“El gran interés argentino por Ucrania no es casual, se basa en el crecimiento de la economía de este país que en el último lustro duplicó el ingreso per cápita”, explicó el canciller Jorge Taiana, al inaugurar el seminario de Comercio, Inversiones y Oportunidades de Negocios. Unos treinta pequeños y medianos empresarios argentinos empezaron a darle forma a ese interés en encuentros cara a cara con sus potenciales compradores locales. Alimentos, vinos, software, biotecnología, textiles, GNC y ferroaleaciones integran el menú de ofertas que aspiran a colocar en ese país. Apenas una hora más tarde, el canciller ucraniano Boris Tarasiuk explicitó su interés en el intercambio: participar en la construcción de gasoductos, en el abastecimiento de turbinas hidroeléctricas y en la puesta en órbita de satélites fueron las prioridades definidas por este país, líder en su momento de la industria pesada soviética.

Mientras los empresarios deliberaban en la Cámara de Comercio, Taiana completó una abigarrada agenda que incluyó entrevistas con el presidente Viktor Yushchenko, el canciller, el jefe de gabinete y el ministro de Economía. “No fue sólo un encuentro protocolar, el presidente estaba al tanto del crecimiento de la economía argentina y las posibilidades que tiene nuestro país en exportar todo lo que tenga que ver con la agroindustria”, explicó Taiana y contó que Yushchenko invitó oficialmente a su par argentino, Néstor Kirchner, a visitar el país.

El conocimiento se explica porque en la Argentina se radicaron desde principios del siglo XX unos 300 mil ucranianos. En los ’90 se produjo una segunda corriente migratoria que en Kiev estiman en 30 mil personas. Argentina es la tercera colonia de la llamada diáspora ucraniana después de Canadá y Brasil. La necesidad de reconocimientos previsionales y de revalidación de títulos secundarios y universitarios fue uno de los pedidos del canciller anfitrión.

Pasado y futuro

Antes de zambullirse en los nichos económicos que permitirían ampliar los mercados, Taiana realizó una visita al Monumento de Víctimas de la Hambruna de los años 1932 y 1933. Los ucranianos recuerdan así la resistencia de los campesinos a la política de colectivización forzada de las tierras impuesta por Stalin. La resistencia dio lugar a la muerte por hambre de unos siete millones de personas y permitió el avance de la influencia rusa en la región que, junto con la Argentina y Minnesota en los Estados Unidos, se dice que dispone de las tierras más fértiles del planeta.

El monumento está al lado de la Catedral de San Miguel, otro símbolo de la “reparación” de la cultura del país encarada ya como nación independiente: fue reconstruida e inaugurada en 2001 después de haber sido arrasada durante el régimen soviético. En esa política de reparación también entra la puja en torno de la lengua. Yushchenko reivindica el idioma ucraniano y dispuso su obligatoriedad escolar, una puja que no es menor teniendo en cuenta que en la capital del país la población habla mayoritariamente ruso producto de su pertenencia durante más de medio siglo a la URSS.

La contracara de ese pasado de sometimiento es el desarrollo de la industria pesada y de alta tecnología. Taiana explicó que la fábrica de aviones Antonov tiene interés en vender aeronaves o bien participar en la industria aeronáutica argentina y también se ofrecieron para la fabricación de tubos sin costura empleados para la construcción de gasoductos –un área en la que la argentina Techint es líder–, la electrificación de las vías del ferrocarril San Martín, el abastecimiento de turbinas hidroeléctricas –ya participaron en Piedra del Aguila y Salto Grande– y la puesta en órbita de un satélite científico. De hecho, ayer ambos cancilleres firmaron un convenio de cooperación de usos pacífico del espacio ultraterrestre que prevé el lanzamiento de un satélite argentino desde una plataforma ucraniana en el 2009.

“Argentina puede ofrecer mucho en biotecnología aplicada al agro y en cooperación científica”, señaló el canciller al cierre del primer día de viaje de la misión multisectorial en la que empresarios y funcionarios de Mendoza, Neuquén y Santiago del Estero se empeñaban en abrir puertas para nuevos negocios.