Sábado, 18 de noviembre de 2006 | Hoy
EL PAíS › CONTRA TODOS LOS EXPERTOS, BLUMBERG PROMOVIO LA DIFUSION DE UN SECUESTRO
Juan Carlos Blumberg recomendó a la familia de Hernán Ianonne, el joven secuestrado en José C. Paz, que hiciera público el hecho. Luego se involucró él mismo. Aquí los especialistas señalan por qué debe evitarse la difusión. Un experto español y un estadounidense los avalan.
Por Raúl Kollmann
Durante el jueves, un tío de Hernán Ianonne, el joven secuestrado en José C. Paz, se comunicó con el ingeniero Juan Carlos Blumberg para contarle que su sobrino fue capturado por una banda de secuestradores. En lugar de aconsejar a la familia de que maneje el caso con absoluta reserva, Blumberg –que se presenta a sí mismo como un experto en seguridad– hizo público el caso, convocando todos los micrófonos y cámaras posibles. Expertos nacionales e internacionales, fiscales, especialistas en investigaciones de secuestros sostuvieron ante Página/12 que lo hecho por Blumberg “es gravísimo”. Marcelo Saín, actual interventor de la Policía de Seguridad Aeroportuaria (PSA), profesor universitario y consultor de las Naciones Unidas en seguridad, lo sintetizó así: “Hacer público que alguien está secuestrado mientras todavía está en poder de los secuestradores pone en tremendo riesgo a la persona que está cautiva, hace aparecer otras bandas que quieren cobrar el rescate, pone en mucha mayor angustia a la familia de la víctima, envalentona a la banda o la convierte en más peligrosa si no es profesional, demora las negociaciones, extiende el secuestro y aumenta el valor del rescate. Como profesional de la seguridad, rechazo esta actitud que, jugando con la vida de una persona, sólo tiene como objetivo tener un increíble y desmesurado protagonismo mediático”.
En medio del secuestro, Blumberg aprovechó la oportunidad para embestir contra el gobernador Felipe Solá que, según dijo, “no tiene convicción para arreglar este problema”, y contra el ministro de Seguridad bonaerense, León Arslanian, que “es inoperante e ineficiente”. No esperó cauto y callado que el dramático episodio llegara a su fin y la víctima del secuestro esté a salvo, sino que incluso justificó haber hecho público el secuestro: “Les damos contención y sugerimos a los padres darlo a conocer a la prensa para que de alguna manera tengan una protección por el accionar de la policía y de los fiscales”. Es decir, que a diferencia de lo que sostienen todos los expertos en materia de secuestros y seguridad, Blumberg no le aconsejó a la familia que mantenga total reserva para facilitar la investigación, sino que se puso a la cabeza de la difusión pública.
Alberto Gentili, ex titular de la Unidad Antisecuestros a nivel nacional, o sea uno de los hombres en la Argentina con mayor experiencia en la materia, le explicó así el cuadro de situación a este diario. “La publicidad de un secuestro implica complicar la investigación. El primer efecto es que empiezan a aparecer los secuestradores virtuales, o sea sujetos o bandas que quieren aprovechar la oportunidad, no tienen a la víctima, pero intentar cobrar el rescate. Comienzan entonces las llamadas y a cada una de esas comunicaciones hay que dedicarle mucho, mucho, tiempo. Hay que hacer un seguimiento, una investigación. Eso significa horas de trabajo, gente dedicada a eso, un enorme esfuerzo. Imagínese además que las llamadas son atendidas por un familiar que está lleno de angustia y ansiedad. O sea que tenemos más trabajo de investigación y una familia menos entera para una negociación dificilísima, dramática, con la banda que sí tiene al secuestrado. El efecto siguiente es que las cámaras y los micrófonos se ubican delante de la casa de la familia de la víctima. Y estamos ante una familia que está muy vulnerable: los aterroriza que las cámaras muestren a otra hija o hijo, que les vean el auto, que se perciba que tengan más o menos dinero, que haya divergencias, rencillas, que todos opinen sobre si son ricos o no. Uno necesita que esa familia esté entera para tratar con los secuestradores y le aclaro, además, que lo más común es que desconfíen del fiscal, de la policía, de todo. Es normal. Tenemos profesionales, psicólogos, que ayudan, pero a todos los dramáticos problemas que el secuestro mismo plantea, se agrega otro no menor, el mediático. Hay casos que hemos mantenido en la mayor de las reservas, pero en un momento favorecimos la difusión. ¿Por qué? Es cuando los secuestradores pararon de llamar, hay silencio del lado de ellos. En ese caso, sólo en ese caso, hicimos alguna jugada mediática para que haya una movida de los secuestradores. Y alguna vez dio resultado: la banda volvió a llamar.”
Alex Zunca, instructor contra crímenes y drogas del estado de Maryland y enlace internacional de la policía de Estados Unidos lo pone en estos términos: “Es muy delicado. Es clave que no trascienda. En Argentina se da demasiada información, todo el mundo opina y eso no es bueno. Hay que manejarse con mucho cuidado. Las opiniones ponen nerviosos a los delincuentes, se sienten presionados y se pone en juego nada más y nada menos que la vida de una persona. Además habilita a otras bandas a especular con el caso. La llamada mejicaneada en Argentina está a la orden del día.”
Varios fiscales consultados por este diario recordaron los siguientes hechos:
- “A todos nos quedó en la memoria para siempre la imagen del actor Pablo Echarri pidiéndole por favor a los medios, llorando y a los gritos, que salieran de delante de la casa. ¿Qué estaba pasando? Que había una chance de ir a pagar el rescate por su padre secuestrado, pero los medios interferían.”
- “En el secuestro de Echarri hubo medios que, con un rastreador, interceptaban las llamadas que entraban al celular de Pablo. Y difundieron las escuchas por televisión.”
- “En un caso de la zona Oeste, con los medios en la puerta de la familia, hubo que conseguir una escalera gigantesca para que el padre del secuestrado saltara un paredón del fondo de su casa para ir a pagar el rescate. Los secuestradores no aceptaban que otro lo pagara.”
- “Tenemos varias declaraciones testimoniales de personas secuestradas que relatan que cuando los secuestradores vieron a la familia de la víctima por televisión, furiosos, le pegaron una golpiza al secuestrado.”
- “La imagen de una madre que pide por su hijo lleva a una banda a subir la exigencia de dinero. Además, sienten que corren más riegos y por eso piden más plata.”
- “En el caso del secuestro de este joven en José C. Paz, la banda les dijo por Nextel tres cosas: que fueran juntando mucho dinero, que llamarían a la noche y que ni se les ocurriera hablar con la policía. ¿Qué reacción tuvo esa banda cuando vio por televisión a Blumberg diciendo que ya había hablado con el fiscal y que se comunicó con el ministro del Interior? Es posible que sospecharan que la policía iba a actuar, pero ¿para qué confirmarles eso? No sabemos qué actitud tomó la banda después, pero es gravísimo que se haya hecho público el caso sin necesidad.”
- “Por supuesto que hay casos en que la información del secuestro se filtró porque algún testigo vio o porque un familiar se lo contó a un medio. Ahí no hay remedio, qué se va a hacer. Hay que lidiar con una situación incómoda. Pero ¿darlo a conocer a propósito? Eso no lo haría ningún experto del mundo.”
- “Supongamos por un instante que el caso se filtra. Desde ya que el instructor, el fiscal, tiene un problema adicional. Los periodistas asedian y buscan información. Por lo tanto, el fiscal tiene que estar cuidando a que tal policía no cuenta nada, a que tal empleado no revele tal otro dato. Los peligros de filtración acechan y se pierde el factor sorpresa respecto de la banda. En una palabra, se le resta eficacia a todo el trabajo por recuperar sana y salva a la víctima.”
Osvaldo Laborda, comandante retirado de la Gendarmería, perito en los atentados contra la Embajada de Israel y la AMIA, experto en formación de cuadros de seguridad, también evaluó como grave la decisión de difundir un secuestro cuando está en curso. “Es necesario que el secuestro no tenga estado público. Cuando se conoce quién es el secuestrado, hay un montón de terceros actores, que entran en juego. Pretenden cobrar el secuestro e intoxican la comunicación. Las cámaras de televisión generan todo un movimiento que va alertando a los secuestradores de todo, de que la policía actúa, de la presión que tiene la familia. Todos los sistemas tienen que funcionar con un bajísimo perfil. Hacerlo público no es forma de controlar, porque si el caso es secreto todos los días hay diálogo de la familia, y algún amigo de la familia que tenga experiencia, con el fiscal y los jefes policiales. Y en los momentos clave, el pago del rescate, un encuentro con los secuestradores, no hay chance de estarle encima porque no habrá allí nadie más que la policía y el fiscal. Además: ¿qué va a controlar la prensa si está en la puerta, si no sabe lo que pasa adentro ni tampoco participa de los momentos decisivos? Sólo obstaculiza, plantea un problema más. Si hay errores, abusos, excesos en la actuación de la policía o los fiscales habrá que denunciarlos después. Así es en todo el mundo.”
Manuel Ballbé es director de la Escuela de Prevención y Seguridad Integral, catedrático de Derecho de la Universidad Autónoma de Barcelona. “En estos casos nunca hay que dar facilidades a los secuestradores, siempre hay que confiar en la policía científica y en el gobierno, no se puede hacer política partidista. Quizás esto pueda sonar contradictorio, pero la unión es muy importante en estas situaciones límite. El problema argentino es el discurso catastrófico que tienen, eso anima a la delincuencia.”
Saín, que fue invitado oficial a países como México y Colombia a tratar sobre investigaciones de secuestros, enumera algunas consignas. “Absoluta reserva, absoluta discreción en lo que es un delito en curso. Hay una investigación en marcha para identificar a la banda y uno de los puntos centrales es no romper el vínculo de la comunicación con los secuestradores. La inmediata publicidad del caso produce la injerencia de otras bandas, repliega la banda que tiene al secuestrado, demora la negociación, obstruye la comunicación, agranda el peligro del mejicaneo del rescate. La lógica es que la banda que tiene al secuestrado, si es seria, se pone tensa ante la difusión, estudia qué pasa, espera, corta la comunicación. Si no es una banda muy profesional, el riesgo es enorme, porque todo se demora y una persona en poder de una banda de ese tipo, que no tiene organización ni infraestructura, está más en peligro. Lo hecho por Blumberg es una barbaridad. Y esto ya no es ignorancia. Esto es la búsqueda de más fama manipulando la desgracia ajena. Es muy grave. Cuando nosotros, en la Policía de Seguridad Aeroportuaria, detenemos a un narcotraficante en Ezeiza, por ejemplo, los jueces serios prohíben que se difunda. ¿Por qué? Porque el objetivo es agarrar a toda la banda. En el caso de los secuestros, difundir es todavía más serio.”
Informe: Florencia Martínez.
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