SOCIEDAD

Chinatown, segunda parte

La Justicia acusó a cuatro ciudadanos chinos por el doble crimen de Caballito.

 Por Carlos Rodríguez

Con alguna complicación –traductor mediante–, desde ayer comenzaron a ser indagados por el juez Roberto Grispo los cuatro ciudadanos chinos que fueron detenidos el domingo en Ezeiza en un inusual “operativo” realizado por 30 personas de la misma nacionalidad, convertidos por un rato en un virtual cuerpo de elite que salió a la caza de quienes serían los responsables de un doble crimen que afecta a la comunidad y que ocurrió el viernes pasado en el barrio porteño de Caballito. Una fuente de la investigación dijo a Página/12 que las indagatorias seguirán hasta mañana, dada “la dificultad del idioma y la necesidad de recoger fielmente lo que declaran los imputados”. Este diario pudo corroborar, además, que los cuatro detenidos y la quinta persona que pudo escapar, aunque también fue señalada como partícipe del doble homicidio, habían concurrido a la estación aérea “supuestamente para despedir a un matrimonio mayor y a sus tres hijas”, que se embarcaron el domingo en un avión de Malaysia Airlines. Ninguno de los cinco llevaba pasaporte o tarjeta de embarque que indicaran que estaban por abandonar el país.

Las cinco personas que fueron interceptadas por el grupo compuesto por 30 enfurecidos orientales se estaban retirando del aeropuerto cuando los rodearon sus perseguidores. Antes habían acompañado al matrimonio y a las tres chicas, todos de raza amarilla, hasta el corralito de cintas donde hacen cola los pasajeros que están próximos a partir y deben recibir la tarjeta de embarque. El choque entre los dos bandos se produjo en el lugar donde había sido estacionado el Fiat Siena bordó, patente FBE-017, en el que intentaron escapar los cuatro detenidos, identificados como Li Weng, de 26 años; Li En Chea, de 31; Wang Fu Chee, de 36, y Shih Yao Wan, de 35. Ellos fueron ayer acusados formalmente por el crimen de los ciudadanos chinos Xu Hui Chen y Zhe Zhu Liu, cuyos cuerpos carbonizados fueron hallados en el interior de una casona de Hidalgo al 900, con sus manos atadas a la espalda. En el lugar funciona una lavandería.

Muy cerca, en el mismo estacionamiento de Ezeiza, estaba el BMW 325, color gris topo o negro, en el que huyó el quinto hombre, chino como los demás, que se movía como si fuera el jefe del grupo. En el mismo vehículo se fue un sexto oriental sobre el cual no existe ninguna imputación. Se supo ayer que el BMW 325 está a nombre de Shih Yao Wan, uno de los detenidos. La justicia en lo criminal y correccional de Buenos Aires tiene sólo dos traductores que manejan el idioma chino, con sus numerosas variables. “Por eso, el trabajo es arduo. Los acusados pidieron que se los interrogue en su idioma natal. Son chinos de primera generación, y aunque todos viven en el país y tienen documentación argentina, afirman que no manejan el idioma castellano”, explicó a este diario un vocero judicial.

Otras fuentes aseguraron que, durante los incidentes en Ezeiza, “todos los chinos, de uno y otro bando, dieron muestras de manejar con cierta propiedad el idioma castellano. Si bien primero se peleaban e insultaban en su idioma, luego, cuando llegó el personal de la Policía de Seguridad Aeroportuaria (PSA), unos comenzaron a acusar a los otros, y los otros a defenderse, en algunos casos en perfecto castellano”. En las filmaciones que captaron las cámaras de seguridad del aeropuerto se apreciaría que el supuesto jefe vestía “de elegante sport, con pantalón y saco de color gris”, al tono con el auto en el que pudo escapar.

Fuentes de la investigación dijeron que, al parecer, los cinco chinos podrían ser “parientes o amigos” del matrimonio que partió el domingo junto con sus tres hijas. De todos modos, uno de los investigadores recordó al menos un caso de ciudadanos chinos que son “acompañados muy amablemente hasta Ezeiza, cuando en realidad se trata de una ‘expulsión’ no oficial, irregular. Es decir, como si alguien de la propia comunidad fijara el fin del plazo establecido para que esa persona regrese a su patria”. Por la forma en que se movían los cinco “parecían estar cumpliendo un ‘acompañamiento’ compulsivo”.

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El frente de la casa incendiada de Hidalgo al 900.
 
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