Domingo, 15 de abril de 2007 | Hoy
Felisa Miceli aprovechó su participación en la asamblea del FMI para calificar al organismo de “autista” frente a las necesidades de los países que requieren su ayuda. Pidió un cambio en “la estructura de su gobierno” y se opuso al aumento del salario que pretende asignarse el director gerente del organismo, Rodrigo Rato. Además, la ministra ratificó el “compromiso político” de la Argentina con el proyecto del Banco del Sur. “Es una herramienta para el desarrollo de la región”, enfatizó. Más allá de las palabras de Miceli, ayer hubo una novedad importante con relación a la entidad: Brasil anunció que se incorporará a pleno en la entidad, en lugar de seguir en su posición de observador del proceso de constitución. “Brasil ya decidió que va a ser miembro” del Banco del Sur, afirmó el ministro de Hacienda, Guido Mantega, desde Washington, adonde participa de la asamblea del FMI y el Banco Mundial. “Lo que dio inicio al Banco del Sur fue un memorando de compromiso de los presidentes Hugo Chávez y Néstor Kirchner”, recordó Mantega en conferencia de prensa. Ahora “se necesita ampliar eso, reformularlo” para incluir la participación de Brasil en la iniciativa, explicó. Lo que falta es “romper el término de compromiso” original “entre Venezuela y Argentina” y firmar uno nuevo, que incluya a Brasil, agregó. En la visión del ministro brasileño, el Banco del Sur sería un “banco de desarrollo” con mandatos a partes iguales de los países que lo integren, basados seguramente en una representación “proporcional” de sus respectivas economías, de forma que estén “todos los países en pie de igualdad”. Miceli recibió con satisfacción las declaraciones de Mantega, aunque dentro del gobierno de Brasil hay una interna entre el ministro de Hacienda y la Cancillería. La ministra estuvo reunida con sus pares de Venezuela, Ecuador y Bolivia, analizando los avances en el proyecto del Banco del Sur. La ministra disertó ante el Comité Monetario y Financiero Internacional del Fondo. Allí expuso sobre la necesidad de realizar una reforma al régimen de cuotas que otorga el FMI a los países necesitados. “En el mundo real, el mundo que está fuera de este edificio, los países que más podrían necesitar de la asistencia financiera del Fondo y que, en consecuencia, necesitan poder confiar en obtenerla, se dedican a acumular reservas para autoasegurarse”, acusó. “A mí me parece que esto es una conducta autista”, agregó, para luego apuntar que “sería un fracaso que la reforma estratégica que se propone el Fondo terminara siendo algo cosmético que le diera más a algunos pocos emergentes que están literalmente tapados de reservas y que muy probablemente ya no necesiten recurrir al Fondo, a costa de otros países en desarrollo que tienen aún riesgo de tener que recurrir al Fondo”.
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