Miércoles, 19 de abril de 2006 | Hoy
EL PAíS › DESIGNARON A ALICIA CASTRO EMBAJADORA EN VENEZUELA
La ex dirigente de Aeronavegantes, de aceitada relación con Hugo Chávez, ansiaba ese cargo desde hacía tiempo. Sonaban otros nombres, pero Kirchner finalmente la designó el lunes.
Por Martín Piqué
La noticia dibujará una sonrisa a miles de kilómetros de Buenos Aires. Lo que empezó el 4 de agosto de 2002, en el ya clásico programa Aló Presidente, tendrá un nuevo capítulo en pocos meses. La ex diputada Alicia Castro será embajadora argentina en Venezuela. Néstor Kirchner le ofreció el cargo el lunes a la noche. La legisladora lo deseaba desde hacía tiempo y ya había visto pasar una oportunidad: en febrero del año pasado, soportó con franca desilusión que el Presidente eligiera a la ex frepasista Nilda Garré, cercana a Chacho Alvarez (con quien Castro tiene un encono personal: en un libro lo llamó “doble agente”). Pero esta vez fue distinto. Después de meses de rumores, que la incluían en una terna junto a los funcionarios Rafael Folonier y Claudio Uberti, la intriga terminó con el estilo que le gusta a Kirchner. Un sorpresivo llamado telefónico y una convocatoria de último momento a la Rosada.
Acostumbrada al diálogo con la prensa, expansiva por naturaleza y carácter, Castro mostró ayer una primera adaptación a los gustos del Presidente: se mantuvo en silencio y dijo que no haría declaraciones. A primera hora de la tarde se reunió con el canciller Jorge Taiana, quien la había citado en su inmensa oficina vidriada de Arenales y Esmeralda. Allí conversaron de la misión que deberá encarar la ex azafata en su nuevo destino, Caracas. Aunque no trascendieron detalles de la charla, en el Palacio San Martín informaron que el canciller y la embajadora analizaron las “prioridades” de la gestión de Castro. “El tema sustancial va a ser la integración de Venezuela como socio pleno del Mercosur”, dijo a Página/12 un colaborador de Taiana.
La reunión había generado expectativa porque en el Gobierno se llegó a hablar de Castro con bastante desconfianza. Un sector del Gobierno la consideraba una “embajadora de Chávez” y su desembarco en Caracas generaba dudas. Al mismo tiempo, en el entorno del ministro de Planificación, Julio De Vido, aseguraban que la embajada ya tenía un candidato cantado: hablaban de Uberti, titular del Organo de Control de las Concesiones Viales (Occovi). Aunque su cargo (desde donde se aplicó el reciente aumento de los peajes) parece no tener nada que ver con Venezuela, Uberti no es un desconocido para Chávez. Según fuentes del Gobierno, es uno de los pocos funcionarios que conocen al detalle la mecánica del fondo fiduciario por medio del cual Argentina y Venezuela intercambian fuel oil por maquinaria agrícola y productos farmacéuticos.
¿Por qué Uberti quedó en el camino? En el Gobierno hay respuestas encontradas. Algunos aseguran que tras un tanteo informal en el Congreso notaron que su figura generaría un duro cuestionamiento del radicalismo y el ARI. “No se lo quiso exponer a un oprobio”, fue la respuesta. Otras versiones aseguran que Uberti nunca tuvo chances reales de aterrizar en Caracas. Hombre de confianza de De Vido, el funcionario seguiría en el organismo vial hasta el final del mandato de Kirchner. El premio podría venir después. Según un miembro del oficialismo cercano al ministro de Planificación, Uberti integra la lista de funcionarios (otro es el secretario de Obras Públicas, José López) que podría ocupar esa cartera en 2007, si De Vido vuelve a Santa Cruz como gobernador.
Con Uberti fuera de circulación, las chances de Castro empezaron a subir. Y ella se preocupó porque subieran, claro. Desde julio del año pasado, comenzó a reunirse periódicamente con el jefe de Gabinete, Alberto Fernández. Las charlas obedecían a una razón urgente: la delicada situación de Aerolíneas Argentina, controlada por el grupo español Marsans, una empresa de la que Castro sabe mucho. En público y en privado, la ex dirigente de Aeronavegantes denunció varias veces al subsecretario de Transporte Aerocomercial, Ricardo Cirielli, como uno de los artífices de una supuesta cruzada para perjudicar a Aerolíneas y favorecer a su principal competidora por el mercado argentino, la chilena LAN. El jefe de Gabinete, interlocutor habitual de las empresas españolas, se mostró interesado en sus denuncias. Y la confianza mutua fue creciendo. Con tiempo y bajo perfil, Castro sorteó los recelos que pesaban sobre ella. Eran dudas que venían de los primeros tiempos de la gestión de Kirchner, incluso desde antes, por su alineamiento incondicional con Chávez. Un idilio profundo que comenzó aquel domingo 4 de agosto de 2002, cuando el venezolano la invitó a su programa semanal tras recibir una carta de puño y letra en la que la entonces diputada se presentaba como “representante de un país en decadencia en proceso de disgregación”.
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