba desbordada por la emoción. Algunos criticaban con dureza la actitud de algunos jóvenes militantes que habían conformado grupos de seguridad y de atención a los periodistas. “Los trotzkos coparon las asambleas donde se discutió la movilización y quieren copar la marcha, se montan en la muerte de los pibes para hacer política”, afirmaban. Otros expresaban su bronca contra los empresarios del boliche República Cromañón y los “funcionarios corruptos que lo habilitaron”. “Sería una vergüenza si Ibarra no va a la cárcel por esta masacre”, decía otra mujer recargando la responsabilidad en el jefe de Gobierno de la Ciudad.
Una mujer explicaba que estaba allí porque tenía una hija de 24 años que podría haber sido una de las víctimas. Otro hombre cuarentón, que se encontraba con su esposa y los dos hijos, explicó que participaría en la marcha porque era rockero de toda la vida. “Los que hablan de la violencia del rock y la cuestión de la bengala, no saben lo que dicen, no son del palo”, afirmaba.
Pese a las diferencias de opiniones tan enconadas, no se produjeron roces ni choques. Quienes se disponían a marchar se encolumnaron detrás de un gran cartel que decía “Justicia por nuestros callejeros. Ibarra-Chabán la tienen que pagar. Por una comisión investigadora independiente”. Alrededor de diez mil personas comenzaron a caminar por Pueyrredón para tomar Rivadavia hacia Plaza de Mayo y otras tres mil se quedaron en Bartolomé Mitre y Ecuador, con muchas pancartas con los nombres de los chicos que murieron en el incendio y velas prendidas. “Decidimos venir a acompañar a los chicos –expresó Tati Almeyda, de Madres de Plaza de Mayo, Línea Fundadora– pero yo no me puse el pañuelo porque son ellos y sus familiares los verdaderos protagonistas.” Aclaró, de todos modos, que no participaría en la marcha porque no acordaban con algunas de las consignas ni con la forma en que se había convocado.
A medida que se alejaba de la zona de la tragedia, el clima de la marcha fue tomando un cariz más político y menos agobiante. No hubo columnas ni grupos piqueteros, ni pancartas de partidos políticos, aunque algunas agrupaciones volantearon entre los manifestantes y llevaron carteles con las consignas que se habían aprobado por votación: “Ibarra-Chabán, latienen que pagar” “Empresarios-gobierno. Asesinos de la juventud” o “Ibarra mata, Kirchner encubre”.
En general, los carteles que llevaban los grupos rockeros y familiares, además de las consignas, destacaban más los nombres de algunos de los chicos muertos en el incendio. Alrededor de la mitad de la marcha estaba formada por estos grupos y la otra mitad por jóvenes militantes de partidos de izquierda.
La columna atravesó varias cuadras oscuras sobre Rivadavia a raíz de un corte de luz. El calor aplastante no fue obstáculo para la larga caminata que produjo más de un desmayo en la Plaza de Mayo. Pero pocos vecinos y transeúntes se apostaron en las veredas para mirar el paso de los manifestantes, como un grupo de turistas que salió del Rancho Mayo.
Cientos de policías con carros hidrantes y efectivos de la Guardia de Infantería estaban apostados en las inmediaciones de la Plaza de Mayo y detrás de una valla que rodeaba el edificio de la Jefatura de Gobierno de la Ciudad. Los manifestantes se detuvieron frente al edificio para gritar consignas contra Ibarra y el coro de “Asesinos, asesinos”, pero no se produjeron incidentes. Ya en la Plaza, un grupo de familiares habló por un altavoz que apenas escuchaban los que habían llegado hasta adelante. “No tienen la culpa los pibes que fueron a ver un grupo de rock –dijo una de las madres–, la tiene ese hijo de puta del empresario que dejó las puertas cerradas.” “Una vida no vale una habilitación” afirmó otra, en tanto que un hombre exhortó a que “ningún familiar agarre nada de lo que dé el Gobierno, nosotros nos arreglamos entre nosotros.” “Ustedes son la juventud –dijo otro de los oradores improvisados– tienen que ser la punta de lanza para que los políticos sepan que millones de argentinos estamos de pie y no vamos a bajar los brazos hasta conseguir Justicia.”
A medianoche se informó que el presidente Néstor Kirchner no había viajado a Santa Cruz, como tenía previsto. Había llegado al Aeroparque donde lo esperaba el avión presidencial, pero un sorpresivo llamado lo hizo regresar a Olivos de donde se trasladó a la Casa Rosada.
Cuando había terminado la desconcentración, un grupo de rezagados empezó a arrojar piedras a los policías que estaban detrás de la valla en el edificio de la Jefatura de Gobierno y se rompieron las vidrieras de algunos negocios. Se produjeron algunas corridas cuando los efectivos policiales avanzaron sobre el grupo de jóvenes y hubo cerca de 40 detenidos, según informó la Policía, que aseguró que había secuestrado clavos miguelitos y bombas molotov.